martes, 1 de diciembre de 2015

BIENES PÚBLICOS Y PRIVADOS

La sociedad está constituida por un conjunto de instituciones con el objetivo de organizar la convivencia entre los ciudadanos. Destacan entre ellas el Estado y el mercado.  El Estado es una organización política, económica y social que tiene el poder de establecer regulaciones y al que se le reconoce el monopolio de la fuerza. El mercado se caracteriza por abarcar las transacciones económicas entre ciudadanos e instituciones.

Uno de los  argumentos habituales para justificar la intervención del Estado en la economía, asumiendo una actividad asignada  en principio al mercado, es que éste tiene lagunas y fallos en su funcionamiento, entre los cuales se encuentra la incapacidad para la provisión de algunos bienes o servicios, a los que se denomina bienes públicos (por ejemplo, un parque) y se caracterizan básicamente en que las personas que no los pagan directamente pueden también utilizarlos, al tratarse de un bien que no excluye a nadie. En cambio, los bienes privados solo pueden utilizarlos quienes paguen su precio en el mercado, excluyendo al resto de interesados. Además, los bienes privados son del tipo “rivales”, porque mientras uno los utiliza, nadie más puede disfrutarlos (la ropa, por ejemplo)  

En el siguiente cuadro se recogen las cuatro clases de bienes, con ejemplos de cada uno


Los bienes públicos se producen para todos, porque una vez realizados no se puede excluir a nadie de su consumo o utilización. Por tanto, producen efectos sobre terceros que no han participado directamente en su producción (externalidades positivas)

El mercado es incapaz de suministrar un bien público (fallo de mercado), al no poder contar con ingresos que compensen los costes incurridos. Es el Estado quien, mediante impuestos, cobra el servicio a los beneficiarios de las externalidades.

Los bienes públicos (puros) cumplen las propiedades de no  ser excluibles vía precios y su utilización es del tipo “no rival”, Es el caso del espectáculo de una sesión de fuegos artificiales. El hecho de que los disfrute una familia no impide que otras puedan hacerlo (consumo no rival), y no existe un precio que excluya al que no pueda pagarlo.

Cuando un bien excluye, al tener que pagar un precio, pero es de tipo no rival, en cuanto que el uso que haga una persona no impide que puedan disfrutarlo otras, estamos ante bienes llamados monopolios naturales. Dado su alto nivel de inversión, el uso eficiente exige generalmente la presencia de grandes entidades. Por ejemplo, la televisión por cable.

Hay algunos bienes o servicios que cumplen la propiedad de “rivalidad”, en cuanto que si uno utiliza el bien, otro no puede disfrutarlo, pero no de exclusión, al poder ser utilizados por todos.   Reciben el nombre de “bienes o recursos comunes” y se sitúan entre lo privado y lo público.

La mayoría de los bienes en nuestra economía son de naturaleza privada, dado que se encuentran en el mercado y se guían por los precios, que son las señales que utilizan los compradores y los vendedores para tomar sus decisiones.

La “tragedia de los bienes comunes” ha sido descrita como una situación en la que varias personas, motivadas por el interés personal y actuando racionalmente, acaban utilizando inadecuadamente un recurso compartido, aunque no les convenga que se deteriore y se acabe destruyendo. Es el caso de la sobreexplotación de los bancos de pesca, que beneficia a corto plazo a los depredadores, pero acaba perjudicando  a todos en el largo plazo.

Los bienes públicos y los recursos comunes necesitan una gestión y un mecanismo de control que asegure su utilización y disfrute, así como un sistema que garantice su sostenibilidad.


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