martes, 4 de enero de 2022

DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

 


A pesar de que renta y riqueza se utilizan con frecuencia de forma indistinta, en realidad responden a conceptos diferentes. Mientras la renta es un ingreso que corresponde a un período (sueldo anual, por ejemplo), la riqueza o patrimonio incluye activos financieros, inmuebles, vehículos...de los que se es propietario en una fecha determinada.

Para determinar la riqueza neta o patrimonio neto hay que restar las deudas (obligaciones, préstamos, …) pendientes de pago en la misma fecha.

Según el informe de World Inequality Lab, un centro de estudios francés encabezado por el economista Thomas Piketty, el 10% más rico de la población de España absorbe el 34,5% de los ingresos totales, en tanto que el 50% de los ciudadanos con menos recursos no disponen más que del 21%. La concentración en la riqueza es aún mayor, porque el 1% es propietario del 25% de la riqueza del país y el 10% tiene en sus manos el 60% de todo el patrimonio.

El macroestudio citado señala que en los últimos dos años, en tiempos de pandemia, se ha producido una aceleración del proceso de concentración de la renta y la riqueza, que se había iniciado en la década de los años ochenta del pasado siglo.

El siguiente gráfico se representa la evolución de la participación en la riqueza del 1% más rico de España

Podemos observar en el gráfico que la concentración de riqueza en el 1% más rico de España se incrementa del 20% en el año 2000 al 25% en 2017. En el mismo período, la riqueza del 50% más pobre cayó del 10,9% al 10,2%.

Las diferencias en los ingresos periódicos llevan a la acumulación desigual de riqueza de las familias. Además, ante la incertidumbre, los hogares con mayor renta tienden a acumular ahorro, que resulta un factor adicional más de desigualdad.

Más allá del diferente comportamiento en el ahorro, es perceptible la diversa composición de los activos financieros, con distinta evolución en los precios. Hasta un 94% de las familias de los dos deciles más bajos de renta poseen algún tipo de activo, pero su composición difiere de modo significativo a medida que cambia la renta de la familia.

Según el Banco de España, en los dos deciles más bajos el 89,5% de los activos totales se relaciona con propiedades inmobiliarias, en tanto que este porcentaje desciende al 57,5% en el decil más elevado.

En este segmento de ingresos destaca el peso de los negocios por cuenta propia, que contribuyen en un 15% al total de activos y las acciones y participaciones, que representan un 11,2%. La evolución más positiva del precio de estos activos financieros frente a los inmobiliarios ha contribuido también a incrementar la desigualdad de la riqueza.

A diferencia de lo que sucede en las rentas, el nivel de desigualad en la riqueza es inferior al de otros países de nuestro entorno, debido a que en España hay una concentración generalizada de ahorro en propiedades inmobiliarias, incluso en los hogares con ingresos más elevadas,

Los últimos incrementos de la tasa de inflación van provocando que el dinero pierda poder adquisitivo y que la renta y la riqueza entren en un proceso silencioso de redistribución. Algunos se enriquecen a costa de otros. Los trabajadores, pensionistas y ahorradores sufren impotentes la reducción de su capacidad adquisitiva, en tanto que los propietarios de bienes con precios en ascenso y los que piden dinero prestado se benefician de los bajos tipos de interés a pagar, negativos en términos reales, al tener en cuenta la tasa de inflación.



















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