martes, 16 de octubre de 2012

LOS FLUJOS FINANCIEROS INTERNACIONALES


Tal como vimos en dos entradas recientes sobre la Balanza de Pagos, la Cuenta Corriente recoge los intercambios internacionales de bienes, servicios, rentas y transferencias.

Los países que registran saldo negativo obtienen recursos externos de los países con saldo positivo. Significa que cuando el consumo interno es superior a la producción de un país o, en otros términos, su inversión es superior al ahorro interno, necesita recibir recursos de otros países. Ocurre lo contrario con los países que registran saldo positivo.

Flujos financiaron mundiales

En el siguiente cuadro, confeccionado con datos del Banco Mundial,  podemos observar los saldos de las Cuentas Corrientes  (en millones de dólares) de las grandes economías del mundo:

De los datos se deduce que la Unión Europea tiene una balanza con  reducido desequilibrio y es EE.UU. el que gasta mucho  más de lo que produce. Ese exceso es financiado por los dos grandes países asiáticos (China y Japón), quienes en conjunto gastan menos que lo que producen. Algunos países del resto del mundo, tales como las naciones de Oriente Medio con petróleo, aportan el ahorro restante.

Por tanto, un país rico como EE.UU. se beneficia del ahorro del resto del mundo. Una parte importante de su financiación le viene de un país pobre como China y, en menor medida,  de Japón.

También es cierto que a China le viene bien financiar el consumo americano porque las cuantiosas exportaciones a EE.UU. le ayudan a impulsar el desarrollo del país. A cambio, el gigantesco país asiático sigue manteniendo sus reservas en dólares a base de adquirir bonos del Tesoro americano.

Entre los países componentes de la Unión Europea se dan también desequilibrios notables en las Cuentas Corrientes. En el año 2011, en millones de dólares, destacan los superávits de Alemania (202.725) y Holanda (70.634). Los países deficitarios más importantes fueron Italia (70.100), Francia (54.437) y España (51.918)

Los desequilibrios

La variación de los flujos entre los años 2008 y 2011 nos indica que los grandes desequilibrios se van reduciendo, tal como auguraban muchos economistas, ya que la cuantía de los flujos hacía que la situación se considerase insostenible.

Pero continúa el riesgo, porque los  desequilibrios por cuenta corriente que aún persisten pueden llevar a las autoridades a recurrir a políticas proteccionistas. También existe el peligro de que las salidas de manera acelerada de fondos de los países que han recibido cuantiosas sumas de dinero provoquen depreciaciones bruscas de las monedas.

Hay que recordar que los desequilibrios económicos ocultan fenómenos de otro tipo. El cuantioso déficit norteamericano se acepta porque el dólar es una moneda de reserva y porque EE.UU. es la primera potencia económica mundial. El mercado del dólar es, además, el más liquido y muchas transacciones internacionales están denominadas en dólares, incluido el mercado del petróleo. En definitiva, que EE.UU. tiene de momento capacidad de imponer a otros el uso de su moneda.

Pero algunas grandes naciones emergentes, como Brasil, están reaccionando ante los desequilibrios de EE.UU. y reclaman, cada día con mayor insistencia, una nueva moneda de reserva supranacional por encima del dólar, que reduzca el impacto de una depreciación de la moneda norteamericana y ayude a equilibrar las relaciones económicas internacionales.

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