martes, 28 de junio de 2022

PRODUCTIVIDAD INCIERTA


Hemos pasado en poco tiempo del miedo a la deflación al temor a una inflación difícil de controlar, con la consecuencia de una recuperación menguante del Producto Interior Bruto (PIB), un indicador que muestra en España una tasa de crecimiento en descenso.

Se esperaba que, una vez mermada la virulencia de la pandemia, la recuperación de la producción sería rápida, pero el reinicio del funcionamiento de las cadenas de suministro ha resultado complejo, con demanda embalsada y ahorro forzoso acumulado.

La oferta productiva no ha sido capaz de responder a la demanda, ocasionando cuellos de botella productivos, logísticos y de transporte, con aumento generalizado de los precios de materias primas, energía y bienes intermedios.

Dos indicadores básicos de la evolución económica son el PIB y la productividad. El PIB real por habitante, una vez eliminada la influencia de los precios, ha crecido en los últimos 26 años en torno al 30%, lo que equivale a una tasa acumulada anual del 1,05%, poco más que la mitad del crecimiento anual conseguido, por ejemplo, por EE.UU en igual período.

En cuanto a la productividad, medida como PIB real por trabajador, ha crecido en los 26 años un 7,9%, que supone una tasa acumulativa anual del 0,3%. Esta es denominada “productividad aparente del trabajo” porque incluye también la productividad del capital y otros factores. Comparada, por ejemplo, con la tasa alemana, resulta muy escasa, consecuencia seguramente de la menor dimensión de las empresas españolas y de su bajo nivel de internacionalización.


Vemos en el cuadro, elaborado por Jose Antonio y Miguel Angel Herce, que el PIB real por habitante de España era en 1995 el 72,75% del promedio de la Eurozona y en 2021 descendió al 71,77%. En un cuarto de siglo, en el que se han recibido ayudas estructurales procedentes de la Unión Europea, el país no ha logrado acercarse más a la posición media europea.

En cuanto al segundo indicador, la productividad aparente del trabajo, el indicador ha pasado del 95,77% respecto de la Eurozona en 1995 al 85,74%, un retroceso significativo de 10 puntos.

El crecimiento del PIB procede de tres fuentes básicas: la acumulación de horas de trabajo, la acumulación de inversiones en equipamientos productivos (capital) y la acumulación de tecnología, también denominada “progreso tecnológico”.

El efecto en el crecimiento del PIB de los dos primeros se estima directamente, en función de sus participaciones en la renta nacional. En cambio, la participación del progreso tecnológico se deduce de restar al total de crecimiento los resultados de los otros dos factores.

El progreso tecnológico impacta en el PIB a medida que se renueva el trabajo y el capital aplicados a la producción. Por este motivo, al efecto tecnológico, que esta detrás del aumento de la renta por habitante y de la productividad, se le denomina “Productividad Total de los Factores” (PTF),

Por tanto, la PTF recoge los elementos que logran hacer más productivos lo recursos de capital y trabajo, aumentando la eficiencia de los mismos gracias al progreso tecnológico incorporado en los nuevo equipos productivos y humanos. Por ejemplo, a través de la formación continua de los trabajadores o la capacitación de la gerencia para tomar decisiones.

Según los datos publicados por la Fundación BBVA, la economía española tiene un problema estructural de incierta productividad. En términos de PTF, se produjo una caída del 10,5% entre 1995 y 2017, cuando en la Eurozona se incrementó en el 1,4% y en el conjunto de la Unión Europea en el 4,5%. En el desfase español respecto de otros países europeos han influido sin duda la reasignación masiva de trabajadores a sectores poco productivos, como la construcción o los servicios básicos de turismo.

En definitiva, el crecimiento del PIB español se ha conseguido aumentando el número de trabajadores o de horas trabajadas y realizando importantes inversiones de capital. La Productividad Total de los Factores no ha logrado ninguna aportación al crecimiento del PIB real en las últimas décadas, circunstancia que puede explicar el grueso de la diferencia observada en el nivel de PIB por habitante respecto a la media europea.




martes, 21 de junio de 2022

PREDICCIONES AUTOCUMPLIDAS

 


Las profecías autocumplidas son predicciones que, una vez emitidas, se convierten con mucha probabilidad en la causa de que se realicen, al generarse unas expectativas que acaban por cumplirse.

El sociólogo estadounidense Robert King Merton llegó a la conclusión de que las personas responden al sentido que le dan a una situación y no a su realidad objetiva, lo cual influye en sus conductas respecto a esa situación.

Un ejemplo de predicción autoumplida es el caso de un banco sobre el que se extiende el rumor infundado de una inminente quiebra y muchos de sus clientes tratan de recuperar sus depósitos. Esta exigencia inesperada provoca la insolvencia de la entidad financiera, cumpliéndose así el rumor predictivo.

La inflación es una variable económica en la que suelen incidir las predicciones. La versión general del Indice de Precios de Consumo (IPC) español, que tocó cima en marzo de este año con un 9,8% de incremento, ha descendido algunas décimas en los siguientes meses. En cambio, la modalidad subyacente sube hasta el 4,9% en mayo.

La inflación subyacente muestra de modo más preciso que la inflación general la tendencia de los precios de consumo a corto plazo. Esta versión del índice nació tras la crisis energética de los años setenta. La elevada volatilidad de los precios de aquella época movió a las autoridades económicas a generar otro indicador más estable que el IPC general.

El cálculo del subyacente excluye dos tipos de consumos, ambos con alta volatilidad: componentes energéticos (gasolina, gas, electricidad…) y productos alimenticios no elaborados (frutas, verduras…)

Vemos en el gráfico la evolución de las tasas anuales, general y subyacente, en los años 2021 y 2022. Tras incrementarse en los primeros meses de este año, la tasa general se ha situado en mayo en un 8,7%, en tanto que la subyacente va incrementándose desde mediados del año pasado.

La tasa subyacente es más complicada de bajar que la general, que toma en consideración el precio de los carburantes y la electricidad, más volátiles. El indicador subyacente, en el que se fija el BCE para ajustar su política monetaria, tiende a perpetuase en el tiempo, lo que conlleva a una pérdida de competitividad para el país.

Como podemos observar en el gráfico, hace un año la inflación subyacente se situaba en el 0,2%. Comenzó a subir en junio de 2021, llegando en septiembre al 1% y tan solo tres meses después se había duplicado (2,1%)

Con el inicio de la guerra de Ucrania, en febrero de 2022, se acentuaron los problemas de las cadenas globales de suministros y la inflación subyacente había llegado al 3%, incrementándose hasta el 4,4% en abril y situándose en mayo en el 4,9%.

La subida de la inflación subyacente augura incrementos de precios a corto plazo aún latentes como consecuencia de los efectos de segunda ronda, puesto que implican un traslado de precios de las empresas a lo consumidores finales

Desde el Gobierno se informa que la tasa de inflación irá disminuyendo paulatinamente, una vez que se consoliden los efectos de la medida (excepción ibérica) autorizada por la Comisión Europea para limitar los precios del gas, que ha de permitir reducir el precio de la electricidad.

Bien está que las autoridades económicas planteen expectativas de caída de la inflación al entorno del 3% en el próximo año, pero hace falta que la comunicación vaya acompañada de medidas que se perciban como efectivas. Mientras las expectativas de los agentes económicos y sociales sean que la inflación no va a descender, estaremos viviendo en una situación de profecía autocumplida y la inflación no descenderá sustancialmente.


martes, 14 de junio de 2022

CRISIS ALIMENTARIAS


La crisis alimentaria se manifiesta en la dificultad de las personas para el acceso a suficientes alimentos, nutritivos y seguros, para atender las necesidades esenciales que les permitan una vida sana y activa. El drama alimentario impide el desarrollo de las naciones, al obstaculizar la educación y agravar el malestar de las familias, disminuyendo la capacidad del ser humano de ganarse el sustento diario.


El informe último de la “Red Mundial contra las Crisis Alimentaria” señala que, tras la pandemia de Covid-19, han aparecido nueva amenazas. En 2021 había 193 millones de personas de 53 países o territorios que sufrían la crisis alimentaria, 38 millones más que en 2020. La situación era catastrófica en naciones como Etiopía, Madagascar, Yemen, Sudan del Sur y Burkina Faso.

Aunque en otras épocas tendían a identificarse seguridad y soberanía alimentaria, ahora se consideran categorías diferentes. La FAO señala que existe seguridad alimentaria cuando las personas tienen acceso a alimentos sanos y nutritivos, que llevan a una vida sana y con energía. La condición es disponer de poder adquisitivo para acceder a dietas saludables.

En cambio, la soberanía alimentaria supone la posibilidad de decidir y controlar lo que el consumidor se lleva a la mesa, por encima del poder de los grandes productores agroindustriales y los intereses económicos. El movimiento internacional “Vía Campesina” entiende la soberanía alimentaria como el derecho que tiene cada pueblo para definir su política en materia de alimentos.

Las crisis alimentarias son el resultado de diversos factores que se retroalimentan entre sí. Van desde conflictos hasta catástrofes ambientales y climáticas, desde crisis económicas hasta sanitarias, cuyas causas subyacentes son la pobreza y las desigualdades.

El principal impulso de la inseguridad alimentara proviene de los conflictos. Las guerras dejan al descubierto la fragilidad de los sistemas alimentarios, causando graves problemas para la seguridad alimentaria y nutricional de los colectivos afectados.

Algunos países son especialmente vulnerables a los riesgos de una guerra, sobre todo porque tienen un alto grado de dependencia de las importaciones de alimentos e insumos agrícolas.

Con la guerra provocada por la invasión rusa de Ucrania, el hambre crece en muchos países por el rápido encarecimiento de los alimentos básicos, los fertilizantes y la energía, todo lo cual supone una autentica crisis alimentaria. La guerra ha bloqueado el suministro de cereales, provocando operaciones especulativas y de acaparamiento. Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, ha señalado que la inseguridad alimentaria se ha duplicado hasta alcanzar a 276 millones de personas.

En España, con el 26,4% de la población en riesgo de pobreza, muchas familias sufren dificultades para llevar una dieta saludable, lo cual afecta a su desarrollo personal y profesional. Una mala alimentación influye en la salud física y mental, en particular a cuantas personas llevan mucho tiempo en desempleo y se encuentran en riesgo de exclusión. Este colectivo tiene más riesgo de caer en enfermedades cardiovasculares y sufrir enfermedades de salud mental.

Aunque el problema energético actual es evidente, la crisis en el suministro de alimentos es más acuciante. A lo lago de 2021, los precios del trigo subieron mucho más que los del petróleo, causando serios perjuicios en muchos de los países pobres, en los que una gran parte del gasto familiar se destina a alimentos. Según el Banco Mundial, cada punto porcentual de aumento en los precios de los alimentos equivale a 10 millones más de personas en situación de extrema pobreza.

martes, 7 de junio de 2022

PRECIOS HEDÓNICOS

 

El precio hedónico es un término económico que describe un modelo en el que el precio de un producto, además de los diversos costes que supone su elaboración y distribución, tiene en cuenta otros factores que inciden en el bien.

Cada producto está constituido por una serie de características o atributos que, en conjunto, configuran la unidad básica ofrecida en el mercado. Dichos atributos, que son inevitablemente traspasados por el proveedor al consumidor en el momento en que este último lo compre, afectan positiva o negativamente al precio, dependiendo de la valoración que el demandante realice por cada uno de los atributos.

De este modo, se generan mercados implícitos por cada atributo, cuyas demandas y ofertas, no obstante, no son observables en forma directa. En la mayoría de los casos se reflejan en forma relativamente transparente en los precios.

En mercados más complejos, como el de los bienes raíces, el conocimiento de las demandas o los "precio sombra" de cada atributo cobra especial interés, fundamentalmente por la alta heterogeneidad de los atributos observados, su fácil diferenciación y su alto valor relativo.

