martes, 29 de diciembre de 2015

CAMBIO TECNOLÓGICO Y EMPLEO

En 1995 se publicó en Estados Unidos la obra de Jeremy Rifkin, economista y sociólogo, titulada “El fin del trabajo”, con una conclusión inquietante: las nuevas tecnologías de los ordenadores y de las comunicaciones destruyen más puestos de trabajo de los que crean, lo cual tiende a provocar notables desequilibrios a nivel mundial. 

Rifkin argumenta que, en el siglo XXI, los robots y los ordenadores se introducirán con mucha mayor rapidez que en las anteriores revoluciones industriales, por lo que los países tendrán menos tiempo para reemplazar con nuevos empleos, que requieren preparación, a las personas desempleadas. 

Los trabajadores han temido siempre perder su empleo por el avance de las máquinas. Recordemos que, a comienzos del siglo XIX, ya hubo una reacción violenta en Inglaterra, conocida como el “movimiento ludita”, protestando contra los despidos en fábricas textiles, que llegó a la destrucción de telares introducidos por la Revolución Industrial. 

Los efectos del cambio tecnológico sobre el empleo son tanto en calidad (condiciones de contratación), como en cantidad (puestos de trabajo). Ambos impactos han venido afectando durante las últimas décadas a determinados segmentos de la población, acentuando desigualdades de renta. Algunos analistas señalan la “polarización de los trabajos”, con la reducción de los de bajo nivel y el incremento en la demanda de los altamente cualificados, aquellos que requieren flexibilidad, creatividad o interacción entre las personas.

El economista Joseph Schumpeter denominó “destrucción creativa” a la innovación tecnológica que se da en el sistema capitalista y lo describía como un proceso de cambio industrial que revoluciona incesantemente la estructura económica desde dentro, destruyendo la antigua y creando una nueva. 

Este proceso típico del capitalismo consigue aumentar la productividad, haciendo que muchos bienes que estaban al alcance de pocas personas sean accesibles hoy día para sectores más amplios de la población. Las nuevas tecnologías amplían la oferta de los productos considerados, en principio, más bien de lujo y empujan los precios hacia abajo para atender una demanda más amplia. Así es como las innovaciones han eliminado puestos de trabajo en algunos sectores, pero han creado al mismo tiempo empleos en nuevas industrias. Se ha concluido que el resultado ha sido positivo para el conjunto de la sociedad.

Pero se sospecha que actualmente la tecnología puede estar eliminando más puestos de trabajo que los que crea. Algunos han argumentado comparando los tres grandes suministradores de coches con los tres principales monstruos de la tecnología. En 1990, Ford, GM y Chrysler tuvieron 36.000 millones de dólares de ingresos y emplearon a más de 1 millón de trabajadores, mientras que hoy día Google, Facebook y Apple alcanzan más de 1 billón de ingresos y sólo dan empleo a 137.000. 

Quizás, una reflexión de Stephen Hawking, conocido físico británico, ayude a profundizar en esta controvertida cuestión: "Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas. Todo el mundo podrá disfrutar de una vida de lujo ociosa si la riqueza producida por las máquinas es compartida, o la mayoría de la gente puede acabar siendo miserablemente pobre si los propietarios de las máquinas cabildean con éxito contra la redistribución de la riqueza. Hasta ahora, la tendencia parece ser hacia la segunda opción, con la tecnología provocando cada vez mayor desigualdad".

martes, 22 de diciembre de 2015

DESEQUILIBRIOS COMERCIALES

Si un país no tuviera relaciones comerciales con el extranjero (autarquía), toda la renta nacional estaría generada por el consumo interno, la inversión y el gasto público. En cambio, en las economías abiertas al exterior, una parte del producto obtenido es exportado y, al mismo tiempo, el país consume también cierta cantidad de productos importados.

Los intercambios provocan desequilibrios  comerciales con el resto del mundo y originan desajustes entre el ahorro y la inversión de los países. En una economía abierta, la inversión y el ahorro no tienen que coincidir necesariamente. Los países se endeudan cuando importan más de lo que exportan y envían ahorro al exterior cuando las exportaciones superan a las importaciones.

Recordemos que la renta nacional (Y) de un país responde a la conocida expresión Y = C + I + G + X – M, donde  C es el consumo privado,  I representa la inversión privada, G indica el gasto público, X recoge las exportaciones y M las importaciones.

La diferencia entre exportaciones e importaciones (incluyendo mercancías, servicios, rentas y transferencias) es el saldo de la balanza por cuenta corriente (CC). Es decir,  CC = X – M. Si la diferencia es expositiva, el país tiene un superávit en la cuenta corriente y, si es negativa, una déficit. 
 
Como un déficit quiere decir que el país ha comprado al exterior más que lo que ha vendido, tendrá que financiar esa diferencia endeudándose con otros países. El saldo de la Inversión Internacional será negativo, tal como se representa en el siguiente gráfico, que  corresponde a la situación de España


Observamos que la diferencia negativa entre los activos y los pasivos frente al exterior supera al billón de euros (98% del PIB), cuando la Comisión Europea tiene fijado como referencia el 35% del PIB

En el caso de un país con superavit de la cuenta corriente (Alemania, por ejemplo) significa que está ingresando por exportaciones más de lo que se paga por importaciones, financiando el déficit comercial de otros países prestándoles dinero.

Por lo tanto, la balanza por cuenta corriente muestra la variación de la riqueza exterior neta de un país. En términos de comercio intertemporal, un país con déficit por cuenta corriente está importando consumo presente y comprometiéndose a exportar consumo en el futuro.


En cuanto a ahorro e inversión, una economía abierta al exterior puede incrementar el nivel de inversión temporalmente sin variar el volumen de ahorro interno,  endeudándose con el exterior a través del déficit de la cuenta corriente. Es lo que sucedió en el  período 2001-2007 en España, los años de gestación de la burbuja inmobiliaria, que ha dejado la enorme deuda externa neta representada en el gráfico.  

martes, 15 de diciembre de 2015

LA CONTAMINACIÓN COMO EXTERNALIDAD

Tras el cambio a última hora de “deberán” por “deberían” en el documento final, en referencia a las obligaciones de los países de recortar la emisión de gases de efecto invernadero, el plenario de la Cumbre del Clima, celebrado en París, ha aceptado el objetivo de aplicar las medidas necesarias para que el aumento de la temperatura media del planeta quede por debajo de los dos grados

Cuando hablamos de la crisis del cambio climático, en general, nos referimos a las alteraciones de los sistemas del clima del planeta atribuidas a actividades humanas, tanto de la quema de combustibles como de la explotación de los recursos naturales y la producción y consumo de energía y bienes industriales. 

