La burbuja especulativa
suele ser una de las causantes de las crisis financieras. La recesión que tenemos encima, generada como consecuencia
del final de la burbuja inmobiliaria que propiciaron las facilidades monetarias
vigentes a partir del año 2000, está obstruyendo, como todas las crisis, el
flujo de crédito a las empresas y familias
Aunque las autoridades
monetarias vienen facilitando liquidez a las entidades financieras en grandes
cantidades, la actividad crediticia no se recupera, porque la incertidumbre
sobre el valor de los activos y el endeudamiento de la propia banca hace que
cada entidad guarde para sí la liquidez que recibe y el mercado interbancario
no funciona con fluidez.
En los años de burbuja
inmobiliaria, una parte importante de las compras de suelo y viviendas se hizo
a crédito, aceptando los bancos tales activos como garantía.
A partir del 2008, tras
el pinchazo de la burbuja, el valor de los activos comenzó a descender. Algunos
compradores, que pensaban revender los activos para poder devolver el crédito y
quedarse con las plusvalías, no consiguieron realizar las ventas y han sido
incapaces de cumplir con sus obligaciones.
Muchas familias
hipotecadas, que contaban al principio con recursos para ir devolviendo los
préstamos, empeoraron de situación económica con la recesión y han acabado no
pudiendo pagar las deudas.
Los bancos han tratado de
recuperar los préstamos concedidos vendiendo los activos que estaban
hipotecados, pero se encuentran con que sólo pueden venderlos a un precio menor,
cada vez más alejado del que figura en sus contabilidades, lo que les obliga a
dotar provisiones para cubrir las pérdidas potenciales.
Por fin, parece que se
va a acometer la reestructuración financiera a través del “banco malo”, que se
ha denominado SAREB (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la
Reestructuración Bancaria, S.A.), una sociedad a la que se transferirán los
activos dañados o tóxicos a precios más o menos próximos a los de mercado, que han de ser vendidos en
el plazo de 15 años.
La segunda recesión
económica ha hecho que el volumen de préstamos impagados se haya incrementado
en los últimos 12 meses en un 39,7%,
situando la morosidad bancaria en el 10,5% del total de créditos, tal como
señala el siguiente gráfico:
Como consecuencia de la disminución del valor de los activos (pérdida de recursos), el desapalancamiento (reducción del endeudamiento) de las propias entidades financieras y el temor de la banca a la nueva morosidad, se está reduciendo a ritmo acelerado la concesión de nuevos créditos, lo cual ocasiona serios problemas de liquidez en la economía.
El gráfico nos permite observar la dimensión del problema. Según el Banco de España, el crédito para las familias y empresas cayó un 5% en los últimos 12 meses.
Si nos fijamos en la variación del volumen de los créditos, podemos comprobar que está teniendo la mayor caída de las últimas décadas. Y algunos expertos estiman que esta tendencia continuará en paralelo con la evolución de la economía.
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