El profesor italiano Emanuele Felice, identifica la felicidad con tres rasgos: la liberación de las limitaciones materiales, la calidad de las relaciones sociales y cierta orientación trascendente que da sentido a la vida.
Este ensayista, autor del libro “Historia económica de la felicidad”, considera, al igual que otros historiadores, casi idílica la situación de los “primitivos” humanos, dedicados a la caza y a la recolección de frutos, que tuvieron una vida más sana que la propiciada a cohortes posteriores en la revolución agrícola.
El salto a la agricultura instituyó una sociedad muy dispar, basada en la separación entre clases sociales y la desigualdad de la mujer respecto al hombre. Durante los siglos siguientes se buscó la felicidad en la vida ultraterrena y en filosofías que predicaban la anulación de los deseos (estoicismo), sin intención alguna de mejorar las condiciones de vida material.
El gran avance para la humanidad llegó con el Siglo de las Luces (XVIII) y la rápida industrialización. El progreso tomó impulso con la máquina de vapor, la electricidad, la automoción, el teléfono y otra serie de inventos.
La higiene y la medicina ampliaron la esperanza de vida. Se extendió la alfabetización, al tiempo que se reducía la pobreza extrema. Tras las dos guerras mundiales, desde la segunda mitad del siglo XX se disfruta de mayor bienestar material.
Según el Informe Mundial de la Felicidad, que celebra este año su décimo aniversario, el bienestar subjetivo se basa en tres indicadores principales: evaluaciones de la vida, como la medida más estable de la calidad de vida de las personas, basada en la encuesta Gallup, y las emociones positivas y negativas
Las evaluaciones de vida brindan la medida más adecuada para las comparaciones internacionales. Capturan la calidad de vida de una manera más completa que los informes emocionales, basados en experiencias diarias, y difieren más entre países que las emociones
El siguiente ranking de la Encuesta Mundial Gallup se basa en la escala de Cantril, que recoge el nivel de afirmación personal. Consiste en una escalera de 10 niveles que va desde lo mejor con 10 puntos hasta lo peor con 1 punto.
Los países europeos siguen ocupando los primeros puestos mundiales de felicidad. Finlandia (7,8) es el primero en la lista, seguido de Dinamarca e Islandia. Este año, las tres mayores subidas en el ranking fueron en Serbia, Bulgaria y Rumanía, en tanto que los descensos tuvieron lugar an Libano, Venezuela y Afganistán. España (6,4) desciende desde el puesto 24 del año anterior al 29
Aunque la pandemia produjo dolor y sufrimiento, el Informe Mundial reconoce también un notable aumento de apoyo social y benevolencia. Se ha podido apreciar la capacidad humana de apoyarse mutuamente en época de grandes necesidades. Los resultados del estudio demuestran que las comunidades con confianza en el Gobierno y las instituciones son más felices y resistentes frente a las crisis.
En los últimos diez años se ha incrementado el interés público en la felicidad. Los responsables de formular las políticas toman la felicidad como un objetivo importante. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha alentado a que todos sus miembros midan la felicidad cada año y la Unión Europea pide a sus países miembros que pongan el bienestar en el centro del diseño de las políticas públicas.
El Informe señala que los resultados del promedio mundial de evaluaciones de vida nacionales han sido relativamente estables, pero con una amplia variedad de experiencias nacionales y regionales, con cierta “tendencia moderada al alza a lago plazo en el estrés, la preocupación y la tristeza en la mayoría de los países y una ligera disminución a largo plazo en el disfrute de la vida”.
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