Además de los automóviles, las fábricas también contaminan el aire y los agricultores utilizan fertilizantes y pesticidas que afectan al agua. En general, el crecimiento económico, que eleva tanto la producción como el consumo, tiende a generar perjuicios medioambientales. 

Hay cierta corrección en la tendencia a medida que aumenta la proporción del sector servicios, dado que el consumo de materias primas y de energía es menor por euro de Producto Interior Bruto. 

Algunos analistas afirman que, al avanzar en el desarrollo económico, aumenta también en los países la exigencia de políticas medioambientales y se hacen más rigurosas las normativas para conseguir aire y agua limpios.

Estudiando la relación entre nivel de la renta y la contaminación se llegó a establecer la curva medioambiental de Kuznets, con forma de U invertida, que se representa esquemáticamente en el siguiente gráfico

A medida que crecen las economías, inicialmente aumenta el daño medioambiental, pero se van cuidando más los efectos sobre el clima cuando se alcanza cierto nivel de renta. China ha sido un ejemplo de pasar del punto A al B y algunos países occidentales desarrollados podrían estar avanzando de C a D.

Sin embargo, parece que ha sido sólo en los países desarrollados donde se han encontrado evidencias de crecimientos económicos generadores de mayor deterioro medioambiental en el corto plazo y que en el largo plazo han evolucionado hacia una menor contaminación. En los países en desarrollo, todo crecimiento económico se traduce más bien en deterioro medioambiental. 

Parece comprobado que, al igual que en el caso de los demás recursos, cuando la contaminación no tiene ningún coste, los productores carecen de incentivos para limitar las emisiones contaminantes. En cambio, si por contaminar hay que pagar un precio, tratan de encontrar soluciones para reducirla. Y si el precio es alto, contarán con incentivo suficiente para investigar y desarrollar métodos para evitar el daño medioambiental.

Como la contaminación actúa como externalidad negativa, la degradación del medio ambiente no afecta a los mismos que, al no tener que asumir los costes, se benefician de la actividad contaminadora. Cuando afecta a las personas cercanas, los mecanismos políticos son generalmente suficientes para resolver el problema de la externalidad negativa. En cambio, si las comunidades afectadas están lejos, los problemas para controlar la externalidad son mayores. Y cuando afecta a todo el planeta, como el calentamiento de la atmósfera, las dificultades son máximas, ya que al ser global el problema de contaminación, menos se beneficia directamente cualquier país de su esfuerzo de reducción de las emisiones.

Lo cierto es que existe todo el conocimiento y la tecnología que hace falta para prevenir la crisis climática. El problema es contar con la voluntad y el poder político y económico para aplicar las medidas necesarias para detener el calentamiento global. 

Por ello, el documento firmado en París señala que "las partes que son países desarrollados deberían seguir encabezando los esfuerzos y adoptando metas absolutas de reducción de emisiones para el conjunto de la economía". Y añade que cada país “debería” poner en marcha “medidas domésticas” de mitigación para cumplir con los objetivos nacionales que se haya fijado en su contribución.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

POLÍTICAS DE COMERCIO EXTERIOR



La política comercial se define como la gestión de los instrumentos que disponen los países para establecer las relaciones comerciales con el resto del mundo. Se distinguen básicamente dos tipos de políticas: proteccionismo y liberalismo.

El proteccionismo tiene por objetivo ayudar a desarrollar los productos de ciertos sectores de un país, imponiendo aranceles o tributos y cuotas de importación a los bienes que llegan del exterior. En cambio, el liberalismo propugna la libre competencia en los productos de diferentes países, sin ninguna intervención gubernamental.

Tras la Segunda Guerra Mundial, hasta la década de los años setenta, fueron muchos los países que trataron de avanzar en su desarrollo limitando las importaciones de bienes manufacturados El objetivo era fomentar el desarrollo de algunos sectores industriales propios, dándoles una ventaja competitiva en el mercado nacional. La estrategia se justifica como una sustitución de importaciones para proteger a la industria naciente, dado que los sectores más desarrollados del exterior pueden echar del mercado a los productores locales y debilitar más la situación económica del país en desarrollo. Hay evidencias de que los grandes países actuales comenzaron a dotarse de este tipo de protección a finales del siglo XIX.

Se reconoce que la sustitución de importaciones ha ayudado a muchos países a incrementar su producción industrial, pero resulta dudoso que haya servido para avanzar en su desarrollo económico. La estrategia no dio los frutos que se esperaban. Se vio que un período de protección no basta para crear un sector competitivo, porque muchos países carecen de trabajadores cualificados, de gestores experimentados y del entramado organizativo necesario para producir con eficiencia. 

Los aranceles y las cuotas de importación ayudan a sobrevivir a un sector ineficiente, pero no pueden lograr directamente convertirlo en eficiente. 

En el gráfico podemos observar la caída de los tipos arancelarios en los países en desarrollo, lo que indica que, con el paso del tiempo, se ha dado un alejamiento de la estrategia de industrialización mediante la sustitución de importaciones. A principios de los años 1980, el arancel o tributo medio era del 30% y en la actualidad no pasa del 10%

Muchos países en desarrollo bajaron la protección arancelaria y eliminaron las cuotas de entrada a los productos extranjeros, abriendo sus economías a la competencia de las importaciones. Se pudo comprobar que la liberalización comercial atrae capital y tecnología a un país, mejorando las infraestructuras y aumentando la productividad.

A partir de 1985, la nueva estrategia de liberalización comercial en los países en desarrollo ha tenido como consecuencia un notable aumento del volumen del comercio, que ha triplicado su relación con respecto al PIB desde 1970

Otra consecuencia significativa ha sido la composición del comercio de esos países, que pasó de exportar productos agrícolas y minería básicamente hasta 1980, a exportar una proporción elevada de bienes manufacturados. 

Algunos países, como la India, han acelerado el crecimiento con la liberalización, pero en otros, como Brasil y ciertos países latinoamericanos, las tasas de crecimiento han sido menores a partir de los años 1980. En cualquier caso, tras el proceso liberalizador, los economistas muestran su preocupación por el aumento de la desigualdad que se observa en los países en desarrollo.

