martes, 24 de agosto de 2021

FISCALIDAD MÁS JUSTA

 

Parece que las grandes economías están decididas a dejar a un lado la competencia fiscal entre países y poner remedio a la existencia de paraísos de baja tributación.

El pacto histórico que acaban de firmar establece un impuesto  de sociedades mínimo del 15% y la obligación a las empresas “más grandes y rentables” de tributar el 20% en aquellos países donde sus beneficios superen el 10% de la facturación.

Como afirmaba un dirigente alemán: “Es una buena noticia para la justicia fiscal y para la solidaridad, y una mala noticia para los paraísos fiscales del mundo”

Quizás el importante gasto público que han tenido que realizar los países para afrontar las consecuencias de la pandemia ha acelerado los debates que venían produciéndose en los últimos años. El punto de mira es ahora alcanzar un sistema fiscal más justo y eficaz en la era de la economía digital.

Entre los propios ciudadanos es bastante frecuente encontrarnos con quienes sienten un rechazo casi visceral a pagar impuestos, argumentando que tampoco pagan otros la parte que les corresponde. Lamentan que la evasión fiscal de algunos aumente la carga de otros y que se pierda capacidad para proveer servicios públicos.

Hay un análisis coste-beneficio individual, comparando la aportación realizada a la Hacienda Pública con los bienes y servicios públicos recibidos, que se mezcla con el papel redistributivo que deben cumplir los impuestos.

El nivel de impuestos de un país se mide con la presión fiscal, que es el cociente entre la recaudación y el PIB. Se recauda poco en España porque las bases imponibles son reducidas. El sistema impositivo tiene muchas deducciones y exenciones, que hacen descender tanto los ingresos por IVA como por rentas de capital.

Como vemos en el gráfico, en 2019 la presión fiscal en la Eurozona era del 41,6%; en el conjunto de la Unión Europea alcanzaba el 41,1%, y en España no pasaba del 35,4%

Aunque la presion fiscal española está por debajo de la media de la Unión Europea, el esfuerzo fiscal que realizan los contribuyentes está entre los más altos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El esfuerzo o sacrificio fiscal, utilizado por algunos analistas, es alto porque pone la presión fiscal en términos per cápita.

Este indicador, que se debate entre analistas, al conceder mayor peso al nivel de renta, afecta más fiscalmente a un país como España, con alto nivel de paro, contrataciones temporales y trabajadores en situación precaria.

La equidad horizontal exige incrementar las bases imponibles, corrigiendo las abundantes deducciones y exenciones fiscales de los impuestos más importantes. Podría ocurrir que aumente la presión fiscal, al crecer la recaudación sobre el PIB, pero se reduzca el esfuerzo fiscal, como consecuencia de un incremento mayor del PIB real por habitante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario