martes, 30 de octubre de 2012

ALGUNOS PROBLEMAS DE LA CRISIS


En la evolución de la crisis financiera, que tuvo su momento más depresivo en el  año 2009, se recuperó el PIB a medida que avanzaba 2010, cambió de tendencia en el verano de 2011  y   ha caído en una segunda recesión en los últimos tres trimestres, van apareciendo algunos retos que tendrán que ir abordándose.

El primero, sin duda, es detener la recesión, la caída del PIB. Está cada vez más claro que la reducción significativa del déficit público requiere parar  la trayectoria recesiva y volver a la senda del crecimiento. Pero el PIB del año 2013 vuelve a aparecer con signo negativo: -0,5%, según el Gobierno, y -1,3%, en el informe del FMI

Con el dinero huyendo de los bancos españoles y las políticas de austeridad en pleno funcionamiento no se reavivará la economía. Y, sin crecimiento económico, el endeudamiento actual de las familias y las empresas va a ser difícil pagar

El segundo reto es plantearse un reparto razonable de las pérdidas ocasionadas por la crisis.En el siguiente gráfico, extraído de la Contabilidad Trimestral de España (los datos de 2012 son del primer trimestre), tenemos la distribución  desde 1995:

El gráfico muestra los porcentajes de participación de las retribuciones al trabajo (salarios), los excedentes empresariales y rentas mixtas (denominados beneficios) y los impuestos indirectos en el producto del país (PIB) a lo largo de 17 años.

En el año 2009 la participación de los salarios fue del 50% y en el 2012 cayó al 44%, a favor de los beneficios empresariales, que subieron del 43% en 2009 al 47% en 2012, como consecuencia del creciente desempleo y de los recortes  de la llamada “consolidación fiscal”.  

El tercer reto consiste en buscar otras actividades económicas en las que se puedan aplicar los recursos materiales y humanos que han sobrado en el sector inmobiliario. Es la condición necesaria para que pueda reducirse el desempleo de modo duradero

El cuarto reto se centra en la regulación del sector bancario. La crisis ha puesto de manifiesto la necesidad de revisar las reglas de juego del sector, porque ha defraudado las esperanzas de aquellos que confiaban que el propio mercado haría que la banca encontrara el equilibrio entre el riesgo y el beneficio.

Las reformas que se están apuntando  incluyen aspectos tales como la recapitalización de las entidades, la separación de nuevo de la banca de depósito y la banca de inversión, la limitación del tamaño de las entidades para evitar riesgos sistémicos y la regulación internacional de la operativa bancaria.

Estas medidas convertirían al sector bancario en más seguro, pero acabarían haciéndolo menos rentable, razón  por la cual el sector está resistiéndose a aceptar los cambios.

Corremos el riesgo de que el proceso reformador sea más lento que el desarrollo de la próxima crisis financiera. 

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