Este tipo de modelo se utiliza sobre todo en el mercado inmobiliario. Las consideraciones sobre el precio de una propiedad tienen en cuenta el tamaño de la casa, el número de habitaciones, el tamaño de las mismas, la calidad de los materiales utilizados y otras características del edificio.

A estas consideraciones de análisis interno, los precios hedónicos añaden factores externos influyentes, tales como la ubicación de la casa, el vecindario, la proximidad de la propiedad a servicios, como escuelas, mercados y transportes públicos.

Por lo tanto, el método de lo bienes hedónicos supone que las características que componen un bien heterogéneo tienen un reflejo en su precio de mercado, con lo que el precio se puede descomponer en los atributos y asignar un pecio implícito a cada uno.

En el caso de una vivienda, su precio dependerá de las características estructurales, de localización y ambientales. Estas dos últimas van adquiriendo cada vez mayor importancia, valorándose la distancia a un parque, las vistas al mar o a un parque y el nivel de ruido.

Los precios hedónicos constituyen un significativo avance metodológico en el tratamiento de mercados implícitos por atributos, proporcionando técnicas para la obtención de precios y demandas implícitas a partir de la medición del precio del bien compuesto y de la forma en que se efectúa la "mezcla" de atributos que lo compone.

La aplicación de las teorías hedónicas se remonta a estudios realizados en EEUU en los años sesenta para determinar el efecto de la contaminación del aire sobre el precio de mercado de las viviendas, así como de otras características propias de los inmuebles y su vecindario.

Los precios hedónicos se utiliza también en el mercado laboral. Los trabajadores que son trasladados a otros países reciben remuneraciones superiores como compensación a la falta de algunos servicios en esos países y a los inconvenientes o molestias que lleva vivir en otros entornos.




martes, 31 de mayo de 2022

BIENESTAR ECONÓMICO Y FELICIDAD

 

El profesor italiano Emanuele Felice, identifica la felicidad con tres rasgos: la liberación de las limitaciones materiales, la calidad de las relaciones sociales y cierta orientación trascendente que da sentido a la vida.

Este ensayista, autor del libro “Historia económica de la felicidad”, considera, al igual que otros historiadores, casi idílica la situación de los “primitivos” humanos, dedicados a la caza y a la recolección de frutos, que tuvieron una vida más sana que la propiciada a cohortes posteriores en la revolución agrícola.

El salto a la agricultura instituyó una sociedad muy dispar, basada en la separación entre clases sociales y la desigualdad de la mujer respecto al hombre. Durante los siglos siguientes se buscó la felicidad en la vida ultraterrena y en filosofías que predicaban la anulación de los deseos (estoicismo), sin intención alguna de mejorar las condiciones de vida material.

El gran avance para la humanidad llegó con el Siglo de las Luces (XVIII) y la rápida industrialización. El progreso tomó impulso con la máquina de vapor, la electricidad, la automoción, el teléfono y otra serie de inventos.

La higiene y la medicina ampliaron la esperanza de vida. Se extendió la alfabetización, al tiempo que se reducía la pobreza extrema. Tras las dos guerras mundiales, desde la segunda mitad del siglo XX se disfruta de mayor bienestar material.

Según el Informe Mundial de la Felicidad, que celebra este año su décimo aniversario, el bienestar subjetivo se basa en tres indicadores principales: evaluaciones de la vida, como la medida más estable de la calidad de vida de las personas, basada en la encuesta Gallup, y las emociones positivas y negativas

Las evaluaciones de vida brindan la medida más adecuada para las comparaciones internacionales. Capturan la calidad de vida de una manera más completa que los informes emocionales, basados en experiencias diarias, y difieren más entre países que las emociones

El siguiente ranking de la Encuesta Mundial Gallup se basa en la escala de Cantril, que recoge el nivel de afirmación personal. Consiste en una escalera de 10 niveles que va desde lo mejor con 10 puntos hasta lo peor con 1 punto.

