martes, 26 de febrero de 2019

PARADOJA DE LA ABUNDANCIA

Se puede constatar que algunos países con abundancia en recursos naturales no consiguen que avance su economía, como México, Guinea Ecuatorial y Brasil. En cambio, otras naciones, como Japón o Suiza, han logrado altas tasas de crecimiento económico, a pesar de su carencia de recursos brindados por la naturaleza.


Esta paradoja da pie a la denominada “maldición de los recursos naturales”. En muchas ocasiones, la abundancia de bienes naturales tiende a dificultar la mejora de factores importantes para el desarrollo económico, como el capital humano, la inversión, la investigación y desarrollo y las instituciones de gobierno.

No cabe duda de que los recursos naturales son una fuente importante de riqueza para los países, pero la experiencia demuestra que no son suficientes ni estrictamente necesarias para la prosperidad económica y el progreso. Algunos de los países más ricos del mundo (Hong Kong, Luxemburgo, Singapur) no deben su situación económica a la naturaleza, y otros (EE.UU , Reino Unido) se apoyaron en ella en el pasado, pero hoy día no constituye la fuente principal en la generación de sus rentas.

Uno de los argumentos que se utilizan para justificar la “maldición de los recursos naturales” es la volatilidad de los precios de los commodities (materias primas), que alteran algunas de las variables claves en una economía, provocando el aumento de la incertidumbre, que puede desalentar la inversión

Se ha podido constatar que, en un período de bonanza de las materias primas, con incremento de precios y aumento las exportaciones, puede darse una apreciación del tipo de cambio real de la moneda del país, provocándo en la economía la llamada “enfermedad holandesa”.


La expresión surgió en los años 1960, cuando los ingresos de divisas en Holanda aumentaron a consecuencia del descubrimiento de yacimientos de gas natural cerca del Mar del Norte. La moneda holandesa se apreció notablemente y perjudicó la competitividad internacional de los productos no energéticos exportados por el país.

En el siguiente gráfico, publicado en El Mundo hace unos años, podemos observar que, en un promedio de 146 Estados, cuando la aportación de los recursos naturales al PIB sube un 7%, la calidad de la democracia del país, en una escala de 1 a 10, desciende en 1 punto (10%)



La abundancia de recursos naturales afecta en muchos casos también a la calidad democrática de los países, como se aprecia en el gráfico. Un caso extremo es Guinea Ecuatorial, país regado por el petróleo, con un 80% de participación de los recursos naturales en el PIB, que tiene importantes carencias democráticas. En cambio Botswana, país del sur de Africa, con 50% de participación de los recursos naturales en el PIB, es una democracia consolidada.

En la explotación de los recursos naturales suele aflorar una renta extraordinaria, con tasas de rendimiento por encima de la normal, que crea incentivos para la captura de rentas o beneficios extraordinarios, y son distribuidos de modo muy desigual entre los factores productivos.

En un contexto de riqueza natural abundante se recomienda tratar de estabilizar la volatilidad de los precios, fomentar el ahorro, atender a los requerimientos de la justicia intergeneracional y apostar por la diversidad en el sector productivo, evitando convertirse en un monocultivo industrial (en muchos casos, alrededor del petróleo)

La “maldición de los recursos” no es una fatalidad para los países dotados en abundancia por la naturaleza, sino un riesgo que puede ser superado con buenas políticas económicas de las instituciones públicas.



















martes, 19 de febrero de 2019

JORNALEROS DIGITALES


Las transformaciones en el mundo del trabajo que se están produciendo derivan de los cambios en la estructura de las economías con la transición de la agricultura y la industria a los servicios, la presión de la globalización y los avances tecnológicos. Estas fuerzas globales ejercen una influencia importante en las organizaciones empresariales, que son las que eligen las modalidades de contrato laboral de sus empleados.

En las últimas décadas se está produciendo una transición hacia formas atípicas de empleo, entre las que destacan el empleo temporal, el trabajo a tiempo parcial, el trabajo temporal a través de agencias y las relaciones de trabajo encubiertas (falsos autónomos). El crecimiento de estas modalidades atípicas está provocando un aumento de la inseguridad para los trabajadores.

El avance tecnológico ha propiciado la aparición de las plataformas digitales, lugares de Internet que sirven para almacenar información, y funcionan con determinados sistemas operativos. Ejecutan programas o aplicaciones con diferentes contenidos, tales como textos, vídeos, juegos y otros.

El tipo de trabajo que generan las plataformas no se distingue mucho del que resulta de otras modalidades laborales que vienen funcionando desde hace tiempo. La diferencia es que utilizan como intermediaria una aplicación o herramienta digital.