En los años 1990 se observó que se estaban consolidando sorprendentes historias de desarrollo. Algunas economías habían logrado acelerar el crecimiento y sus rentas comenzaban a converger con las de los países desarrollados. En un principio destacaban pequeñas economías del sudeste asiático, tales como Taiwan, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong, pero el despegue económico llegó a los gigantes China y la India. 

En la estrategia de política económica aplicada por estos países destaca una mayor regulación gubernamental en determinadas áreas, con un impulso hacia un comercio más libre. China está convirtiendo un país de planificación central en una economía de mercado, admitiendo la búsqueda del propio beneficio. Las reformas económicas en todos los países consiguieron un notable incremento de la exportación en relación con el PIB

Como la reducción de las restricciones a la importación fue solo un componente de las reformas económicas que realizaron los países asiáticos, resulta difícil valorar la importancia que ha tenido la liberalización comercial en el éxito económico. Se ha debatido mucho, por ello, sobre las causas del despegue económico de Asia. En cualquier caso, puede ser una evidencia de que el nivel de vida de los países pobres es susceptible de mejorar notablemente, con un crecimiento económico sostenible y con inclusión social.

martes, 1 de diciembre de 2015

BIENES PÚBLICOS Y PRIVADOS

La sociedad está constituida por un conjunto de instituciones con el objetivo de organizar la convivencia entre los ciudadanos. Destacan entre ellas el Estado y el mercado.  El Estado es una organización política, económica y social que tiene el poder de establecer regulaciones y al que se le reconoce el monopolio de la fuerza. El mercado se caracteriza por abarcar las transacciones económicas entre ciudadanos e instituciones.

Uno de los  argumentos habituales para justificar la intervención del Estado en la economía, asumiendo una actividad asignada  en principio al mercado, es que éste tiene lagunas y fallos en su funcionamiento, entre los cuales se encuentra la incapacidad para la provisión de algunos bienes o servicios, a los que se denomina bienes públicos (por ejemplo, un parque) y se caracterizan básicamente en que las personas que no los pagan directamente pueden también utilizarlos, al tratarse de un bien que no excluye a nadie. En cambio, los bienes privados solo pueden utilizarlos quienes paguen su precio en el mercado, excluyendo al resto de interesados. Además, los bienes privados son del tipo “rivales”, porque mientras uno los utiliza, nadie más puede disfrutarlos (la ropa, por ejemplo)  

En el siguiente cuadro se recogen las cuatro clases de bienes, con ejemplos de cada uno


Los bienes públicos se producen para todos, porque una vez realizados no se puede excluir a nadie de su consumo o utilización. Por tanto, producen efectos sobre terceros que no han participado directamente en su producción (externalidades positivas)

El mercado es incapaz de suministrar un bien público (fallo de mercado), al no poder contar con ingresos que compensen los costes incurridos. Es el Estado quien, mediante impuestos, cobra el servicio a los beneficiarios de las externalidades.

Los bienes públicos (puros) cumplen las propiedades de no  ser excluibles vía precios y su utilización es del tipo “no rival”, Es el caso del espectáculo de una sesión de fuegos artificiales. El hecho de que los disfrute una familia no impide que otras puedan hacerlo (consumo no rival), y no existe un precio que excluya al que no pueda pagarlo.

Cuando un bien excluye, al tener que pagar un precio, pero es de tipo no rival, en cuanto que el uso que haga una persona no impide que puedan disfrutarlo otras, estamos ante bienes llamados monopolios naturales. Dado su alto nivel de inversión, el uso eficiente exige generalmente la presencia de grandes entidades. Por ejemplo, la televisión por cable.

Hay algunos bienes o servicios que cumplen la propiedad de “rivalidad”, en cuanto que si uno utiliza el bien, otro no puede disfrutarlo, pero no de exclusión, al poder ser utilizados por todos.   Reciben el nombre de “bienes o recursos comunes” y se sitúan entre lo privado y lo público.

La mayoría de los bienes en nuestra economía son de naturaleza privada, dado que se encuentran en el mercado y se guían por los precios, que son las señales que utilizan los compradores y los vendedores para tomar sus decisiones.

La “tragedia de los bienes comunes” ha sido descrita como una situación en la que varias personas, motivadas por el interés personal y actuando racionalmente, acaban utilizando inadecuadamente un recurso compartido, aunque no les convenga que se deteriore y se acabe destruyendo. Es el caso de la sobreexplotación de los bancos de pesca, que beneficia a corto plazo a los depredadores, pero acaba perjudicando  a todos en el largo plazo.

Los bienes públicos y los recursos comunes necesitan una gestión y un mecanismo de control que asegure su utilización y disfrute, así como un sistema que garantice su sostenibilidad.


martes, 24 de noviembre de 2015

LA EXPANSIÓN MONETARIA

La política monetaria de la Eurozona es gestionada por el BCE, que junto con los bancos centrales nacionales, forman el denominado “Sistema Europeo de Bancos Centrales”. La diferencia con otros bancos centrales, tales como la Reserva Federal estadounidense y el Banco de Inglaterra, es que estos dos últimos van más allá de gestionar el tipo de interés y utilizan políticas de estímulo para alcanzar el máximo nivel de empleo.

El objetivo prioritario de la política monetaria del BCE, fijado en sus estatutos, es mantener el poder adquisitivo de la moneda única y, de este modo, la estabilidad de los precios, que se define como un incremento interanual del IPC en torno al 2%. Como objetivo secundario, el BCE apoya las políticas económicas encaminadas a mejorar el nivel de empleo y alcanzar un crecimiento sostenido no inflacionista.

Las ganancias o pérdidas de competitividad entre los miembros de la Eurozona por diferencias en los niveles de inflación están siendo gestionadas con decisiones económicas internas por los países afectados, imponiendo medidas de austeridad, que han afectado sobre todo a las partidas presupuestarias de gasto social.

Las autoridades financieras suelen seguir dos tipos de estrategias para alcanzar el objetivo de la estabilidad de los precios: a) fijar un objetivo monetario, anunciando el banco central una tasa de incremento de la cantidad de dinero y b) establecer la senda deseada para la futura inflación, tomando las medidas correctoras necesarias.

