miércoles, 7 de abril de 2021

"HOMO ECONOMICUS"

 

El egoísmo es para el análisis económico un instinto básico de los seres humanos que se deriva de su propia conservación. Primero se atienden las necesidades propias y las de la familia y después se tendrán en cuenta las necesidades de la sociedad a la que se pertenece.

El escocés Adam Smith, pionero de la economía, escribió en su famoso libro “La riqueza de las naciones”, publicado en 1776, que una persona que actúa por el interés propio es llevada por una “mano invisible” a promover el bienestar de la sociedad.

Según el utilitarismo del inglés Jeremy Bentham, contemporáneo de Smith, el mejor resultado se obtiene cuando los individuos buscan únicamente su propio bienestar. Bajo este pensamiento, será el mercado el encargado de maximizarlo para todos.

Así, al “homo economicus” se le ha caracterizado por ser egoista, racional y maximizador, es decir, buscador de su propia ganancia. Al adoptar estos comportamientos en todos los seres humanos se homogeneizan las conductas y se dice que es factible agregarlas, haciendo posible anticipar las decisiones que se van a adoptar, sin tener en cuenta que la sociedad es más que la suma de los individuos.

El análisis económico supone que, cuando surja un problema de escasez, el “homo economicus” se olvidará de los demás y actuará racionalmente, considerando sólo sus propios intereses y maximizando el beneficio que pueda obtener. Se suele considerar que ésta es una buena aproximación a la realidad para conocer el comportamiento de los individuos en los mercados competitivos

A partir de estos criterios, los economistas neoliberales establecen el comportamiento del ·homo economicus” como el típico de todos los seres humanos y lo utilizan para sacar conclusiones que afectan al bienestar de las personas. Pero puede comprobarse que en muchas situaciones este comportamiento egoísta es más bien una caricatura.

Las evidencias muestran la relevancia que tienen las instituciones que rodean a los sujetos y que las personas no renuncian a las ideas de justicia cuando toman decisiones. Las experiencias demuestran que también se tienen en cuenta las necesidades de otras personas

Según el Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, las personas no actuamos de un modo tan racional como señala la economía liberal. Así, no valoramos del mismo modo una pérdida que una ganancia. Damos preferencia a no perder cierta cantidad antes que a la posibilidad de ganarla.

Se ha comprobado que algunos espectáculos no fijan el precio de entrada y consiguen mayores ingresos con las aportaciones voluntarias de los asistentes, lo cual pone de manifiesto que no existe una actitud tan maximizadora de la utilidad.

Como apunta Amartya Sen, “El hombre puramente económico es casi un retrasado mental desde el punto de vista social. Necesitamos una estructura más compleja para acomodar los diversos conceptos relacionados con su comportamiento”.

Quizás se abuse del postulado egoísta en los planteamientos económicos liberales, aplicándolos a muchas situaciones en las que no rige este principio. En todo caso, vendría bien dejar de pensar en los seres humanos como “homo economicus” para asumir que en realidad somos “homo sapiens”.














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