Los países europeos siguen ocupando los primeros puestos mundiales de felicidad. Finlandia (7,8) es el primero en la lista, seguido de Dinamarca e Islandia. Este año, las tres mayores subidas en el ranking fueron en Serbia, Bulgaria y Rumanía, en tanto que los descensos tuvieron lugar an Libano, Venezuela y Afganistán. España (6,4) desciende desde el puesto 24 del año anterior al 29

Aunque la pandemia produjo dolor y sufrimiento, el Informe Mundial reconoce también un notable aumento de apoyo social y benevolencia. Se ha podido apreciar la capacidad humana de apoyarse mutuamente en época de grandes necesidades. Los resultados del estudio demuestran que las comunidades con confianza en el Gobierno y las instituciones son más felices y resistentes frente a las crisis.

En los últimos diez años se ha incrementado el interés público en la felicidad. Los responsables de formular las políticas toman la felicidad como un objetivo importante. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha alentado a que todos sus miembros midan la felicidad cada año y la Unión Europea pide a sus países miembros que pongan el bienestar en el centro del diseño de las políticas públicas.

El Informe señala que los resultados del promedio mundial de evaluaciones de vida nacionales han sido relativamente estables, pero con una amplia variedad de experiencias nacionales y regionales, con cierta “tendencia moderada al alza a lago plazo en el estrés, la preocupación y la tristeza en la mayoría de los países y una ligera disminución a largo plazo en el disfrute de la vida”.

martes, 24 de mayo de 2022

EVOLUCION DEL ENDEUDAMIENTO PÚBLICO


La deuda pública española se ha disparado durante la pandemia del coronavirus. Al cierre del año 2021, en términos de Producto Interior Bruto (PIB), representaba ya un 118,7%.

En el siguiente gráfico tenemos la evolución en cifras absolutas del stock de deuda pública, según el Protocolo de Déficit Excesivo, etablecido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Eurozona.
La deuda fue aumentando desde el inicio de la crisis financiera en el año 2008 hasta finales de 2014, con un importante crecimiento en el año 2020, a consecuencia de la política de protección social para paliar los efectos de la pandemia.

Como se observa en el gráfico, a finales de 2021 la deuda había llegado a 1,4 billones de euros, alejada del Plan de Estabilidad europeo, fijado en el 60% del PIB.

En la evolución de la deuda pública influyen sobre todo los siguientes componentes: el déficit o superavit primario sobre el PIB (sin incluir intereses de la deuda); los tipos de interés a pagar por la deuda acumulada; la tasa de crecimiento nominal (real más inflación) de la economía, y un componente denominado “ajuste déficit-deuda”.

El superavit primario no aparece habitualmente en la economía española, con lo que no está ayudando a reducir el nivel de deuda. El año 2021 se cerró con un déficit del -4,7% del PIB y se prevén también déficits para este año y los siguientes.

Con unos tipos impositivos altos en comparación con los países de la Eurozona, la recaudación tributaria es bastante menor en España, debido al exceso de deducciones, exenciones y desgravaciones fiscales, así como un mayor fraude fiscal.

Los siguientes dos factores que inciden sobre la deuda favorecieron a la economía española en el período 2015-2019. Las tasas de crecimiento nominal fueron mayores que los tipos de interés nominal, con lo que facilitaron la reducción de la deuda pública respecto al PIB. El año 2020, con la crisis pandémica, sucedió el efecto contrario, debido a que el PIB cayó hasta el -9,8% y el tipo de interés fue del 2,2%

Este efecto adverso puede repetirse en los años próximos por el cambio de política monetaria del Banco Central Europeo, si deja de comprar bonos y decide ir subiendo los tipos de interés.

El componente “ajuste déficit-deuda”se refiere a aumentos de deuda sin efectos en el déficit público. Son compras de activos financieros de las Administraciones Públicas, es decir operaciones de endeudamiento que no tienen su origen en los presupuestos públicos, tales como aportaciones al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), Fondo de Amortización del Déficit Eléctrico (FADE) y participaciones en el rescate de entidades europeas.

