Tras una década de preparativos, el euro nació como moneda electrónica el 1 de enero de 1999 y tres años más tarde entraron en circulación los billetes y las monedas. Por tanto, en este primer día de enero se han cumplido 20 años de la utilización del euro en los 12 países que conformaban la Unión Económica y Monetaria (UEM), entre ellos, España. Hoy es la moneda de 19 Estados miembros de la Unión Europea y de 340 millones de ciudadanos.
Una vez que los 7 Estados miembros de la Unión Europea que todavía quedan fuera de la Eurozona vayan cumpliendo los criterios de convergencia acordados en 1992 en el Tratado de Maastricht (Países Bajos) deberán adoptar el euro, salvo Dinamarca que optó por quedar al margen
Desde 2002, los billetes de euros se emiten conjuntamente por los bancos centrales nacionales de la zona euro, bajo la dirección del Banco Central Europeo (BCE). Cada uno es responsable de una parte de la producción total anual de diferentes tipos de billetes. La responsabilidad de la acuñación de monedas recae en los gobiernos nacionales de los países de la zona del euro.
Aunque los pagos digitales se utilizan cada vez con más frecuencia, el euro como efectivo sigue siendo necesario. Cualquier persona puede poseerlo y utilizar directamente. Resulta también menos vulnerable a la ciberdelincuencia y al fraude. Además, como lo emite el propio banco central, está a salvo de quiebras.
El largo caminar hacia el euro se inició en los años sesenta del siglo pasado. El proyecto de Unión Económica y Monetaria (UEM) ambicionaba coordinar las políticas económicas y presupuestarias, establecer una política monetaria y una moneda común.
La moneda única cuenta con algunas ventajas: el comercio transfronterizo es más fácil para las empresas, la economía obtiene mejores resultado y los consumidores tienen más dónde elegir. Pero hubieron de superarse obstáculos en el avance hacia la UEM, como la agitación de los mercados monetarios internacionales en los años 70, que amenazó el sistema de precios de la política agraria común, uno de los pilares de la Comunidad Económica Europea. La crisis del petróleo hizo fracasar también los intentos de conseguir tipos de cambio estables,
En 1979 se puso en marcha el Sistema Monetario Europeo, con tipos de cambio que mantenían las monedas participantes dentro de un estrecho intervalo. Este enfoque supuso una coordinación sin precedentes de las políticas monetarias entre los países europeos y funcionó con éxito durante una década.
El euro ha dado a España estabilidad económica y capacidad de crecimiento. Entre las sombras de la nueva moneda se encuentran el incremento de precio que provocó al entrar en circulación, la incapacidad de amortiguar la crisis financiera de 2008 y la austeridad fiscal del período recesivo por la imposibilidad de recurrir a la devaluación monetaria.
Algunos problemas de estos años son las diferencias que afloraron entre las estructuras productivas de los países miembros y la falta de movilidad de los trabajadores en comparación con la de los capitales. Como tareas pendientes a señalar se suelen citar la unión bancaria y la integración fiscal.
En cuanto a la evolución macroeconómica, durante el período de vigencia del euro España ha aumentado un 60% su PIB, desde 700.993 millones de euros a 1,12 billones. En términos per cápita, el incremento ha quedado en el 40%, desde 17.200 a 23.693 euros (la media de la Eurozona es de 33.260), debido al crecimiento de la población española.
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