martes, 30 de marzo de 2021

LA ESCASEZ DE VACUNAS

 En diciembre de 2020, la farmacéutica Pfizer puso en el mercado la primera vacuna contra el Covid-19, lo que le otorgó una posición  dominante, pero en enero ya comenzaron las dificultades de producción y la farmacéutica redujo el suministro de dosis a los países europeos.

Otra de las grandes farmacéuticas, AstraZeneca, avisó que solo enviaría el 40% de lo comprometido a la Unión Europea, y la multinacional norteamericana Moderna informó que tendría que reducir a la mitad las entregas previstas. Todos estos retrasos en los suministros están afectando a los programas de inoculación, aflorando entre los responsables sanitarios el temor a la escasez de vacunas.

Pero esta perspectiva de escasez va más allá de Europa. Es un fantasma que recorre ya el mundo entero. En las próximas semanas, COVAX, el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19, hará entrega de dosis a 30 países en desarrollo, pero esta primera ronda de asignaciones sólo cubre entre el 2 y el 3% de la población de las naciones que reciben vacunas a través de este organismo.


Aunque los grandes economistas clásicos dejaron escrito que la cuestión fundamental que debía estudiar la economía era el origen y la distribución de la riqueza, a finales del siglo XIX fue imponiéndose la idea de que la raíz de las cuestiones económicas se encontraba en que los recursos son escasos y, por tanto, estamos obligados a elegir. Los textos académicos lo dicen muy claro: “los bienes son escasos y la sociedad debe utilizar sus recursos con eficiencia”.

Pero en esta ocasión son los gobiernos de algunos países ricos los que están creando una escasez artificial al oponerse a la producción y distribución de la vacuna, a precio asequible, en todos los países del mundo, como sería necesario para acabar con la pandemia.

Hay que aplaudir algunas iniciativas, como los acuerdos entre Johnson & Johnson, productor de vacuna, y Merck, empresa con capacidad, para que esta última proporcione el llenado y el acabado de la vacuna de Janssen (J & J).

Otros movimientos para extender la vacuna podrían venir de la transferencia bilateral de tecnología, mediante la concesión voluntaria de licencias por parte de una empresa propietaria de las patentes de una vacuna contra el Covid-19 a otra empresa que pueda producirlas.

Pero la opción preferida por los organismos internacionales es la transferencia coordinada de tecnología, lo cual implica que las universidades y los fabricantes concedan licencias de sus vacunas a otras compañías a través de un mecanismo mundial que facilitaría la formación del personal y coordinaría las inversiones en infraestructura.

A fin de combatir la escasez de dosis a nivel mundial, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a que los países puedan producir sus propias vacunas contra el Covid-19.

Llegar a producir los países las vacunas que precisen requiere que las grandes empresas farmacéuticas renuncien a los derechos de propiedad intelectual, una medida excepcional que está prevista para proteger la salud o la vida de las personas en el “Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio”, firmado en 1994.

Como la pandemia del coronavirus es global y sus mutaciones pueden llegar de naciones sin acceso suficiente a la vacuna, el esfuerzo de unos pocos países ricos para acumular las escasas dosis no va terminar con la enfermedad, sino que puede alargar la superación de la crisis sanitaria-económica.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario