martes, 16 de noviembre de 2021

RETIRADA DESGLOBALIZADORA

 

Tras la caída de actividad por la pandemia, el proceso globalizador está emitiendo señales preocupantes. Plantas de automóviles paradas por falta de semiconductores y barcos cargados de contenedores haciendo cola en puertos comerciales importantes evidencian una crisis en las cadenas mundiales de suministro de materiales.

La pandemia ha quebrado la exitosa logística de las últimas décadas, poniendo de relieve la arriesgada dependencia que los países occidentales tienen de algunos fabricantes asiáticos, especialmente de China.



Vemos en el gráfico de Bloomberg que se ha duplicado el porcentaje de contenedores en el tráfico marítimo mundial que llegan con retraso a su destino (64%)

Se están interrumpiendo las cadenas globales de suministro, que han permitido fabricar a bajo coste con piezas hechas en diferentes países. Hay dificultades para el tránsito de personas en algunas fronteras y el volumen de turismo ha descendido.

En una encuesta a 300 empresas, el 75% contestan que tuvieron retrasos en el suministro de materiales. El retraso medio en recibir maquinaria y vehículos fue de 90 días; electrodomésticos, 70 días, y aluminio, 60 días. Además, el precio medio de materiales como cobre, hierro y acero subió entre un 50% y un 60%. Escasez y aumento de precios van concatenados.

La lógica de las deslocalizaciones está cediendo paso a la necesidad de garantizar cierta soberanía. Francia anuncia un proceso reindustrializador, con apoyo decidido a la innovación, y muchos países plantean el autoabastecimiento en áreas esenciales como sanidad.

La extensión de la globalización había provocado la interdependencia de las economías, un proceso que se aceleró en la última década del siglo pasado. Este fenómeno, que ha contribuido al crecimiento económico, mejoró el nivel de vida y redujo la pobreza en los países en vías de desarrollo, pero fomentó también el debilitamiento del tejido industrial en las naciones desarrollados.

La pandemia del Covid-19 ha reducido el comercio internacional, el motor de la globalización, que tardará en alcanzar los niveles previos a la pandemia.

No parece que el coronavirus vaya a quebrar la tendencia globalizadora, sino que se transforme, eliminando eslabones en las cadenas globales de valor y produciendo determinados bienes dentro de las fronteras nacionales o en países cercanos.

Quizás sea más acertado hablar de una ralentización que de vuelta atrás de la globalización. Intentar producir en el propio país todos los bienes y servicios que se necesitan puede provocar el encarecimiento de los productos, que llevaría a bajas retribuciones y un estancamiento económico.




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