El BCE ha optado por un enfoque intermedio, con elementos de las dos estrategias que hemos indicado, aduciendo que actualmente los datos empíricos disponibles en los países de la Eurozona no son suficientemente fiables, debido a la ruptura estructural que supuso la irrupción de la moneda única en el entramado europeo. 

Para garantizar la estabilidad de los precios se disponen de tres instrumentos de política monetaria: a) las operaciones de mercado abierto, que consisten en la compraventa de bonos, inyectando o detrayendo dinero, para controlar los tipos de interés del mercado; b) las facilidades permanentes, que tienen por objeto gestionar la liquidez, concediendo préstamos a los bancos a un día o aceptando depósitos en los bancos centrales de excedentes de liquidez y c) el mantenimiento obligatorio de reservas mínimas de dinero en las entidades financieras, a fin de estabilizar los tipos de interés del mercado a corto plazo.

El BCE está utilizando el primero de los instrumentos citados, el programa de expansión monetaria, consistente en la compra de activos públicos y privados, a razón de 60.000 millones de euros mensuales, con una proporción de títulos públicos del 80%. Por lo tanto, sigue en la línea de ampliar su balance hasta la cifra prevista de 1,1 billones de euros en septiembre de 2016.

En cifras acumuladas, como observamos en el siguiente gráfico, en los ocho primeros meses del programa, el BCE compró cerca de 400.000 millones de euros de bonos públicos, con un vencimiento en torno a 10 años en el caso de los títulos de España.



Ante el recrudecimiento de la crisis de deuda, que disparó el año pasado las primas de riesgo de países como España e Italia hasta niveles superiores al 6%, el BCE dio un golpe de efecto declarando que “haría todo lo que hiciera falta para salvar al euro”. Las primas de riesgo fueron descendiendo y, tras el programa de compras de deuda pública, la prima española a 10 años ha descendido hasta los 1,1%, ayudada por la mejora del rating soberano otorgado por la agencia S&P.


La semana pasada anunció Draghi que se tomarán medida para subir la inflación, dando un paso adicional en la política expansiva. Parece que no son buenas las perspectivas económicas cuando hasta el presidente del Bundesbank alemán admite que la inflación está lejos de volver a los niveles cercanos al 2% y reclama a su propio Gobierno inversiones en infraestructuras, es decir, una política fiscal más expansiva.

martes, 17 de noviembre de 2015

ESTRUCTURAS DE MERCADO

La política de defensa de la competencia trata de ejercer un papel determinante en el correcto funcionamiento de los mercados. En los últimos años, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) española y la Comisión Europea han adoptado decisiones en relación con infracciones de las leyes en materia de competencia y en el control de fusiones y adquisiciones. El objetivo es que las estructuras respondan al funcionamiento de una economía de libre mercado. 

Cuando existen muchos compradores y vendedores de un producto, sin que ninguno represente una gran proporción del mercado, los vendedores no pueden influir en el precio, pero logran vender toda su producción. Este es un mercado de “competencia perfecta”. Por ejemplo, miles de agricultores producen trigo, que es adquirido por miles de compradores para producir harina y otros productos. Por tanto, se supone que ningún agricultor ni comprador puede influir en el precio. 

En cambio, cuando hay unas pocas empresas que fabrican para cierto mercado influyen sobre los precios de los productos, pero si quieren vender mayor cantidad tienen que reducir los precios. Se dice que funcionan como “competencia imperfecta”.

En este tipo de mercados puede haber un productor único (monopolio) o unas pocas empresas importantes (oligopolio). Cuando se producen economías de escala (disminución del coste unitario al aumentar la producción) a nivel de la empresa, es habitual que se reduzca el número de supervivientes y cada una produzca un bien que se diferencia del fabricado por sus competidores (competencia monopolística).

El monopolio 

El monopolio es un caso extremo de competencia imperfecta. Una única empresa atiende toda la demanda de un producto, controlando el precio y las demás condiciones de venta. Esta situación suele darse cuando una entidad controla en exclusiva un recurso necesario para llevar a cabo la producción. También puede suceder que la empresa tenga la patente o los derechos legales para comercializar el producto.

La posición de poder del monopolista suele perjudicar a los consumidores porque mantiene los precios altos y produce una cantidad inferior a la demanda potencial del mercado. Por ejemplo, en España, la distribución de luz de alto voltaje está en manos de Red Eléctrica de España, de carácter semipúblico.

Para corregir las ineficiencias provocadas por la existencia de los monopolios, los Gobiernos suelen adoptar diferentes medidas, tales como la regulación de precios, promoción de empresas públicas y legislación antimonopolio.

El oligopolio

En el oligopolio, las empresas ofrecen productos con poca diferenciación y se reparten el mercado entre unas pocas entidades. Las inversiones necesarias para competir en el mercado son tan elevadas que resultan accesibles únicamente para grandes corporaciones. Un ejemplo conocido de oligopolio lo constituyen las empresas de telefonía móvil, en el que una media docena se reparten la demanda del mercado.

Para medir si existe o no oligopolio se utiliza el "coeficiente de concentración de las cuatro mayores empresas de un tipo concreto de producto o servicio, calculando la cuota de mercado que representan. Cuanta más elevada es la cuota más evidente es el funcionamiento oligopolístico. 

Las empresas de este tipo de mercado pueden llegar a acuerdos entre ellas, repartiéndose la demanda, para subir los precios y limitar la producción. Cuando el acuerdo es formal se conoce como cártel. Es el conocido caso de la OPEP, que condiciona el precio internacional del petróleo. En algunos sectores se reconoce que hay un líder informal que fija los precios y es seguido por los otros productores.

En España funcionan con estructura de oligopolio unos mercados tan importantes como el energético y el petroquímico. Las consecuencias son que se encarece el nivel de vida para los ciudadanos, aumentan los costes de la energía para otros sectores productivos y las empresas suministradoras aumentan los beneficios a base subir los precios

La competencia monopolística

En la siguiente imagen tenemos marcas muy conocidas de empresas que operan en competencia monopolística, un modelo que está entre la competencia perfecta y el monopolio. 


En este tipo de competencia hay muchos productores y los productos que venden se diferencian entre ellos. Ejemplos cercanos serían la ropa, el calzado y los restaurantes.

