martes, 28 de diciembre de 2021
ECONOMÍA DE ESTADO ESTACIONARIO
martes, 21 de diciembre de 2021
EFICIENCIA Y EQUIDAD DE LOS IMPUESTOS
martes, 14 de diciembre de 2021
LOS METALES EN LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA
martes, 7 de diciembre de 2021
DESAJUSTES LABORALES
martes, 30 de noviembre de 2021
EL PROCESO ECONÓMICO
martes, 23 de noviembre de 2021
PRESIÓN SOBRE LA DESIGUALDAD
martes, 16 de noviembre de 2021
RETIRADA DESGLOBALIZADORA
martes, 9 de noviembre de 2021
CAMBIOS DEMOGRÁFICOS
martes, 2 de noviembre de 2021
MEGAFONDOS DE INVERSIÓN
martes, 26 de octubre de 2021
SECUELAS ECONÓMICAS DE LA PANDEMIA
Cuando la pobreza y la
desigualdad parecían ir aliviándose después de la Gran Recesión del 2008, la
pandemia que surgió en 2020 ha dejado nuevas secuelas económicas por las restricciones
que ha tenido el desarrollo de las actividades diarias.
Según la Encuesta del Instituto
Nacional de Estadística, la pobreza grave o carencia material severa en España subió
en 2020 al 7% de la población, cuando en el año anterior no superaba el 4,7%. Dada
la paralización de muchas actividades, han sido los programas ERTE y las prestaciones familiares
las que han evitado un aumento mayor de las situaciones de pobreza.
El Producto Interior Bruto (PIB) español cayó en 2020 un 11%, al nivel monetario de 2015, el descenso mayor desde la Guerra Civil, un desplome de la producción de unos 125.000 millones de euros, cercano al equivalente al gasto anual en pensiones.
España ha sido uno de los países de
la OCDE que más han sufrido las consecuencias económicas del coronavirus, debido
a un período de confinamiento largo y una estructura productiva con gran dependencia
de la hostelería y el turismo, las actividades con mayor interacción social.
La abundancia de pymes ha añadido
mayor debilidad para aguantar las fluctuaciones de la actividad, y una posición
fiscal con amplio déficit ha hecho que el Gobierno sea cauto en dar mayores ayudas
directas a los afectados.
Aun así, la deuda pública ha
escalado hasta el 122% del PIB, un nivel que expone al país a problemas ante un
eventual incremento de los tipos de interés
Las rentas del
conjunto de las familias apenas descendieron en 2020 y acumulan ya un ahorro que
puede acabar en aumento de consumo este año, acelerando la recuperación
económica.
La desigualdad
es seguramente una de las secuelas más importantes. Según el FMI, la Covid-19 ha
provocado en los países una persistente disminución en el nivel del PIB per cápita,
con efectos duraderos en desigualdad de ingresos y un aumento de la pobreza
absoluta.
No cabe duda de
que el decidido impulso de la digitalización ha sido el efecto que más se va a
notar en la economía, con impacto en el mundo laboral, así como el descenso del
precio de las oficinas y la mayor demanda de semiconductores.
Según algunos expertos, la disrupción digital
ha adquirido un empuje sin precedentes que cambiará la sociedad, con nuevas
formas de trabajo, el crecimiento del comercio electrónico y la robotización de
las organizaciones.
Como no parece
que se vayan a desglobalizar las cadenas de suministro, porque tendría gran
impacto en los costes, las empresas tendrán que soportar parones de sus
producciones y habrán de buscar alternativas.
Cada área geográfica
puede llegar a tener su propio suministro de ciertos materiales, como los sanitarios
y los chips, así como fuentes energéticas para garantizar el suministro cuando se
incrementen las tensiones geopolíticas.
martes, 19 de octubre de 2021
ESCALADA INFLACIONARIA
En vista de los niveles que han
alcanzado las deudas de ciertos países, algunos analistas económicos alertan de
que nos encaminamos hacia un escalonamiento inflacionario. El economista Nourel
Roubini, profesor en la Universidad de Nueva York, es contundente: “En el medio
plazo temo que haya una estanflación total con crisis de deuda"
En España, el indicador de
precios (IPC) sitúa su variación anual al final de septiembre en el 4%. Aunque
desde el inicio de la pandemia la inflación se mantuvo negativa durante el
2020, el índice no ha dejado de crecer desde comienzos de este año.
