martes, 25 de diciembre de 2012

LA DUALIDAD MONETARIA EN CUBA


En la década de los años 90, el modelo económico cubano tuvo que adoptar importantes cambios funcionales y estructurales para afrontar la crisis económica ligada a la ruptura de sus relaciones económicas internacionales como consecuencia de la desaparición de la URSS 

El vacío dejado por los antiguos países socialistas llevó a la reorientación geográfica de los vínculos comerciales exteriores, adaptando el sistema de relaciones a la dinámica de los precios vigentes en el mercado mundial, sin poder acceder a las fuentes de financiación externa de forma estable, dada la persistencia del bloqueo norteamericano.

Entre 1990 y 1994, el PIB se contrajo un 34,8%. El presupuesto del Estado y los de casi todas las empresas sufrieron una brutal caída de ingresos, pero se mantuvieron los gastos de educación y salud y, para evitar el desempleo masivo, aumentaron los subsidios destinados a cubrir las pérdidas de las empresas.

El abultado déficit estatal (24,5% entre 1990 y 1993) que introdujo la crisis económica provocó desequilibrios, muy elevada inflación (183% en 1992) y, como resultado, desconfianza en el peso cubano.

Por ello, desde los comienzos de los 90, la economía cubana comenzó a funcionar en base al dólar, pero el peso cubano siguió operando en muchas áreas, con lo cual el país entró en la dualidad monetaria.

El proceso de dolarización llevó a cambiar  el dólar por 7 pesos en 1990  y  100 pesos en 1992. Con el control de la inflación,  el tipo de cambio logró estabilizarse en torno a 21 pesos el dólar en el resto de la década.

La entidad oficial de cambio de moneda (CADECA) surgió en 1995 y asumió la devaluación del peso cubano, adoptando el tipo de cambio informal vigente en las operaciones con la población y los turistas

Aunque el proceso  de dolarización fue una necesidad derivada de la crisis, se convirtió en un mecanismo de regulación económica, al reservarse el Estado la decisión de cuáles empresas deben operar en dólares y cuáles en pesos cubanos.

En los años 2003 y 2004 se llevó a cabo la sustitución del dólar por el peso cubano convertible (CUC). La economía dejó de estar dolarizada y se mantuvo la dualidad con la circulación del peso cubano y el peso convertible.

Sin embargo, el tipo de cambio informal aplicado en la casa de cambio no se llevó a la contabilidad y a las operaciones del sector empresarial. Todavía hoy, el tipo de cambio del peso cubano que aplican las empresas es hacerlo equivalente al dólar o al peso convertible.

Esta sobrevaloración del peso nacional distorsiona los valores de los balances contables de las empresas y el propio cálculo del PIB. Mantiene artificialmente rentables a un conjunto de empresas y, simultáneamente, irrentables a muchas otras que no lo son realmente.

Al mismo tiempo, la sobrevaloración estimula las importaciones, dado que en la contabilidad no se refleja el verdadero costo de los productos importados y reduce el auténtico valor de las exportaciones. La consecuencia es que el tipo de cambio oficial que se aplica a las empresas no permite evaluar la competitividad de los bienes y servicios cubanos.

Pero la distorsión en la gestión empresarial no es la que más se menciona cuando uno escucha discutir a los cubanos sobre la dualidad monetaria. La doble moneda se identifica mucho más con las desigualdades en los ingresos, debido a que los salarios de los trabajadores estatales se pagan en pesos cubanos, a los que la inflación ha restado en los últimos 20 años un 70% de su capacidad adquisitiva, y, en cambio,  cuantos se desenvuelven en el  sector turístico, acceden a remesas exteriores o se relacionan con las actividades de la inversión extranjera se benefician de ingresos valorados en dólares o pesos convertibles.

Pero lo cierto es que las desigualdades son consecuencia de la reducción de los salarios reales en el amplio sector estatal cubano, ocasionada sobre todo por la elevada inflación del “período especial” (1990-1993). No es un tema monetario, sino una cuestión estructural, que viene determinada, en definitiva,  por la baja productividad y la ineficiencia de gran parte del sector empresarial.

Sobre la doble moneda, los “Lineamientos” indican que “se avanzará hacia la unificación monetaria, teniendo en cuenta la productividad del trabajo y la efectividad de los mecanismos distributivos y redistributivos”.

Por la información que hemos recibido en la reciente visita a Cuba, sabemos que se ha dado el primer paso. En el 2013 comenzará a experimentarse con cuatro grupos empresariales la devaluación del peso cubano, situando el tipo de cambio en términos 1 peso convertible igual a 7 pesos nacionales.

Con una devaluación de este tipo, cambiarán los precios relativos y los resultados financieros de las empresas. También se verá afectado el presupuesto del Estado.

La devaluación va a traer un incremento de la inflación, al tratar las empresas de trasladar a los precios finales de los bienes y servicios el incremento de costos por multiplicar a una tasa de cambio mayor los pesos convertibles y divisas de los insumos.

Los cambios van a provocar un empeoramiento de la cuenta de resultados de algunas empresas y afectar a su solvencia, dejándolas sin capacidad para hacer frente a las deudas contraídas con los acreedores. Pero es evidente que surgirán nuevas oportunidades para el ámbito productivo.

Es posible que esta devaluación del 1 a 7 sea el primer paso de un proceso gradual, porque habrá que ver en qué punto se va a encontrar con la tasa de cambio en CADECA, es decir, cuál es la tasa de equilibrio, porque el tipo de cambio actual para la población de 24 pesos por convertible tampoco es el del equilibrio final, ya que en este mercado no intervienen el conjunto de la oferta y demanda del país.

El proceso devaluatorio que se inicia, que introducirá tensiones en la economía, va a mejorar la transparencia en la información sobre la gestión y la medida  de las rentabilidades de las empresas cubanas, pero no puede lograr por sí solo la mejora de la distribución del ingreso, ya que, como hemos indicado, el nivel reducido de los salarios estatales no es un problema monetario, sino una cuestión derivada de la situación del conjunto de la economía cubana





1 comentario:

  1. Que bueno es leerte Jose Antonio, y que alentadoras algunas cosas que comentas en este artículo, no por positivas sino por la exigencia empresarial y de eficiencia que obligará ese 1 a 7.
    Ojalá realmente se centren esfuerzos por mejorar la productividad, para a partir de ahí seguir ajustando la economía.
    Bien hemos podido comprobar estos años que hay muchos cubanos y cubanas con la preparación suficiente para hacerlo, ojalá sin perder ese espíritu de cooperación y lleno de valores que pude aprender-compartir con ellos.
    Mis mejores deseos para esa Cuba a la que tanto amo, y para el sinfín de amigos que tengo allá.
    Un abrazo con mucho cariño,
    Luis Conejo.

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