martes, 21 de septiembre de 2021

POBLACIÓN Y NIVEL DE RENTA

 Las variaciones de la población afectan tanto al consumo de un país como a su capacidad productiva y a su crecimiento. Cada nueva persona representa una unidad potencial de factor trabajo, pero como intervienen otros factores de producción, el incremento de personas no aporta una cantidad mayor de esos otros factores (el capital, por ejemplo), sino que reduce su cantidad per cápita.


Sabemos que la disponibilidad de capital físico resulta necesaria para realizar cualquier trabajo y, en la mayor parte de las actividades económicas, el trabajador que cuente con más recurso productivos de capital es capaz de producir más.

Por tanto, las diferencias de capital por trabajador entre los países explican, en parte, las divergencias de renta entre las naciones del mundo. Las mediciones realizadas hace unas décadas señalaban que el capital disponible en forma de instrumentos productivos de un trabajador chino, por ejemplo, no llegaba al 8% del que podía utilizar un norteamericano, y el de un operario nigeriano no alcanzaba más allá el 3%. 

El despegue de la tasa de crecimiento no se dio hasta los últimos doscientos años. En el siglo XIX la población mundial creció a una tasa media anual del 0,6%; en la primera mitad del XX, un 0,9%, y en la segunda mitad, un 1,8%


El número total de habitantes del planeta Tierra, hoy día de 7.800 millones, de cumplirse las previsiones, podría estar cerca de 10.000 millones en 2050. Cabe mencionar que más de un 50% de la población mundial se encuentra en Asia, seguida de África con algo más de un 17%. 

En su famosa obra “Ensayo sobre el principio de la población” (1798), Thomas Malthus, erudito y clérigo inglés, estableció que la población humana crece según una progresión geométrica, en tanto que la capacidad de aprovechar los recursos del planeta aumenta al ritmo de una progresión aritmética, mucho más lentamente

Este demógrafo de finales de silo XIX fue quien mejor explicó la evolución histórica de la población. Decía que, si se dan las debidas condiciones, los seres humanos pueden reproducirse a ritmo elevado. Sólo la cantidad limitada de recursos, especialmente de tierra, frenaba la fecundidad potencial.

A menor población, el bienestar es mayor, lo que acelera el crecimiento poblacional, que disminuye los recursos disponibles para cada habitante y la población es más pobre. El proceso se va repitiendo hasta que, al final, la sociedad alcanza un nivel de vida acorde con una población determinada. Cuando se ha producido una mejora del entorno productivo, un aumento de productividad, por ejemplo, con la introducción del riego o de un nuevo cultivo, ha aumentado el nivel de vida. A este nivel le sigue un nuevo proceso antes indicado y la población llega a un nuevo estado estacionario (sin crecimiento), más numeroso, pero el nivel de renta por habitante apenas ha variado.

En el modelo de Malthus, la innovación tecnológica o el aumento de la tierra cultivable no mejora las condiciones de vida, sino que se limita a aumentar la población. Se suelen citar dos ejemplos ilustrativos: China e Irlanda.

Al final del primer milenio, China era el país más avanzado del mundo desde el punto de vista tecnológico, pero con su elevada población, el pueblo chino vivía en el mismo nivel que la atrasada Europa: en el nivel de subsistencia.

A mediados del siglo XVIII se introdujo en Irlanda la patata, que podía alimentar a más del doble de personas que un trigal similar, y se convirtió en el principal producto alimenticio, aumentando significativamente la producción agrícola del país. La población se triplicó y, como había predicho Malthus, apenas mejoró el nivel de vida de los irlandeses.

Según el clérigo británico, la prevención de la natalidad es la única manera de que una sociedad pueda aumentar su nivel de vida, porque tendrá en el estado estacionario una población menor, con un nivel de renta por habitante más alto. En palabras de Malthus, “Al observar que por las leyes de la naturaleza no podríamos procurar alimentos a la población, nuestro siguiente intento sería lógicamente ajustar la población a los alimentos”. 

El modelo malthusiano, que explicaba el comportamiento poblacional del pasado, dejó de funcionar casi en la misma época en la que fue desarrollado, a principios del siglo XIX. Por un lado, el progreso de la ciencia y la tecnología han sido suficientemente rápidos como para compensar la disminución de los recursos naturales por habitante, y por otro, en Europa occidental al menos, el crecimiento de la población ha ido disminuyendo.

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