La diferenciación consiste en tratar de que el consumidor perciba el producto de la empresa como diferente del resto de bienes similares. La diferencia puede deberse a la calidad, al diseño o la imagen de marca que proyecta la empresa. El coste de la diferenciación será compensado con creces por el mayor precio que el producto estándar. Es el caso de las bodegas de vinos con denominaciones de origen de prestigio. 

A corto plazo pueden comportarse como monopolísticas, usando su poder para generar mayores beneficios, pero a largo plazo, con el señuelo de las altas ganancias, entrarán en el sector otras empresas, que forzarán a comportarse de modo más cercano a la competencia perfecta. 

La mayor apertura a la competencia se produjo en España a partir de la entrada en vigor del Mercado Único Europeo, en 1993, cuando se aceleró el desarme arancelario, poniendo en funcionamiento procesos de liberalización en el transporte aéreo y de mercancías por ferrocarril, distribución de carburantes, telecomunicaciones y sector eléctrico. 

martes, 10 de noviembre de 2015

ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN

Los demógrafos indican que nos encontramos hacia el final de la etapa de transición demográfica, con un estancamiento del tamaño de la población y un aumento de la esperanza de vida, que está acelerando el envejecimiento.

La transición demográfica es un  proceso que ocurre en los países a medida que avanzan en el nivel de desarrollo: las tasas de mortalidad y de natalidad disminuyen de manera importante

La transición ha concluido en gran medida en los países desarrollados, pero prosigue en los que están en vías de desarrollo. El elevado crecimiento de la población de algunos países se debe a que han descendido las tasas de mortalidad más deprisa que las de natalidad,  señal de que la transición demográfica no ha terminado.

La longevidad, que apenas cambió hasta el siglo XVIII, está aumentando en las últimas décadas, sobre todo en el mundo desarrollado. La tasa de mortalidad en España (número de personas fallecidas por cada mil habitantes), que era de 8,60 en 1960, descendió hasta 8,46 en el año 2014,  y la esperanza de vida se ha elevado hasta los 80 años en los hombres y 86 en las mujeres. Solo Japón se sitúa por delante de España en esperanza de vida al nacer.

La disminución de la mortalidad se debió a tres factores: la mejora del nivel de vida, sobre todo de la alimentación; las medidas de salud pública, como el suministro de agua potable, alimentos sanos y drenaje de ciénagas, y el avance de los tratamientos médicos.

La natalidad también ha descendido aceleradamente en el mundo desarrollado en el último siglo, pasando de más de cinco hijos por mujer en 1964 a menos de dos en la actualidad. El índice de fecundidad  (número de hijos por mujer) en España es de 1,32. Un índice de fecundidad inferior a 2,1 por mujer (fecundidad de reemplazo) no mantiene estable la pirámide de población.

Como una imagen del envejecimiento en España, en el siguiente gráfico tenemos la evolución de la edad media de los hombres y las mujeres. Observamos que en los últimos 17 años la edad media ha aumentado aproximadamente 3 años, es decir, algo más de 2 meses por año.


Un informe de Naciones Unidas, “Perspectivas de la Población Mundial 2015”, augura cierto descenso de habitantes en algunas zonas geográficas, que puede extenderse también a la Eurozona en el 2030.

En el caso de España,  al final de 2014, la población  era de 46,6 millones, con un descenso del 0,4% sobre el año anterior. Los extranjeros registrados suponían un 10,5%.

Una menor población puede ocasionar la reducción de la oferta laboral, la disminución del consumo y la caída de la inversión, todo lo cual llevaría a un menor Producto Interior Bruto.

Pero hay que contar con los avances tecnológicos, que  pueden llevar al aumento de la productividad, incrementando la capacidad productiva de las personas empleadas, que son las que sostienen a la población inactiva. Algunos economistas apuntan a una menor necesidad de población activa en las próximas décadas, precisamente por el incremento de la productividad y la organización basada en la tecnología.

En cualquier caso, se debe tener en cuenta que el envejecimiento de la población y el aumento del ratio de dependencia de los inactivos respecto de los empleados puede también aumentar el gasto público en pensiones, salud y dependencia.

La inmigración puede suavizar los efectos negativos del cambio demográfico en los países desarrollados, pero los flujos migratorios dependen tanto de las condiciones que concurren en las naciones de origen como de la acogida y las políticas de integración que apliquen las comunidades  receptoras. La mayoría de los inmigrantes que llegan a Europa están en edad de trabajar, por lo que, si se les facilita la integración en el mercado laboral, pueden retrasar el impacto económico del envejecimiento.


El caso alemán es significativo. Según el ministro de Economía,  el país está afrontando la llegada masiva de inmigrantes como el mayor reto desde la reunificación. Los cerca del millón de refugiados que se esperan van a suponer un coste añadido al principio, pero el ministro cree que pueden ser la clave para aumentar la población activa y mantener la sostenibilidad del sistema a medio y largo plazo, cuando se incremente notablemente la población jubilada y pensionista. 

martes, 3 de noviembre de 2015

LA CONVERGENCIA REAL EN EUROPA

Dadas las grandes diferencias que había en las variables macroeconómicas entre los países europeos en los años 1990, especialmente en cuento a inflación y déficits públicos, en el Tratado de Maastricht se establecieron algunos criterios de convergencia que tenían que cumplir los países que deseaban integrarse en la Unión Económica y Monetaria (UEM).

Los criterios que se adoptaron fueron de convergencia nominal y se referían a la estabilidad del tipo de cambio, a los tipos de interés a largo plazo, a las tasas de inflación, al déficit y a la deuda pública.

El Banco Central Europeo (BCE) se ha fijado ahora en la convergencia real, la que se mide con la renta por habitante, en términos de paridad de poder adquisitivo, entre los doce países que adoptaron el euro en los primeros años. El BCE constata la falta de convergencia, que lo atribuye al escaso crecimiento de la productividad en algunos países, a las rigideces estructurales y a la ausencia de políticas para atajar los incrementos de precios de los activos.

Recordemos que uno de los argumentos que más se utilizaron para crear el euro fue precisamente que la nueva moneda impulsaría la convergencia,  pero se reconoce que no se han conseguido corregir las diferencias de rentas medias entre los países fundadores de la Eurozona.

