Ante la persistencia de
la recesión en algunos países de la Europa periférica, tanto el Fondo Monetario
Internacional como la Comisión Europea han acabado reconociendo que sus
economías necesitan más tiempo para
ajustar los déficits fiscales y que es preciso impulsar el crecimiento económico.
En el gráfico siguiente
observamos las previsiones recesivas en los países europeos del sur para el
2013:
¿Cuáles son las
variables fundamentales para que pueda darse en los próximos años el despegue
económico, que acerque el nivel de producción a la capacidad potencial de
nuestra economía?
El análisis del
crecimiento económico que se inició en el siglo XVIII se ha sustentado en dos
tipos de modelos: el neoclásico o exógeno
y el endógeno o de las externalidades
Los modelos neoclásicos
tradicionales consideran que la acumulación de capital es el motor del
crecimiento económico de un país y que su financiación fundamental viene del
ahorro interno, aunque circunstancialmente haya que recurrir a endeudarse con
otros países. Por lo tanto, el nivel
de ahorro propio resulta determinante en el ritmo del crecimiento. Un mayor
ahorro permite invertir más y crecer más
rápido.
Para los neoclásicos,
los rendimientos de la inversión son decrecientes con el aumento de capital, de
tal manera que disminuyen a medida que un país se va desarrollando. Por ello, apuntan
hacia la convergencia de renta por habitante entre todos los países a medida
que avance el nivel económico. Pero también advierten
que la convergencia a largo plazo puede no darse debido a las diferencias entre
los países tanto en productividad como en rentas.
La mayor productividad
proviene del aumento de cualificación de los trabajadores, consecuencia de
niveles más altos de educación y capacitación profesional. Otros elementos que
influyen en el crecimiento son el gasto público en infraestructuras y una menor
tasa de inflación
Por otra parte, la
renta por habitante aumenta directamente
con la intensidad del capital físico e indirectamente con la tasa de ahorro. El
ahorro interno de algunos países pobres no alcanza el 10% de la renta, en tanto que hay países emergentes que superan
el 40%.
En un caso muy
estudiado, como el de EE.UU., se evidencia que el 50% del crecimiento ha venido
del aumento del capital físico invertido y el incremento de empleo. El
restante 50% ha sido consecuencia del llamado
“progreso técnico”, compuesto por innovaciones tecnológicas, mejoras
organizativas y aumento de la eficiencia de los trabajadores.
A partir de los años 80,
con la aparición de modelos de crecimiento endógeno, se introdujeron varios cambios en los
supuestos que hacían los neoclásicos.
En primer lugar, mientras
en los neoclásicos el progreso técnico no es explicado por el modelo, se considera
exógeno, en los nuevos modelos se trata como endógeno, es decir, se considera que
el desarrollo y la difusión de nuevas tecnologías responde a incentivos
económicos, por lo que no cabe considerar el estado de la técnica como un dato. Se defiende que el
aumento de productividad de los factores productivos debe entenderse como un
proceso económico que viene influido por el mercado.
Un segundo cambio fue
considerar que los rendimientos de la inversión aumentan más que
proporcionalmente con el incremento del volumen de capital físico y el potencial
del trabajo.
Por último, los nuevos
modelos introducen el supuesto de que el conocimiento científico-tecnológico,
además de beneficiar a los factores de producción, genera un rendimiento cada
vez mayor.
Algunos modelos de
crecimiento endógeno llegan a considerar a la inversión en investigación,
desarrollo e innovación, una parte importante del llamado progreso técnico, como motor principal del crecimiento, que el
comercio internacional puede estimular ayudando a que se difunda la
tecnología, el conocimiento y los
procesos de aprendizaje.
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