Cuando el presupuesto general de un Estado tiene mayores gastos que ingresos, incurre en déficit y necesita emitir bonos para solicitar financiación en los mercados financieros. Por el contrario, si tiene superavit puede dedicarlo a pagar la deuda contraída. En consecuencia, la deuda pública viva es el importe total pendiente de pago por los préstamos recibidos, como resultado del total de los déficit menos el conjunto de los superavit.
Los déficit públicos persistentes provocan un incremento de los préstamos utilizados, aumentando así los intereses a pagar que, a su vez, elevan el nivel del déficit. Se suele decir que los déficit se alimentan a sí mismos.
El siguiente gráfico muestra la evolución, en % de PIB, del déficit público en España en los últimos 16 años.
Podemos observar el efecto de la recesión financiera de 2009, con un déficit del 11% sobre PIB. El conjunto de las administraciones públicas cerró 2019 con un déficit del 2,7%, situándose en 33.223 millones de euros, tras 11 años de continuados saldos deficitarios.
Diversas instituciones financieras prevén que el déficit español en 2020 puede situarse entre 9% y 13%, dependiendo de la duración del confinamiento y cierre de establecimientos que aconseje la evolución de la pandemia.
La deuda pública respecto del PIB es uno de los indicadores más significativos para medir la salud financiera del país. El persistente déficit público, el rescate bancario y las necesidades de liquidez han ido aumentando en los últimos años la deuda pública española, que al cierre de 2019 alcanzaba el 95,5% del PIB. Las estimaciones del FMI apuntan a que la pandemia del Covid-19 puede incrementarla hasta el 113%.
El aumento de la deuda pública ejerce presión sobre los presupuestos generales del Estado. Al igual que los particulares, los gobiernos tienen que pagar las deudas, incluidos los intereses y, aunque los tipos de interés en estos momentos no son elevados, la prima de riesgo española comienza a subir.
Cuando un Estado pide prestado para pagar incluso los intereses que genera su deuda quiere decir que tiene un saldo primario (sin contar con los intereses entre los gastos) deficitario, lo cual agrava el endeudamiento. Los prestamistas de fondos cuestionarán su capacidad de pago y, como consecuencia, puede generarse una crisis financiera.
Pero el déficit público puede utilizarse como política fiscal para estimular la economía, como se trató de hacer en la crisis financiera de 2008, y está planteándose ahora para afrontar las consecuencias económicas del Covid-19.
A largo plazo, los gobiernos deben tratar de compensar los déficit de algunos años con superavit de los períodos de bonanza económica pero, a corto plazo, la reconstrucción económica en España va a necesitar recursos provenientes de la Unión Europea, a fin de que no queden lastradas las cuentas de la Administración Pública por tiempo indefinido.
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