Sin embargo, en el conjunto de la Unión Europea (UE-28) ha habido un acercamiento en la renta por habitante en términos de paridad de poder adquisitivo. Las economías de renta más baja han crecido más rápidamente que las de renta alta.
La línea verde del gráfico representa la desviación en la renta por habitante respecto a la media del conjunto de la UE-28. Observamos que en el año 2000 la desviación estándar alcanzó los 38.000 euros y que ha ido descendiendo hasta quedar cerca de 25.000 en el año 2014.

En cambio, en los 12 países que comparten el euro desde 2001 (línea azul), con una  desigualdad mucho menor que en el conjunto de la UE-28, se ha mantenido la desviación en torno a 19.000 euros y llegó a superar los 20.000 en el año 2014. Por lo tanto, el euro no ha favorecido la convergencia, sino que ha producido una ligera divergencia.

En el siguiente gráfico presentamos el caso de España, comparando el PIB por habitante en términos nominales en relación con la UE-28

Como muestra el gráfico, el PIB per cápita se encontraba en el año 2001 al 99% de la media y fue ascendiendo hasta superar a la europea (105%), pero tras la crisis del euro de 2010, con el alto nivel de deuda y la política económica de austeridad, volvió a caer por debajo de la media europea. 





martes, 27 de octubre de 2015

EL COMERCIO INTERTEMPORAL

Además de las transacciones comerciales de productos y servicios, los países vienen realizando de hecho un  tipo de comercio que se caracteriza por ejecutarlo a lo largo del tiempo, representado por los préstamos y el endeudamiento internacionales. Es el denominado “comercio intertemporal”.

Recordemos que la condición de equilibrio de la balanza por cuenta corriente de un país establece que el conjunto de las exportaciones (X) menos las importaciones (M ) -con el añadido de servicios, rentas y transferencias- es igual al ahorro privado (S) más el ahorro público (T-G) menos las inversiones (I). Es la conocida expresión  X - M = S + (T-G) – I, siendo (T-G) el ahorro público.

Por tanto, el saldo de la balanza por cuenta corriente (primer miembro de la ecuación)  es igual a la diferencia entre el  ahorro y la inversión (segundo miembro), lo que implica, si esa diferencia es negativa, un endeudamiento neto del país con el resto del mundo. En el caso contrario, un país que invierte menos de lo que ahorra tiene una balanza excedentaria y concede préstamos al exterior.

Los préstamos y las deudas pueden considerarse, por lo tanto, como otro tipo de comercio, con la diferencia de que, en lugar de intercambiar bienes en un momento dado, se intercambian “bienes hoy” a cambio de “bienes en el futuro”.

Cualquier país tiene que elegir entre el consumo actual de la renta y el ahorro de una parte para realizar inversiones (edificios, equipos productivos, etc.), a fin de aumentar la capacidad productiva e incrementar así el consumo en el futuro. La elección es, por tanto, entre “consumo presente” y  “consumo futuro”.

Un país comercia de hecho a través del tiempo aceptando un préstamo o prestando a otros países. En el primer caso podrá gastar más de lo que produce, pero como tendrá que devolver el préstamo con intereses, en el futuro consumirá menos que la renta generada. Si consideramos a “r” el tipo de interés real del préstamo,  una unidad de consumo presente equivaldrá a (1+r) unidades en el futuro.


Centrándonos en el caso de la economía española, el gráfico muestra que  el país tuvo  en el período 2000-2011 elevados déficits en la balanza por cuenta corriente+capital. España no fue capaz de reducir el consumo y ahorrar lo suficiente para financiar la enorme inversión, por lo que tuvo que endeudarse con el resto del mundo.

Una parte importante de las inversiones  españolas no se orientaron a instalaciones y equipamiento para mejorar la capacidad productiva, sino que se centraron en el sector de la construcción.  El pinchazo de la burbuja inmobiliaria se llevó por delante gran parte de los frutos del esfuerzo inversor y el PIB llegó a descender en torno al 8%.

El exceso de inversión en el período de la burbuja inmobiliaria, al no compensarse con suficiente ahorro interno (menor consumo), está suponiendo de hecho una reducción del consumo (más dedicación al ahorro) en los años siguientes. Con rentas en descenso, una parte del ahorro se ha dedicado a reducir el endeudamiento de familias y empresas.

Como vemos en el gráfico, en los años 2013 y 2014 se consiguieron  superávits de financiación, lo que quiere decir que ha sido posible comenzar a devolver la deuda externa española. Este año continúa el superávit, puesto que en el segundo trimestre se había logrado una capacidad de financiación del 1,8% del PIB.


Harán falta muchos años de ahorro (menor consumo) para reducir de modo significativo  la deuda externa del 93,5% del PIB actual, al menos hasta el nivel admitido por la Comisión Europea (35%).  

martes, 20 de octubre de 2015

ECONOMÍAS DE ESCALA EXTERNAS

Muchos sectores industriales se caracterizan por tener rendimientos de producción crecientes. Cuando aumenta el nivel de actividad y se utiliza mayor cantidad de los factores, la producción crece más que el incremento de los recursos. Se dice que existen “economías de escala”.

Se pueden distinguir dos tipos: a) economía de escala externas, que son las que  se producen cuando el coste por unidad depende del tamaño del sector o conjunto de empresas que se dedican a cierto tipo de producto, y b) economías de escala internas, si el coste unitario depende del tamaño de la empresa individual.

Cuando las ventajas de escala son externas y no se producen por la dimensión de las empresas individuales, el sector suele estar formado generalmente por pymes. En cambio, si las economías de escala son de tipo interno, lo habitual es que existan grandes empresas que alcancen ventajas de costes sobre las “pymes”,y en tal caso, la estructura de mercado se sitúa en el ámbito de la competencia imperfecta (oligopolios frecuentemente)

Deteniéndonos en las economías de tipo externo, es conocido que la concentración de la producción de empresas “pymes” con cierto tipo de producto en unas localidades cercanas entre sí suele conseguir que se reduzcan los costes del conjunto de todas ellas.


Como se ve en el conocido gráfico, dado que existen economías de escala, el coste medio de producción (CM) de cada unidad disminuye a medida que aumenta la cantidad. Es una curva de oferta de pendiente negativa. El nivel de equilibrio se da donde la curva de oferta corta a la de demanda (posición P1Q1).

Hace más de un siglo tales zonas de concentración se llamaban “distritos industriales” y estaban caracterizadas generalmente por la existencia de ciertos recursos naturales.