Con tipos de interés cercanos a cero, la deuda parece sostenible, pero con los tipos en aumento los gastos financieros pueden convertirse en una carga muy pesada para los presupuestos del Estado.












martes, 17 de mayo de 2022

CADENAS DE APROVISIONAMIENTO

 

La cadena de aprovisionamiento, llamada también cadena de valor global, es el conjunto de actividades que hay que desarrollar en localidades geográficas distintas para obtener un bien o servicio. Está compuesto por eslabones que corresponden a tareas que la organización debe llevar a cabo para obtener y comercializar un bien.

Entre las etapas de la cadena de suministro se pueden distinguir: el diseño del producto a obtener, la materia prima necesaria, la fabricación, la distribución y la venta al consumidor final. Las etapas suelen repartirse entre diversas naciones y se completa el producto en un solo lugar. Cada eslabón genera un valor añadido, con lo que el producto final es más valioso que la suma de sus componentes.

Así, por ejemplo, un ordenador puede fabricarse en Alemania, con gran parte de las piezas que proceden de China, y utilizando algunos programas informáticos que tienen su origen en EE.UU.

Al ir reduciéndose los costes de comunicación y de transporte, las cadenas de valor experimentaron en los años noventa un crecimiento acelerado. El impulso vino también de la apertura de China, India y otras economías emergentes con mano de obra muy barata. En el año 2015, las transacciones de bienes intermedios utilizados para elaborar productos finales en otros países había llegado al 66% del comercio mundial.

Las cadenas de valor permiten aprovechar las ventajas comparativas entre países, tienden a reducir los movimientos migratorios, aumentan la renta de los países menos desarrollados y permiten mantener bajos los precios de los productos. El efecto negativo de las cadenas de suministro es que pueden trasladar los centros de producción a los países de mano de obra más barata, con pérdida de empleo en las naciones de origen.

La crisis financiera de 2008 trajo muchas dudas acerca del nivel de elevada globalización al que se había llegado, y la pandemia del coronavirus vino a remarcar más tarde los riesgos inherentes a la dependencia respecto del exterior que las cadenas de valor global habían provocado en bienes de primera necesidad.

Aparecieron también problemas derivados de la escasez de suministros de carácter global, con disrupciones en algunos eslabones de la cadena de producción, que han provocado perturbaciones importantes en los procesos. Ha habido también algunos replanteamientos estratégicos para mejorar la cadena productiva.


Vemos en el gráfico la evolución de la cuota de comercio total de las cadenas de suministros, con incrementos elevados en las dos décadas anteriores a la crisis financiera.

Las nuevas cadenas de aprovisionamiento tienden a ser más cortas para evitar el efecto amplificador de las disrupciones y también más redundantes en los componentes clave. Las tecnologías digitales están permitiendo una detección temprana de fallos en la cadena. También mejora el aspecto logístico, aumentando la inversión en existencias y pasando del “justo a tiempo” a “por si acaso”

Se está produciendo un cambio en los criterios de configuración de las cadenas de valor. Al criterio principal de la eficiencia, que impulsaba a trasladar parte de los procesos productivos a otros países con costes laborales menores, se unen los criterios de seguridad y de atención a las consideraciones de tipo ético.

La seguridad supone garantizar un control de las actividades estratégicas de la economía y lleva a implementar sistemas de control de inversiones extranjeras, pensando sobre todo en inversiones en países asiáticos Los elementos de tipo ético tratan de evitar situaciones de trabajo infantil, violación de derechos humanos y condiciones laborales abusivas.

En la búsqueda de mayor resiliencia destacan dos medidas: un mayor grado de diversificación en los suministros, tratando de evitar que aprovisionamientos vitales dependan de una única fuente, e incremento en los niveles de existencias, para asegurar el ritmo de producción en caso de trastornos en los suministros. Se reconoce que ambas medidas tienden a incrementar los costes.

Sin llegar al retorno de las actividades productivas a su países de origen, se busca en muchos casos situarlas en lugares más cercanos, realizando movimientos de regionalización, para avanzar hacia un modelo de globalización mas equilibrado.