La denominada “maldición de los
recursos naturales” o paradoja de la abundancia hace referencia a una situación
en la que algunos territorios ricos en minerales y combustibles se desarrollan
menos que otros lugares en donde escasean los recursos.
Los estudios sobre el desarrollo
económico muestran que algunos de los países con mayores dotaciones de recursos
naturales crecieron más lentamente que el resto en la segunda mitad del siglo
XX.
La conocida como “enfermedad
holandesa” se asocia a este fenómeno de abundancia de un recurso natural.
Surgió en 1960, cuando los ingresos en divisas de los Países Bajos aumentaron
mucho como consecuencia de la exportación de gas natural, descubierto en
yacimientos al norte del país.
La explicación del semanario
económico The Economist fue que los grandes beneficios de la explotación de los
recursos naturales indujeron a la entrada de capitales en la industria
extractiva de gas a expensas de otros sectores. Aumentó la renta nacional y la
demanda, provocando inflación en el país.
El aumento de la exportación del
recurso natural dio lugar a un superavit en la balanza comercial, que generó la
entrada de capital extranjero, con apreciación del tipo de cambio del florín, la
moneda del país. El fortalecimiento de la moneda dificultó las exportaciones del
resto de los sectores, cayendo sus beneficios y las nuevas inversiones, lo que
reorientó las inversiones hacia el sector de los recursos naturales. A largo
plazo, el país se encontró con una estanflación y con la moneda sobrevalorada.
(Mineral coltán, el
nuevo “oro azul”)
La abundancia de recursos
naturales es una realidad en muchos países del mundo y, en la mayoría de ellos,
han prevalecido regímenes cuasi dictatoriales. En Rusia, por ejemplo, el país
con mayores recursos naturales del mundo, el sistema democrático es aún
reciente.
Venezuela, en situación económica
comprometida y con un deteriorado nivel de vida de sus ciudadanos, tiene las
mayores reservas de petróleo del mundo y algunos minerales como hierro de alta
calidad, bauxita, oro, diamantes y torio, además de enormes reservas de coltán.
Este mineral, el nuevo “oro azul”, se utiliza para fabricar los componentes
clave de los teléfonos móviles, tabletas y otros dispositivos electrónicos.
Las mayores reservas de coltán se
encuentran en la República Democrática del Congo que, según el Programa de
Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), es uno de los países más pobres del mundo.
Afganistán, con enormes reservas
de litio y otros minerales, es otro ejemplo de la maldición de los recursos,
que impide a la población beneficiarse de una generosa naturaleza. La Unión
Soviética ya detectó la abundancia de yacimientos cuando invadió el país entre
1979 y 1989, pero no hizo nada para explotarlos. La economía afgana es ahora
muy frágil y depende de la ayuda de otros países.
Pero la maldición de los recursos
naturales no afecta a todos los países. Algunas naciones, como Noruega, Canadá
y Australia se han podido desarrollar a pesar de que cuentan con recursos
naturales en abundancia.
Los estudios llevados a cabo
muestran que la calidad de las instituciones del país determina que los
recursos naturales sean una maldición o una bendición para sus ciudadanos. Y
los indicadores de la calidad institucional de los países, según el Banco
Mundial, son el control de la corrupción, la efectividad del Gobierno y la
calidad regulatoria.
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