Los ciclos económicos son oscilaciones de la actividad
económica que afectan a las principales variables macroeconómicas, tales como
el Producto Interior Bruto (PIB), el empleo y el nivel de precios.
Los ciclos se suelen dividir en cuatro componentes: a) recuperación, en el que
se da la reactivación económica; b) expansión, con un crecimiento prolongado de
las macromagnitudes; c) desaceleración, proceso en el que se ralentiza el
crecimiento, y d) recesión, crecimiento negativo durante al menos dos
trimestres consecutivos. El término depresión se reserva para la recesión
grave.
Las fluctuaciones económicas a corto plazo dependen
fundamentalmente del comportamiento de dos variables: la producción de bienes y
servicios, medido por el PIB, y el nivel general de precios, recogido en el “Índice
de Precios de Consumo” y el “deflactor del PIB” (crecimiento de precios en los
bienes y servicios producidos)
En el siguiente gráfico tenemos el “Indicador CF” (Comité de
fechado) de la Asociación Española de Economía, que señala la evolución de los
ciclos económicos en España desde 1984.
El indicador compuesto CF se nutre principalmente de la
información del PIB, pero toma en cuenta también otras series económicas, tales
como el Índice de Producción Industrial (IPI), los Afiliados a la Seguridad
Social y el Índice de Gestores de Compras “Purchasing Managers Index” (PMI).
Este indicador compuesto ofrece una lectura fácil del estado
del ciclo económico: los valores positivos altos anuncian situaciones de
expansión y los más negativos son señales de la caída en una fase recesiva.
En 1984 se inició en España un ciclo de once años de duración,
que fue impulsado por el crecimiento internacional de los años 1980, así como
por las oportunidades que trajo la adhesión española a la Comunidad Económica
Europa, tanto por la mayor apertura a los mercados que supuso como por la
llegada de transferencias y ayudas de las instituciones europeas. El punto más
alto se alcanzó en 1989.
Desde 1995 hasta 2007 se desarrolló otro ciclo que mantuvo la
serie por encima del cero tendencial en gran parte del recorrido, con una
recesión pequeña en el intermedio (2001-2002). La entrada en el euro facilitó
la financiación de las empresas, hasta que llegó la explosión de la burbuja inmobiliaria.
España entró en una nueva recesión en el segundo trimestre de
2008, mostrando signos de recuperación al inicio de 2010, y volvió
posteriormente a caer en recesión a finales de dicho año. Esta segunda recesión
terminó en el segundo trimestre de 2013 y desde entonces el PIB está incrementándose.
La crisis iniciada en el 2008 ha sido más profunda que las
padecidas en las décadas anteriores, pero no ha alcanzado la gravedad de la
conocida como la Gran Depresión de 1929. Han sido precisamente las lecciones
aprendidas durante ella las que han guiado las acciones de los gobiernos y de
los bancos centrales para mitigar las consecuencias de la recesión posterior a
la burbuja inmobiliaria.
Como los ciclos económicos siguen pautas irregulares,
predecir cuándo terminará una expansión y cuando se iniciará una recesión
resulta muy difícil. Cada ciclo es distinto y los economistas tienen serias
dificultades para predecir su evolución futura. Así, en la última crisis, un
suceso tan inesperado como la quiebra de Lehman Brothers vapuleó el sistema
financiero y las empresas se quedaron sin financiación para llevar a cabo sus
actividades. El comercio internacional cayó en picado.
Millones de personas en todo el mundo perdieron los trabajos,
descendieron sus ingresos y cayó el nivel de vida. El subsidio de desempleo
permitió contar con cierta protección en los países desarrollados, pero en las
economías pobres se quedaron sin renta
numerosas familias.
Para prevenir otra crisis, muchos economistas recomiendan regular la actividad del sistema financiero,
reduciendo su tamaño y su complejidad. La banca debe dedicarse a gestionar el
dinero y los medios de pago, canalizando el ahorro hacia la inversión y
favoreciendo el desarrollo de la economía productiva, una actividad que algunos
denominan “banca aburrida”, pero es justamente la que le corresponde en el
entramado económico.
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