En 1973, una guerra de tres
semanas provocó una de las mayores crisis energéticas y económicas del mundo.
Es conocida como la guerra del Yom Kippur, nombre de la festividad judía del
perdón, en la que Siria y Egipto, junto con una coalición de países islámicos,
atacaron a Israel.
La respuesta de los israelíes, apoyada por EE.UU, fue inmediata y desmesurada. A modo de represalia, los países
árabes de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petroleo) impusieron
subidas del precio del petróleo que acabaron con el acceso al combustible
barato. El barril de crudo pasó de 1,89 dólares antes de la guerra a 3,39 al
final de 1973 y subió hasta 11,6 dólares en 1974. Hoy supera los 80 dólares.
La crisis energética y económica golpeó
a España a lo largo de las décadas de los años 70 y 80. El crecimiento del PIB
fue nulo en 1979 y la inflación del año llegó al 15,8%, cifras que vienen a
señalar que el país estaba inmerso en plena estanflación.
El alto desempleo y la elevada
inflación desmoronaron la teoría keynesiana. Desde las filas del monetarismo,
con Friedman a la cabeza, surgió una teoría que puso de manifiesto el papel de
las expectativas de inflación. Señalaba que las empresas y los trabajadores
tienden a anticipar una futura inflación mayor, que se incorpora a sus
negociaciones de precios y salarios
En un entorno escasamente
competitivo y con mercado laboral poco flexible, el proceso provoca el alza de
los precios y salarios, que suele derivar en una espiral inflacionaria.
Es evidente que la aceleración de
la inflación de las décadas 70 y 80 se debió sobre todo al crecimiento
espectacular de los precios de las materias primas y la energía, así como el
alza de los salarios nominales por encima de la inflación.
Las políticas de estímulo de la
demanda resultaron imprescindibles para luchar contra el paro, pero algunos
economistas aconsejaban añadir medidas más selectivas y desagregadas con apoyos
del lado de la oferta.
Para luchar contra la inflación
se confía en una coordinada actuación mixta fiscal y monetaria, con políticas
de rentas, particularmente las basadas en acuerdos de empresarios y sindicatos
sobre bases permanentes.
martes, 12 de octubre de 2021
LA MALDICIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES
La denominada “maldición de los
recursos naturales” o paradoja de la abundancia hace referencia a una situación
en la que algunos territorios ricos en minerales y combustibles se desarrollan
menos que otros lugares en donde escasean los recursos.
Los estudios sobre el desarrollo
económico muestran que algunos de los países con mayores dotaciones de recursos
naturales crecieron más lentamente que el resto en la segunda mitad del siglo
XX.
La conocida como “enfermedad
holandesa” se asocia a este fenómeno de abundancia de un recurso natural.
Surgió en 1960, cuando los ingresos en divisas de los Países Bajos aumentaron
mucho como consecuencia de la exportación de gas natural, descubierto en
yacimientos al norte del país.
La explicación del semanario
económico The Economist fue que los grandes beneficios de la explotación de los
recursos naturales indujeron a la entrada de capitales en la industria
extractiva de gas a expensas de otros sectores. Aumentó la renta nacional y la
demanda, provocando inflación en el país.
El aumento de la exportación del
recurso natural dio lugar a un superavit en la balanza comercial, que generó la
entrada de capital extranjero, con apreciación del tipo de cambio del florín, la
moneda del país. El fortalecimiento de la moneda dificultó las exportaciones del
resto de los sectores, cayendo sus beneficios y las nuevas inversiones, lo que
reorientó las inversiones hacia el sector de los recursos naturales. A largo
plazo, el país se encontró con una estanflación y con la moneda sobrevalorada.