Algunas plataformas se dedican a la asignación de microtareas, brindando a las empresas el acceso a una fuerza de trabajo amplia y flexible a la que ofertar la realización a distancia de tareas de escaso nivel, utilizando un ordenador e Internet. Pueden ser tareas de procesamiento de datos, transcripción de audio, traducción…



Las empresas publican en la plataforma los paquetes de tareas que deben realizarse y los trabajadores interesados seleccionan las que desean ejecutar, recibiendo un pago por su labor en base al precio indicado por la empresa, menos la comisión que cobra la plataforma.

En un reciente informe, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la agencia de la ONU que reúne a gobiernos, empleadores y trabajadores de 187 Estados miembros para establecer las normas del trabajo, pone el foco especialmente en estas plataformas, advirtiendo que los sitios web de microtareas y el trabajo mediante aplicaciones podrían recrear prácticas laborales que se remontan al siglo XIX, cuando prevalecía una estructura económica preindustrial.

El organismo internacional apunta que tienden a crear “jornaleros digitales”, con empleos sin protección social ni derechos laborales mínimos. Advierte que, si se deja a la economía digital que siga como hasta ahora, van a ampliarse las desigualdades.

Aunque en los países industrializados este tipo de empleo predomina en las ocupaciones de salarios bajos, en los países en desarrollo, el empleo ocasional representa una parte importante del empleo asalariado, pero además ha habido una proliferación del trabajo atípico en sectores donde el empleo a tiempo completo era más común, como en el sector público o el manufacturero.

La OIT recomienda establecer una “Garantía Laboral Universal”, para fijar unos derechos mínimos de los trabajadores, independiente de que tengan un empleo a tiempo completo o contrato temporal o que su trabajo consista en realizar microtareas online desde el domicilio para multinacionales, con derechos mínimos garantizados, entre los que se encuentran la libertad sindical, la negociación colectiva, un salario digno, la protección social y la limitación de las horas de trabajo.

La proliferación del trabajo atípico tiene consecuencias negativas también para la economía, tales como la escasa inversión en innovación y el estancamiento de la productividad, que tienden a reducir el rendimiento económico a largo plazo.











martes, 12 de febrero de 2019

FINANCIACIÓN A PAÍSES EN DESARROLLO

Los movimientos internacionales de capital han ido acelerándose en las últimas décadas. A mediados del siglo XX, los activos externos de los países representaban el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial y en la actualidad superan el 150%. La integración financiera internacional se va intensificando y crece el tamaño del sistema financiero global.

Se considera que son dos los factores que han impulsado el flujo internacional de capitales: las innovaciones tecnológicas, que al reducir los costes de información y transacción han aumentado la rentabilidad de los flujos, y los procesos de liberalización de los movimientos financieros exteriores, que se iniciaron hacia 1970.

Los flujos de capitales se guían por las oportunidades de inversión internacional y las diferencias de las tasas de ahorro. Los flujos entre los países van en doble sentido, pero los valores netos quedan determinados por las diferencias en los tipos de interés de los países. La entrada de capitales es generalmente mayor en los países con tipos de interés más altos.

Además de la búsqueda del interés más elevado, los inversores tratan de diversificar para reducir riesgos. Se emprenden también inversiones internacionales como estrategia empresarial. Es el caso de los fabricantes de automóviles, que construyen plantas de montaje en diversos países.

En el caso de los países en desarrollo, según “World Economic Report”, un informe de la UNCTAD (ONU), los flujos de capital más importantes que les llegan son los de Inversión Extranjera Directa (IED), una modalidad de financiación a largo plazo y transferencia de tecnología, que puede permitirles la inserción en las cadenas de valor global.

En los años de crisis financiera, la financiación a largo plazo ha descendido notablemente, sobre todo la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que representa la tercera parte de la recibida en forma de IED.


Tenemos en el gráfico la evolución en la última década de la financiación recibida por los países menos desarrollados. Destaca la Inversión Extranjera Directa (IED), seguida de las Remesas de emigrantes, Inversión en cartera (títulos), Préstamos bancarios y Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)

Los estudios realizados por técnicos del FMI señalan que en los países catalogados como de “bajos ingresos” (menos de 1.000 dólares de renta media anual por habitante) harán falta 528.000 millones de dólares (0,5% del PIB mundial) para lograr un avance significativo hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados para 2030 en términos de educación, salud, carreteras, electricidad, agua y saneamiento. Se estima que la tercera parte podría ser financiada con ingresos tributarios adicionales de los propios países, por lo que el sector privado, las AOD y las instituciones internacionales de financiamiento tendrán que financiar los restantes dos tercios del gasto.