Actualmente, las concentraciones o aglomeraciones territoriales de empresas son conocidas con el nombre de “cluster” (conjunto o grupo). Este concepto fue estudiado por Michael Porter en los años 1990 y hace referencia al potencial de las instituciones interconectadas en un campo particular concreto, bien operando en un mismo nivel (“cluster” horizontal), o bien, en forma de cadena de suministros (“cluster” vertical)

Como explicación básica para la existencia del conjunto de empresas de actividad similar concentradas geográficamente, el economista británico Alfred Marshall planteó a comienzos del siglo XX tres razones: a) la presencia de proveedores especializados, porque se agranda su mercado con la concentración de empresas; b) la posibilidad de contar en la zona con trabajadores preparados, atraídos por la facilidad de empleo que ofrece un amplio número de empresas, c) la facilidad para difundir el conocimiento que se va creando, a través del intercambio informal de información e ideas que permite la convivencia entre las personas

Seguramente, las economías externas más importantes se deban hoy día a la acumulación de conocimientos, porque la mejora que consigue en el producto o en la  técnica de producción una empresa por medio de su experiencia es imitada por otras empresas.

La difusión del conocimiento hace que se reduzcan los costes de producción de las empresas individuales a medida que el sector industrial específico acumula experiencia.  Esta trayectoria recibe el nombre de “curva de aprendizaje”

martes, 13 de octubre de 2015

LOS CICLOS ECONÓMICOS

Los ciclos económicos son oscilaciones de la actividad económica que afectan a las principales variables macroeconómicas, tales como el Producto Interior Bruto (PIB), el empleo y el nivel de precios.

Los ciclos se suelen dividir en  cuatro componentes: a) recuperación, en el que se da la reactivación económica; b) expansión, con un crecimiento prolongado de las macromagnitudes; c) desaceleración, proceso en el que se ralentiza el crecimiento, y d) recesión, crecimiento negativo durante al menos dos trimestres consecutivos. El término depresión se reserva para la recesión grave.

Las fluctuaciones económicas a corto plazo dependen fundamentalmente del comportamiento de dos variables: la producción de bienes y servicios, medido por el PIB, y el nivel general de precios, recogido en el “Índice de Precios de Consumo” y el “deflactor del PIB” (crecimiento de precios en los bienes y servicios producidos)

En el siguiente gráfico tenemos el “Indicador CF” (Comité de fechado) de la Asociación Española de Economía, que señala la evolución de los ciclos económicos en España desde 1984.


El indicador compuesto CF se nutre principalmente de la información del PIB, pero toma en cuenta también otras series económicas, tales como el Índice de Producción Industrial (IPI), los Afiliados a la Seguridad Social y el Índice de Gestores de Compras “Purchasing Managers Index” (PMI).

Este indicador compuesto ofrece una lectura fácil del estado del ciclo económico: los valores positivos altos anuncian situaciones de expansión y los más negativos son señales de la caída en una fase recesiva.

En 1984 se inició en España un ciclo de once años de duración, que fue impulsado por el crecimiento internacional de los años 1980, así como por las oportunidades que trajo la adhesión española a la Comunidad Económica Europa, tanto por la mayor apertura a los mercados que supuso como por la llegada de transferencias y ayudas de las instituciones europeas. El punto más alto se alcanzó en 1989.

Desde 1995 hasta 2007 se desarrolló otro ciclo que mantuvo la serie por encima del cero tendencial en gran parte del recorrido, con una recesión pequeña en el intermedio (2001-2002). La entrada en el euro facilitó la financiación de las empresas, hasta que llegó  la explosión de la burbuja inmobiliaria.

España entró en una nueva recesión en el segundo trimestre de 2008, mostrando signos de recuperación al inicio de 2010, y volvió posteriormente a caer en recesión a finales de dicho año. Esta segunda recesión terminó en el segundo trimestre de 2013 y desde entonces el PIB está incrementándose.

La crisis iniciada en el 2008 ha sido más profunda que las padecidas en las décadas anteriores, pero no ha alcanzado la gravedad de la conocida como la Gran Depresión de 1929. Han sido precisamente las lecciones aprendidas durante ella las que han guiado las acciones de los gobiernos y de los bancos centrales para mitigar las consecuencias de la recesión posterior a la burbuja inmobiliaria.

Como los ciclos económicos siguen pautas irregulares, predecir cuándo terminará una expansión y cuando se iniciará una recesión resulta muy difícil. Cada ciclo es distinto y los economistas tienen serias dificultades para predecir su evolución futura. Así, en la última crisis, un suceso tan inesperado como la quiebra de Lehman Brothers vapuleó el sistema financiero y las empresas se quedaron sin financiación para llevar a cabo sus actividades. El comercio internacional cayó en picado.

Millones de personas en todo el mundo perdieron los trabajos, descendieron sus ingresos y cayó el nivel de vida. El subsidio de desempleo permitió contar con cierta protección en los países desarrollados, pero en las economías pobres se quedaron  sin renta numerosas familias.


Para prevenir otra crisis, muchos economistas recomiendan  regular la actividad del sistema financiero, reduciendo su tamaño y su complejidad. La banca debe dedicarse a gestionar el dinero y los medios de pago, canalizando el ahorro hacia la inversión y favoreciendo el desarrollo de la economía productiva, una actividad que algunos denominan “banca aburrida”, pero es justamente la que le corresponde en el entramado económico.

martes, 6 de octubre de 2015

LA INVERSIÓN EXTERIOR DIRECTA

Se denomina Inversión Exterior Directa (IED) al flujo financiero  neto (salidas menos entradas) de carácter duradero en un país  durante un período de tiempo. Se atribuye el carácter duradero o permanente a la compra de más del 10% de las acciones con derecho a voto de una empresa.

España ha sido tradicionalmente receptor neto de inversión exterior directa. Las filiales españolas de multinacionales de origen extranjero han tenido gran importancia  en el desarrollo industrial del país. Fue a partir de la entrada en la Comunidad Económica Europea (1986) cuando se incrementó notablemente la multinacionalización de las empresas españolas.

Desde mediados de la década de 1990, España forma parte de los países avanzados y consolida su presencia en Latinoamérica.  La entrada en el euro supuso un descenso de los costes de transacción y la caída de las barreras institucionales favoreció la presencia de empresas españolas también en la Eurozona.