(Mineral coltán, el
nuevo “oro azul”)
La abundancia de recursos
naturales es una realidad en muchos países del mundo y, en la mayoría de ellos,
han prevalecido regímenes cuasi dictatoriales. En Rusia, por ejemplo, el país
con mayores recursos naturales del mundo, el sistema democrático es aún
reciente.
Venezuela, en situación económica
comprometida y con un deteriorado nivel de vida de sus ciudadanos, tiene las
mayores reservas de petróleo del mundo y algunos minerales como hierro de alta
calidad, bauxita, oro, diamantes y torio, además de enormes reservas de coltán.
Este mineral, el nuevo “oro azul”, se utiliza para fabricar los componentes
clave de los teléfonos móviles, tabletas y otros dispositivos electrónicos.
Las mayores reservas de coltán se
encuentran en la República Democrática del Congo que, según el Programa de
Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), es uno de los países más pobres del mundo.
Afganistán, con enormes reservas
de litio y otros minerales, es otro ejemplo de la maldición de los recursos,
que impide a la población beneficiarse de una generosa naturaleza. La Unión
Soviética ya detectó la abundancia de yacimientos cuando invadió el país entre
1979 y 1989, pero no hizo nada para explotarlos. La economía afgana es ahora
muy frágil y depende de la ayuda de otros países.
Pero la maldición de los recursos
naturales no afecta a todos los países. Algunas naciones, como Noruega, Canadá
y Australia se han podido desarrollar a pesar de que cuentan con recursos
naturales en abundancia.
Los estudios llevados a cabo
muestran que la calidad de las instituciones del país determina que los
recursos naturales sean una maldición o una bendición para sus ciudadanos. Y
los indicadores de la calidad institucional de los países, según el Banco
Mundial, son el control de la corrupción, la efectividad del Gobierno y la
calidad regulatoria.
martes, 5 de octubre de 2021
EL MERCADO ELÉCTRICO
martes, 28 de septiembre de 2021
RESERVAS INTERNACIONALES
Las reservas internacionales son
depósitos de capital controlados por lo bancos centrales y las autoridades
monetarias de cada país. Están compuestas por oro, Derechos Especiales de Giro
(DEG) y divisas extranjeras, en su mayor parte dólares.
Como activos externos, las
reservas disponibles sirven para financiar las necesidades de la balanza de
pagos, intervenir sobre el tipo de cambio y mantener la confianza en la propia moneda.
El indicador económico de las
reseras mide la capacidad del país para hacer frente a sus pasivos u
obligaciones generadas por las compras en el extranjero.
Observamos en el gráfico la
evolución favorable de las reservas internacionales españolas, que alcanzaban
al final de 2020 la cifra de 81 billones de dólares americanos (810.000
millones en versión europea).
La financiación internacional
constituye para muchos países uno de los pilares centrales para poder abordar planes
de inversión a largo plazo, unos proyectos que generen rentas futuras con las
que atender los compromisos adquiridos.
Para paliar los efectos en las
reservas internacionales de la crisis sanitaria del coronavirus, el Fondo
Monetario Internacional (FMI) ha aprobado una nueva asignación de Derechos
Especiales de Giro (DEG) por valor de 650.000 millones de dólares
El DEG es la unidad de cambio del
FMI, respaldada por una cesta de monedas: dólares, euros, yenes, libras
esterlinas y yuanes. Los DEG serán repartidos entre los paises miembros de
acuerdo con sus participaciones en la institución, en función del PIB y de otros
factores.
Fue en 1969 cuando se creó el DEG
como una reserva internacional complementaria en el contexto de paridades fijas
de los acuerdos de Bretton Woods. Las asignaciones de los DEG pueden desempeñar
un papel crucial al proporcionar liquidez y complementar las reservas oficiales
de los países miembros, como ocurrió en medio de la crisis financiera de 2008.
El DEG, que es utilizado como
unidad de cuenta por el FMI y otros organismos internacionales, no es ni una
moneda ni un crédito frente al FMI. Más bien representa un derecho potencial
frente a las monedas de libre uso. El DEG, que equivale en torno a 1,20 euros, se
puede canjear por dólares, euros y otras monedas.
Hay situaciones en las que un
país cae en impago de manera prolongada, dejando de satisfacer los intereses o
el principal de la deuda. La consecuencia inmediata suele ser el endurecimiento
de las condiciones de financiación.
A veces se llega a excluir de la
financiación internacional al pais moroso, o bien, se abre un proceso de
reestructuración de la deuda entre deudor y acreedor, que merma la confianza en
el país.
Es el caso, por ejemplo, de
Argentina, que despues de la crisis de diciembre de 2001, tardó 14 años en
poder acceder de nuevo a los mercados internacionales. Los acreedores
extranjeros no le prestaban dinero al Gobierno argentino, con lo que el país se
encontró con menor capacidad de gasto y de inversión, que afectó al nivel de vida de sus ciudadanos.
martes, 21 de septiembre de 2021
POBLACIÓN Y NIVEL DE RENTA
Las variaciones de la población afectan tanto al consumo de un país como a su capacidad productiva y a su crecimiento. Cada nueva persona representa una unidad potencial de factor trabajo, pero como intervienen otros factores de producción, el incremento de personas no aporta una cantidad mayor de esos otros factores (el capital, por ejemplo), sino que reduce su cantidad per cápita.
martes, 14 de septiembre de 2021
LIMITACIONES DEL MERCADO
Aunque el sistema de economía de
mercado es capaz de gestionar en general la fijación de los precios de bienes y
servicios, existen situaciones en las que no logra la asignación eficiente de
los recursos.
En muchos casos, la mano
invisible inventada por Adam Smith para explicar el funcionamiento de los
mercados conduce a situaciones indeseables, tales como las desigualdades sociales
o la contaminación del medio ambiente. Estos efectos negativos se denominan “fallos
del mercado”.
Se suelen citar entre los principales fallos las externalidades negativas, que hacen recaer el coste económico sobre colectivos diferentes a los que realizan la actividad; la existencia de bienes públicos, no rentables para el inversor particular, pero sí para el país; la competencia imperfecta, con prácticas restrictivas del libre funcionamiento, y la distribución desigual de la renta, tanto personal como geográfica.
El alumbrado general sería un ejemplo de bien público, puesto que todos pueden servirse del mismo sin necesidad de pagarlo directamente.
En la situación de pandemia se ha
podido observar que el libre mercado de las empresas de servicios carece de
incentivo para paralizar la actividad con el objetivo de evitar los contagios del
virus. Es un fallo de mercado del tipo de externalidad negativa, en el que el
ejercicio de ciertas actividades perjudica a la población.
También el sistema eléctrico
español necesita ser mejor regulado para corregir sus ineficiencias, subsanando los fallos de mercado que castigan con un sobrecoste a los usuarios y bendicen
con dividendos extraordinarios a las grandes empresas suministradoras.
Aunque desde la década de 1980 se
ha venido propagando la idea de que el mercado es sinónimo de eficiencia y el
sector público se asemeja a la ineficiencia, lo evidente es que la libertad
económica debe tener limitaciones.
La eficiencia del mercado se ha
ido desvaneciendo en la situación pandémica y los ciudadanos han necesitado
acogerse a las soluciones aportadas por el sector público, que ha tenido que suspender
la libertad de empresa y cerrar los servicios no esenciales para evitar la
propagación del virus.
La sanidad pública ha asumido la
protección de la salud de los afectados por el coronavirus y se ha tenido que ocupar
de que el material sanitario llegue a los hospitales, con una planificación centralizada.
La Seguridad Social se ha hecho
cargo del pago a quienes la economía de mercado ha dejado sin ingresos, con ERTEs
subvencionados, prestaciones por desempleo y rentas básicas.
Ha sido en la pandemia cuando ha
aflorado la relevancia del sector público y la necesidad de equilibrar las
actividades públicas y privadas en una economía mixta como la española, aumentando
la dotación económica de lo público en sectores sensibles como sanidad, educación,
investigación y dependencia.
martes, 7 de septiembre de 2021
SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL
El Sistema Monetario Internacional
es el conjunto de instituciones, normas, acuerdos e instrumentos que hacen
posible la existencia de relaciones monetarias entre países. Resulta imprescindible
para la realización de cobros y pagos en diferentes monedas.