A fin de presentar al sector privado oportunidades de inversión, se viene recomendando a los países receptores de fondos un esfuerzo en la mejora del entorno empresarial, el impulso de la formación de capital humano y la puesta en funcionamiento de políticas activas que permitan crear tejido productivo local.




martes, 5 de febrero de 2019

VENTAJA COMPARATIVA Y VENTAJA COMPETITIVA

El economista escocés Adam Smith, a finales del siglo XVIII, observó la tendencia a especializarse en la producción de los bienes que cada país podía obtener en mejores condiciones y comerciar con otras naciones para beneficio de todos. Es la clásica división del trabajo en función de las diferencias de recursos naturales, capital y trabajadores, basado en la ventaja absoluta.


Medio siglo más tarde, David Ricardo, también economista británico, avanzó hacia la teoría de la ventaja comparativa, señalando que, incluso si un país es más productivo que otro en todos los productos, le interesa dedicarse siempre al bien en el que comparativamente es más productivo.

La ventaja comparativa podemos experimentarla en la vida diaria. Un ejemplo es la contratación de una persona cuidadora de los hijos. Seguramente los padres serán mejores que una persona ajena a la familia en el cuidado de los niños y también con mayor nivel en la vertiente profesional, pero eligen trabajar en lugar de cuidar a los hijos porque tienen ventaja comparativa como profesionales: consiguen mayor retribución que el gasto por el cuidado de los hijos por otra persona.

El comercio internacional se rige por la ventaja comparativa. Para ver el significado de este concepto de modo práctico, veamos un ejemplo simplificado. Supongamos que dos países, ALFA y BETA , producen los bienes X e Y. En el siguiente cuadro tenemos los tiempos de trabajo por unidad de producto que necesitan los países:


Se puede observar que el país ALFA es más eficiente que BETA, dado que obtiene los dos productos en menor tiempo. Pero aunque tenga ventaja absoluta le interesará dedicarse al producto con mayor ventaja relativa y comerciar con el otro país.

Por tanto, necesitamos calcular los costes relativos en cada país de un producto respecto del otro



Vemos que, para ALFA, el coste relativo (también llamado coste de oportunidad), de producir una unidad del producto X es de 0,5, lo cual significa que para hacer una unidad de producto X renuncia a 1/2=0,5 del producto Y, puesto que en una hora puede hacer una unidad de producto X o 0,5 de producto Y. El coste relativo de fabricar el producto Y es 2/1=2, dado que para hacer una unidad de producto Y renuncia a obtener 2 de producto X. Razonando del mismo modo con BETA, el producto X tiene un coste de 3/4=0,75 y el producto Y es 4/3=1,3.

Como a cada país le interesa producir aquel bien que tenga menor coste de oportunidad (renuncia a menos), ALFA producirá el producto X y BETA el producto Y, intercambiándose los productos a través del comercio internacional.

Los expertos que estudian el comercio internacional han encontrado tres fuente básicas de ventaja comparativa. La primera es la diferencia en el clima. Por ejemplo, los países tropicales exportan productos tales como azúcar, café y bananas, en tanto que los situados en zonas templadas destacan por el grano de trigo y de maíz. Las diferencias de estaciones entre los hemisferios norte y sur tienen asimismo incidencia en el movimiento de mercancías

Otra fuente de ventaja comparativa es la diferencia en la dotación de factores productivos entre los diversos países. El modelo de los economistas suecos Heckscher-Ohlin señala que un país con oferta abundante de un factor de producción (tierra, trabajo, capital físico o capital humano) tendrá una ventaja comparativa en los bienes cuya producción sea intensiva en ese factor. Un ejemplo es el comercio internacional de ropa, que al ser intensiva en trabajo, tienen ventaja comparativa en países como China y Bangladesh, que cuentan con oferta de trabajo abundante.

Las diferencias en tecnología o técnicas utilizadas en la producción dan lugar también a la ventaja comparativa. A veces son los conocimientos acumulados por experiencia y en otras ocasiones se trata de innovaciones tecnológicas, que pueden resultar importantes en un momento dado.

Así como en macroeconomía internacional se analiza la ventaja comparativa para aproximarse a la eficiencia productiva de los países en sus diferentes sectores, en la gestión empresarial resulta relevante la posición en el mercado o ventaja competitiva, un concepto que introdujo en los años 80 Michael Porter, economista e investigador de la Universidad de Harvard.

Porter define le ventaja competitiva como el valor diferencial que tiene una empresa respecto a sus competidoras, que la hace situar su producto o servicio en el mercado en condiciones mejores que la competencia, con capacidad para sostener en el tiempo de modo rentable, apoyándose en tres estrategias: liderazgo en costes, diferenciación del producto o servicio y enfoque o concentración en un segmento del mercado.