La cadena de aprovisionamiento, llamada también cadena de valor global, es el conjunto de actividades que hay que desarrollar en localidades geográficas distintas para obtener un bien o servicio. Está compuesto por eslabones que corresponden a tareas que la organización debe llevar a cabo para obtener y comercializar un bien.
Entre las etapas de la cadena de suministro se pueden distinguir: el diseño del producto a obtener, la materia prima necesaria, la fabricación, la distribución y la venta al consumidor final. Las etapas suelen repartirse entre diversas naciones y se completa el producto en un solo lugar. Cada eslabón genera un valor añadido, con lo que el producto final es más valioso que la suma de sus componentes.
Así, por ejemplo, un ordenador puede fabricarse en Alemania, con gran parte de las piezas que proceden de China, y utilizando algunos programas informáticos que tienen su origen en EE.UU.
Al ir reduciéndose los costes de comunicación y de transporte, las cadenas de valor experimentaron en los años noventa un crecimiento acelerado. El impulso vino también de la apertura de China, India y otras economías emergentes con mano de obra muy barata. En el año 2015, las transacciones de bienes intermedios utilizados para elaborar productos finales en otros países había llegado al 66% del comercio mundial.
Las cadenas de valor permiten aprovechar las ventajas comparativas entre países, tienden a reducir los movimientos migratorios, aumentan la renta de los países menos desarrollados y permiten mantener bajos los precios de los productos. El efecto negativo de las cadenas de suministro es que pueden trasladar los centros de producción a los países de mano de obra más barata, con pérdida de empleo en las naciones de origen.
La crisis financiera de 2008 trajo muchas dudas acerca del nivel de elevada globalización al que se había llegado, y la pandemia del coronavirus vino a remarcar más tarde los riesgos inherentes a la dependencia respecto del exterior que las cadenas de valor global habían provocado en bienes de primera necesidad.
Aparecieron también problemas derivados de la escasez de suministros de carácter global, con disrupciones en algunos eslabones de la cadena de producción, que han provocado perturbaciones importantes en los procesos. Ha habido también algunos replanteamientos estratégicos para mejorar la cadena productiva.
Vemos en el gráfico la evolución de la cuota de comercio total de las cadenas de suministros, con incrementos elevados en las dos décadas anteriores a la crisis financiera.
Las nuevas cadenas de aprovisionamiento tienden a ser más cortas para evitar el efecto amplificador de las disrupciones y también más redundantes en los componentes clave. Las tecnologías digitales están permitiendo una detección temprana de fallos en la cadena. También mejora el aspecto logístico, aumentando la inversión en existencias y pasando del “justo a tiempo” a “por si acaso”
Se está produciendo un cambio en los criterios de configuración de las cadenas de valor. Al criterio principal de la eficiencia, que impulsaba a trasladar parte de los procesos productivos a otros países con costes laborales menores, se unen los criterios de seguridad y de atención a las consideraciones de tipo ético.
La seguridad supone garantizar un control de las actividades estratégicas de la economía y lleva a implementar sistemas de control de inversiones extranjeras, pensando sobre todo en inversiones en países asiáticos Los elementos de tipo ético tratan de evitar situaciones de trabajo infantil, violación de derechos humanos y condiciones laborales abusivas.
En la búsqueda de mayor resiliencia destacan dos medidas: un mayor grado de diversificación en los suministros, tratando de evitar que aprovisionamientos vitales dependan de una única fuente, e incremento en los niveles de existencias, para asegurar el ritmo de producción en caso de trastornos en los suministros. Se reconoce que ambas medidas tienden a incrementar los costes.
Sin llegar al retorno de las actividades productivas a su países de origen, se busca en muchos casos situarlas en lugares más cercanos, realizando movimientos de regionalización, para avanzar hacia un modelo de globalización mas equilibrado.
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