En 1944 tuvo lugar en Bretton
Woods la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas, tras las
consecuencias políticas y económicas de dos guerras mundiales.
Las monedas de los países
industrializados ya no estaban bien acopladas al valor del oro, como
consecuencia de la alta inflación y de haber tenido que financiar los
conflictos bélicos emitiendo moneda.
El patrón oro clásico del siglo
XIX se fundamentaba en fijar en términos de oro el valor de cada unidad
monetaria, de tal modo que el banco central emisor de la divisa garantizaba que
los billetes y monedas estaban respaldadas con ese metal.
El precio entre dos monedas era
el resultado de comparar las cantidades de oro que los bancos centrales de ambas
monedas habían prometido entregar a su poseedor. Por ejemplo, si el dólar tenía
una promesa de entregar 23 gramos de oro y la libra una promesa de entregar 113
gramos de oro, el tipo de cambio entre ambas monedas sería de 4,9 dólares por
libra.
Al final de la Segunda Guerra
Mundial, en 1945, el patrón oro clásico fue sustituido por el patrón dólar-oro.
Los acuerdos de Bretton Woods establecieron que todas las monedas estarían
vinculadas al dólar. Esta divisa quedaba a su vez atada a un precio fijo en oro
y sólo los bancos centrales tenían el derecho de convertir sus tenencias de
dólares en lingotes de oro, a razón de 35 dólares la onza (28,35 gramos)
Pero en 1971 colapsó el sistema
de Bretton Woods. En medio de las dificultades económicas producidas por la guerra
de Vietnam, Estados Unidos decretó la inconvertibilidad, anulando la posibilidad
de cambiar dólares por oro a los bancos centrales del resto del mundo.
(En la imagen, Bretton Woods, en New Hampshire
(EE.UU). El hotel Mount Washington, donde 44 países aliados acordaron
el funcionamiento del sistema financiero)
Fue una quiebra encubierta de
EE.UU, que se atribuyó el derecho de imprimir cuantos billetes considerara
necesarios, cubriendo con dólares sus déficit fiscales e inundando con su
dinero el sistema financiero. Se calcula que en la actualidad el 60% de las
reservas de divisas de los bancos centrales están en dólares.
Los tipos de cambio entre divisas
se convirtieron en flotantes, con lo que no eran necesarios los controles de
capital establecidos en el sistema de Bretton Woods. La extinción de los
controles ha permitido en estas últimas décadas un gran incremento de los
flujos de capital, lo cual ha hecho ganar espacio al sector financiero,
relegando al capital productivo.
Desde la pérdida de la
convertibilidad en oro, las monedas no están vinculadas a ningún metal y se han
convertido en monedas fiduciarias, basadas solamente en la confianza en cada país
emisor, fluctuando sus valores sobre todo con la demanda y la oferta en el
mercado de divisas. Evidentemente, influyen la política monetaria y la
estabilidad económica.
martes, 31 de agosto de 2021
EL EURO DIGITAL
Los responsables del euro, tanto
el Banco Central Europeo (BCE) como los bancos centrales del Eurosistema,
vienen proporcionando dinero líquido de dos maneras: emitiendo billetes y
monedas y transfiriendo depósitos electrónicos a lo bancos y a otras
instituciones financieras.
Después de nueve meses de
análisis previos, al no haberse identificado obstáculos técnicos, el BCE ha
decidido aprobar de forma definitiva una investigación sobre el euro en forma
de divisa digital, que durará dos años, en los que se definirán aspectos claves como el diseño y la distribución
Un euro digital sería una forma
electrónica de dinero de banco central que todos los ciudadanos y empresas podrían
utilizar —como los billetes y monedas, pero en formato digital— para realizar
sus pagos diarios de manera rápida, fácil y segura.
Sería una moneda accesible a
través de monederos virtuales y serviría para realizar todo tipo de
transacciones, como complemento del efectivo, no un sustituto. Tampoco
reemplazaría al dinero bancario
Tiene menos riesgo que el dinero
fiduciario (papel moneda) pues al ser digital se puede seguir el rastro y es
más seguro.
