martes, 2 de octubre de 2012

PORTUGAL, UN AÑO POR DELANTE



Los ministros de Economía de la zona euro aprobaron el 16 de mayo de 2011  la ayuda financiera (rescate) para Portugal, que consistía en un paquete de préstamos de 78.000 millones de euros, a entregar a lo largo de 3 años.


En un rescate, los países del Eurogrupo son los que realizan aportaciones a un  fondo, a fin de  comprar toda la deuda que el país en dificultades financieras necesita. Se aplica un interés del 6% y  la devolución del préstamo es a 15 años. A cambio, se le exige al país que recorte el déficit y que mejore su competitividad con medidas drásticas.

Las condiciones establecidas fueron aplicar “un ambicioso pero creíble ajuste fiscal” para lograr la reducción del déficit desde el 9,1% del PIB en 2010 al 3% en 2013; un plan de reformas del mercado laboral, sistema judicial y vivienda, y un paquete de medidas para reforzar el capital de los bancos.

Tras un año y medio de medidas de austeridad (reducción de retribuciones a funcionarios y pensionistas, recortes en sanidad y educación), en 2012 han subido el IVA (hasta el 23%), el impuesto de la renta, las tarifas médicas (ir al médico de familia cuesta 5 euros y a urgencias 20 euros) y los transportes públicos.

En el siguiente gráfico podemos observar la evolución del PIB del país:

La caída de la renta alcanzará este año el 3%, cuando la media de la Unión Europea mantendrá el nivel de PIB del año anterior,  y el paro portugués subirá por encima de 15,7%.

La economía del país está anémica después de tantos meses de recortes. Con el consumo cayendo este año en torno al 6%, los ingresos del Estado están siendo menores que los previstos. Por el contrario, los gastos del subsidio de desempleo siguen incrementándose.

Portugal va un año por delante de España y puede ser un caso representativo de que la asunción de austeridad en solitario no aporta los resultados que se desean.

El Gobierno español huye de la palabra rescate porque resume la humillación de un país y apuesta a que no sea necesario pedirlo.

Si el anuncio del BCE de que no va a ser impasible ante el elevado coste diferencial que están pagando algunos países para poder financiarse hace que los inversores vuelvan a comprar deuda pública, subirá el precio de los títulos y bajará el tipo de interés. España podría financiarse con cierta comodidad sin el rescate. 

Pero, a juzgar por las recientes reducciones de la prima de riesgo, los inversores ya han descontado que habrá petición de rescate. Por lo tanto, al Gobierno español le va a resultar difícil esquivar la presión de las instituciones europeas, que buscan ante todo proteger los intereses de los acreedores de la deuda, en su mayor parte bancos alemanes y franceses.


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