A partir del 2000, al igual que el resto de los países desarrollados, España pasa de receptor neto a importante inversor en el exterior, es decir, que el stock (acumulación de flujos) de inversión directa española en el exterior  es superior al stock de inversión directa extranjera recibida.


Observamos en el gráfico un incremento notable de la inversión exterior de España, salidas de capital del país, durante el período de crisis.

Entre los años 1993 y 2012, las entradas procedentes de la Unión Europea representaron el 88% del total de inversión directa en España. Las inversoras fueron empresas de gran tamaño y con elevado contenido tecnológico.

En cuanto a las salidas exteriores directas, los países de la UE eran los receptores del 55%, Latinoamérica llegó al 26% y EE.UU. supuso el 10%.

Por sectores de actividad, las inversiones de España en el extranjero se concentran mayoritariamente en el sector de servicios públicos (telecomunicaciones, transporte aéreo, energía…) y sector financiero,  con el 81% del total. A mucha distancia, la industria supuso el 15%, y el sector primario, un 4%.

La rentabilidad lograda por las empresas españolas en el exterior supera a la conseguida en el territorio nacional, lo que viene a explicar la estrategia seguida por los inversores de buscar economías de escala y rentabilizar sus activos intangibles, introduciéndose en mercados con elevado potencial de crecimiento,  cercanos geográfica y culturalmente.


Un modelo de crecimiento sostenible a largo plazo tiene que continuar profundizando en  la inserción exterior de la economía española, con más inversión hacia el exterior y más recepción de inversión directa extranjera, lo cual supone mejorar la competitividad de las empresas. 

martes, 29 de septiembre de 2015

EL COMERCIO ENTRE PAÍSES

Hay dos razones básicas que impulsan el comercio internacional: las diferencias entre los países y el interés por lograr economías de escala en la producción. Si un país se dedica a aquello que hace relativamente mejor en lugar de producir de todo, seguro que la mayor escala de producción hará que gane en eficiencia. La interacción de estas dos ideas es la que impulsa el comercial mundial.

El análisis de la diferencia entre países se desarrolla en la economía con el concepto de “ventaja comparativa”, que introdujo David Ricardo a principios del siglo XIX. Es un enfoque centrado en las diferencias de la productividad del trabajo, que explica cómo el comercio resulta mutuamente beneficioso para los países. Aunque el modelo de un solo factor (trabajo) es muy sencillo, puede servir para entender las bases del comercio internacional

Dado que los recursos para producir bienes y servicios son escasos,   nos enfrentamos continuamente a la necesidad de elegir o de fijar prioridades. Si queremos obtener más de unos bienes, tenemos que producir menos de otros. En economía se utiliza la expresión “coste de oportunidad” para dar a entender el sacrificio que supone cualquier elección. Así, el desembolso  monetario de  levantar un estadio de futbol no es su auténtico coste, sino que éste viene determinado por la renuncia (coste de oportunidad), por ejemplo, de ampliar con esos recursos un hospital con pabellones para unos centenares de camas.

Aplicando el concepto a dos países y dos bienes, se dice que un país tiene ventaja comparativa en un bien (X) cuando el coste de oportunidad de producirlo en términos del otro bien (Y) es inferior en ese país del  que resulta de la comparación de los dos bienes en el otro país. Si cada uno se dedica al bien en el que tiene ventaja comparativa (menor coste de oportunidad) y lo exporta al otro país, el comercio entre los dos  beneficiará a ambos, aumentando el consumo total, ya que puede acabar produciéndose mayor cantidad de ambos bienes.

Veamos un sencillo ejemplo numérico, basándonos en los datos de dos empresas representativas, una española y otra alemana, que producen los bienes X e Y. Supongamos que ambas tienen 20 trabajadores y el número de horas mensuales de actividad es de 150 en cada una, tal como se recoge en el siguiente cuadro:


Vemos en el cuadro que en Alemania, con mayor productividad del trabajo, se consigue elaborar tanto el producto X como el Y en menos tiempo que en España, por lo que los alemanes tienen ventaja absoluta. Pero esta comparación no es relevante para el comercio. Hay que razonar en términos relativos.

Comparativamente, para obtener una unidad de Y en España  basta con renunciar a 2,6 unidades de X (cociente de 8/3), y en Alemania a 3 unidades (cociente de 6/2.). El coste de oportunidad de dedicarse al producto Y es más bajo en España, por lo que se debe especializar en ese producto, dejando el X para Alemania.

Siguiendo con el ejemplo, para comprobar el efecto con mayor nitidez, supongamos que en España se dedican 10 trabajadores a cada tipo de producto y en Alemania optan por 13 para X y 7 para Y. Los cálculos del cuadro siguiente confirman que con la especialización puede llegar a obtenerse mayor producción de cada bien. El total de X aumenta de 1.475 a 1.500, y el total de Y, de 362,5 a 375 unidades.



Alemania podrá conseguir el producto Y de modo más eficiente fabricando X e intercambiándolo, que produciendo directamente en su país. Del mismo modo, España conseguirá el producto X de forma más eficiente produciendo Y e intercambiándolo por X.

Por lo tanto, según el enfoque del modelo ricardiano, dos países pueden comerciar con beneficio para ambos, aun cuando uno de ellos tenga ventaja absoluta, es decir, que sea más eficiente que el otro en la producción de todos los bienes.

El comercio permite también la especialización en la obtención de determinados productos, ganando en eficiencia al poder alcanzar economías de escala (menores costes unitarios) con la expansión de la producción

Una muestra de la utilidad de la teoría de la ventaja comparativa puede ser la emergencia económica de China. Aunque el país asiático tiene en general una productividad del trabajo muy baja en comparación con las naciones occidentales, como en algunas industrias la desventaja es menos importante, China se ha convertido en una gran potencia  productora y exportadora.

Aunque el comercio internacional puede ser beneficioso en general para los países, en el mundo real tiene efectos sobre la distribución de la renta en cada nación, dado que las ganancias del comercio se reparten muchas veces de forma muy desigual, perjudicando de modo significativo a algunos grupos, sobre todo a corto plazo.

A pesar de que los países no lleguen en la realidad al grado de especialización que apunta el modelo ricardiano, hay que reconocer que realiza dos aportaciones apoyadas por la evidencia: destacar el importante rol de las diferencias de productividad en el comercio internacional y afirmar que es la ventaja comparativa y no la absoluta la regla determinante.