Mientras las criptomonedas se basan en protocolos descentralizados, el euro digital será un sistema con base en el Banco Central Europeo. Pero la propia institución apunta la posibilidad de utilizar arquitecturas con elementos centralizados y descentralizados.
Los precios de las criptomonedas
suelen ser volátiles, lo que dificulta su uso como medio de pago o unidad de
cuenta, sin que haya ninguna institución pública que los respalde. En cambio,
como argumenta el BCE, el euro digital tendrá el mismo nivel de confianza que
el dinero efectivo, puesto que ambos estarán respaldados por el mismo banco
central.
En el diseño del euro digital
será importante el impacto medioambiental de su infraestructura. Según los
experimentos previos, para las arquitecturas que se probaron, la energía
utilizada ha sido insignificante en comparación con el consumo de una criptomoneda
como bitcoin
El BCE continuará la
investigación en torno al euro digital hasta 2023. Será entonces cuando tomará
la decisión de iniciar su desarrollo e implementar las posibles soluciones,
trabajando junto a bancos y empresas.
La apertura de esta investigación no prejuzga la decisión sobre si definitivamente se lanzará al
mercado el euro digital. Una vez finalizado el proceso, el organismo tendrá que
decidir de nuevo si se implementa o no. En cualquier caso, este método de pago
no estará operativo antes de 2026
martes, 24 de agosto de 2021
FISCALIDAD MÁS JUSTA
Parece que las grandes economías
están decididas a dejar a un lado la competencia fiscal entre países y poner
remedio a la existencia de paraísos de baja tributación.
El pacto histórico que acaban de
firmar establece un impuesto de
sociedades mínimo del 15% y la obligación a las empresas “más grandes y
rentables” de tributar el 20% en aquellos países donde sus beneficios superen
el 10% de la facturación.
Como afirmaba un dirigente alemán:
“Es una buena noticia para la justicia fiscal y para la solidaridad, y una mala
noticia para los paraísos fiscales del mundo”
Quizás el importante gasto
público que han tenido que realizar los países para afrontar las consecuencias
de la pandemia ha acelerado los debates que venían produciéndose en los últimos
años. El punto de mira es ahora alcanzar un sistema fiscal más justo y eficaz
en la era de la economía digital.
Entre los propios ciudadanos es
bastante frecuente encontrarnos con quienes sienten un rechazo casi visceral a
pagar impuestos, argumentando que tampoco pagan otros la parte que les
corresponde. Lamentan que la evasión fiscal de algunos aumente la carga de
otros y que se pierda capacidad para proveer servicios públicos.
Hay un análisis coste-beneficio
individual, comparando la aportación realizada a la Hacienda Pública con los
bienes y servicios públicos recibidos, que se mezcla con el papel
redistributivo que deben cumplir los impuestos.
El nivel de impuestos de un país
se mide con la presión fiscal, que es el cociente entre la recaudación y el
PIB. Se recauda poco en España porque las bases imponibles son reducidas. El
sistema impositivo tiene muchas deducciones y exenciones, que hacen descender
tanto los ingresos por IVA como por rentas de capital.
Aunque la presion fiscal española está por debajo de la media de la Unión Europea, el esfuerzo fiscal que realizan los contribuyentes está entre los más altos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El esfuerzo o sacrificio fiscal, utilizado por algunos analistas, es alto porque pone la presión fiscal en términos per cápita.
Este indicador, que se debate
entre analistas, al conceder mayor peso al nivel de renta, afecta más
fiscalmente a un país como España, con alto nivel de paro, contrataciones
temporales y trabajadores en situación precaria.
La equidad horizontal exige
incrementar las bases imponibles, corrigiendo las abundantes deducciones y
exenciones fiscales de los impuestos más importantes. Podría ocurrir que
aumente la presión fiscal, al crecer la recaudación sobre el PIB, pero se
reduzca el esfuerzo fiscal, como consecuencia de un incremento mayor del PIB
real por habitante.