El abultado déficit
fiscal norteamericano, que alcanza el
7,3% del PIB, y la relajada política
monetaria de su Reserva Federal, entre otros factores, hacen temer que podría debilitarse la
posición del dólar como base del sistema financiero internacional.
A lo largo del siglo
XIX, desde las Guerras Napoleónicas hasta la Primera Guerra Mundial estuvo vigente en el sistema financiero
internacional el patrón oro, que
definía por ley el valor de la moneda de un país como equivalencia a una
cantidad fija del metal amarillo.
Además de piezas de oro
circulaban billetes de banco, pero las autoridades monetarias estaban obligadas
a convertir el papel en oro cuando el público lo pidiera, respetando el tipo de
cambio legalmente establecido.
Por ejemplo, el dólar
norteamericano estaba definido como una veinteava parte de la onza de oro
(28,70 gramos) y la libra esterlina era aproximadamente una cuarta parte de una
onza. Por lo tanto, tener un dólar equivalía a disponer de gramo y medio de oro,
aproximadamente
En ese sistema, los
valores de las diferentes monedas se estabilizaban dentro de una estrecha
franja, porque cuando un país sufría déficit en la balanza de pagos se producía,
al liquidar las cuentas, una salida neta de oro fuera de su territorio, reduciendo
con ello la oferta monetaria en el propio país que, a su vez, causaba disminución
de precios en el mercado interno con
respecto a otras naciones.
Al ganar el país
competitividad con la reducción de precios y salarios, se alentaban las
exportaciones y se reducían las importaciones, posibilitando así que el país aumentara
la cantidad de oro por la diferencia
entre los cobros y pagos.
Por tanto, entre los
flujos comerciales y los derivados de los movimientos de capitales, había
cierto proceso de compensación automática entre los países, que llevaba hacia el equilibrio las cuentas
exteriores.
El sistema de patrón
oro aportó una gran estabilidad a la situación financiera mundial, debido a la
escasa inflación que provocaba y a que el tipo de cambio fijo resultaba una
bendición para el comercial internacional.
El inconveniente era
que la cantidad de moneda en circulación estaba limitada al oro existente y
resultaba insuficiente para hacer frente a los cobros y pagos derivados de las
transacciones internacionales.
En la conferencia de Génova,
en 1922, surgió el sistema patrón
cambios-oro, cuya característica más destacada era la no convertibilidad en
oro de las monedas de los países de manera directa, sino que fijaba un valor
constante para cada moneda con respecto al oro. Ello permitió que, pese a no
tener respaldo de oro, aumentara notablemente la cantidad de libras esterlinas
en circulación
Con la pérdida de
importancia del Reino Unido en el contexto
internacional y sin posibilidad de convertir las libras en oro, el sistema patrón
cambio-oro fue decayendo lentamente.
A finales de la Segunda
Guerra Mundial, desde la conferencia de Bretton Woods (1944), con la hegemonía
de EE.UU en el contexto internacional, acabó
siendo sustituido por el patrón de cambios-dólar, que da un
valor fijo al dólar respecto del oro y, al mismo tiempo, a las restantes
monedas un valor fijo en dólares.
El nuevo sistema
facilitó el creciente comercio mundial entre las décadas de los años 50 y 60.
Sin embargo, la abundante emisión de dólares para financiar la guerra de
Vietnam obligó a Nixon a terminar con la convertibilidad del dólar en oro en
1971.
Desde la ruptura de la
relación con el oro, el dólar se convirtió en la divisa internacional por
excelencia y también en la principal reserva de los bancos centrales del mundo.
Una consecuencia directa de la decisión unilateral de EE.UU. fue la sostenida
devaluación, que en los años 70 dio lugar a una inflación generalizada.
Podemos observar en el
gráfico la disminución de la capacidad adquisitiva del dólar a lo largo del
siglo XX. Desde que el dólar abandonó su respaldo en oro en 1971 ha perdido un
81% de su valor.
Cuando la hegemonía del
dólar fue aceptada por los países para acceder al comercio internacional, se
esperaba que el sistema fuese racional y transparente. Pero el desastre
provocado por las hipotecas subprime y los derivados financieros en la crisis
actual ha levantado seria dudas sobre el valor de los dólares mantenidos por
los bancos centrales.
Lo cierto es que, con vaivenes
coyunturales, el poder adquisitivo del
dólar se ha reducido fuertemente a lo largo de los años, lo que pone en duda su
función de depósito de valor.
Cada vez se discute más
que una moneda global sea la misma que circule en el interior de un único país.
Dicho de otra manera, se cuestiona que un país tenga en exclusiva la imprenta
de hacer billetes de la moneda internacional.
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