martes, 23 de noviembre de 2021

PRESIÓN SOBRE LA DESIGUALDAD

 

En las últimas décadas se han ido modificando los resultados del pacto de bienestar más igualitario alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial, con políticas dirigidas a revertir la distribución de la renta, en un intento de legitimar un aumento constante de las diferencias de ingresos.

La desigualdad económica se presenta frecuentemente como algo natural, rechazando cualquier propuesta de reforma, hasta conseguir que sea aceptada socialmente, justificando muchas veces con argumentos basados en la meritocracia y el crecimiento económico.

La crisis económica generada por la pandemia del coronavirus ha añadido cierta presión sobre la desigualdad salarial, a la que ha respondido la Administración Pública española con transferencias a los trabajadores en programas ERTE y a desempleados, que lograron amortiguar la caída de los ingresos de muchos trabajadores.


El gráfico de CaixaBank Research muestra la reducción de desigualdad, según el Indice de Gini (0 a 100, menos a más desigualdad). Puede observarse que de marzo a mayo de 2020, los meses más duros de la pandemia, es cuando las prestaciones sociales reducen más el nivel de desigualdad. Las ayudas sociales consiguieron que descendiera el incremento de desigualdad del 11% al 2,3%, es decir, un 80%

Aunque la desigualdad de ingresos se centra muchas veces en la dispersión en los niveles salariales, lo cierto es que depende también de la intensidad en el empleo, la regularidad con la que se está trabajando. Es el extremo caso español, con una tasa de temporalidad en torno al 25% y una proliferación de contratos laborales con duración reducida.

El aumento de la desigualdad durante la crisis financiera de 2008 se debió en España en un 89% a la caída del empleo y en un 20% a una mayor dispersión de lo salarios entre los trabajadores, unas cifras opuestas al promedio de los países de la OCDE, donde el 18% del aumento de desigualdad del período se explica por cambios en el empleo y el 82% por la mayor dispersión.

La evolución de la desigualdad durante la pandemia volvió a estar condicionada por los vaivenes en el empleo. Entre febrero y abril de 2020, el 90% del incremento de desigualdad salarial (antes de las transferencias públicas) fue debido a la caída del empleo. Resulta evidente, por tanto, que para corregir la desigualdad hace falta revisar las dinámicas del empleo.

Según los estudios, a comienzos de la pandemia, a partir de marzo de 2020, la probabilidad de continuar empleado se redujo de forma notable sobre todo en los trabajadores con menores ingresos salariales. En el 20% de los salarios más bajos, la probabilidad se redujo en un 38%, en tanto que en el 20% superior de la escala salarial, le reducción fue del 15%.

Por edades, los jóvenes han sido el colectivo más afectado por la pandemia en el mercado laboral. La probabilidad de estar empleado también se redujo más para los trabajadores nacidos en el extranjero que para los nacidos en España.

El incremento de la desigualdad respecto al nivel de la prepandemia es todavía considerable. La mejora en la empleabilidad de los trabajadores y el aumento de la intensidad en el empleo continuarán siendo las dos herramientas clave para ir corrigiendo la desigualdad.

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