martes, 14 de abril de 2020

APOYOS FINANCIEROS


Los países están tomando medidas tanto en materia de salud pública como estrictamente económicas. Las actuaciones de tipo sanitario están centradas en contener la expansión del coronavirus mediante el confinamiento social, para aplanar la curva de contagios y limitar la presión sobre los sistemas de salud, con lo que las consecuencias económicas afectan tanto a la oferta de bienes y servicios como a la demanda.

Los países golpeados por la pandemia van adoptando decisiones rápidas para mantener ingresos, prorrogar impuestos, subsidiar gastos fijos y conceder avales y créditos, con el fin de evitar roturas en las cadenas de pagos y caídas en bancarrotas.

La oferta se ve afectada por el cierre de establecimientos productivos y comerciales y las dificultades logísticas y financieras que acarrea la contención de la pandemia. Al mismo tiempo, el confinamiento y la reducción del comercio entre países provocan la caída de la demanda, tanto interna del país como la proveniente del extranjero.

En el siguiente gráfico, el crecimiento del balance del banco central norteamericano muestra el importante apoyo que va a prestar con una contundente creación de dinero:


Por su parte, el Banco de Inglaterra anuncia que está preparado para prestar dinero al Gobierno si éste no recauda suficientes fondos en los mercados financieros, para luchar contra la expansión del coronavirus. Como país con moneda propia, la libra, el banco central británico está autorizado para prestar dinero directamente a la Hacienda pública.

En cuanto al Banco Central Europeo (BCE), la reacción al parón económico de la pandemia ha sido inmediata y va a dedicar a la compra de bonos públicos y corporativos hasta 750.000 millones de euros para dar confianza a los mercados. Al no permitir los Tratados de la Unión Europea comprar directamente bonos gubernamentales, el BCE tiene que adquirirlos en el mercado secundario, a fin de mantener en valores mínimos los tipos de interés exigidos por los inversores financieros.

Mientras que algunos países, como EE.UU y Alemania han tenido una reacción contundente, con medidas de gasto público que representan el 4,4% y el 5,5% del PIB, respectivamente, España ha ido introduciendo las medidas gradualmente, quizás porque no tiene margen fiscal para incrementar el gasto público y necesita saber con certeza el apoyo que va a venir de las instancias europeas.

Tanto España como Italia han venido solicitando en los organismos europeos la utilización de eurobonos, emitidos conjuntamente por los países, con el objetivo de aliviar la presión de los inversores internacionales, que exigen mayor rentabilidad a los Estados más endeudados.

El Eurogrupo, compuesto por los ministros de Economía de la Eurozona, alcanzó el 9 de abril un acuerdo de mínimos, que no incluye la emisión de eurobonos, pero va a movilizar 540.000 millones de euros, que servirán para hacer frente de manera inmediata a los efectos del coronavirus a corto plazo. El documento firmado deja la puerta abierta a un posible plan de recuperación con vistas al medio plazo, que será debatido por los Jefes de Estado y de Gobierno.

La movilización de fondos prevista se compone de 240.000 millones de euros del MEDE, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, que es el fondo de rescate europeo; 200.000 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones, destinados a empresas y sobre todo a pymes, y 100.000 millones de euros del SURE, el fondo europeo contra el paro, propuesto por la Comisión, que financiará programas como los ERTE, El paquete de medidas pretende ser una triple red de seguridad que abarca a los gobiernos, las empresas y los trabajadores.

Tras largos debates, el Eurogrupo decidió que el MEDE sea finalmente el salvavidas para los gobiernos que requieran fondos en caso de un deterioro rápido de sus finanzas públicas. Podrán pedir hasta el 2% del PIB del país que solicite la ayuda y, aunque sea un rescate, el país prestamista no estará condicionado por ajustes ni obligado a realizar reformas. El único requisito es que los créditos se utilicen para financiar los costes sanitarios, directos e indirectos, derivados de la crisis del coronavirus.

El ya largo confinamiento y la suspensión de actividades económicas en España por razones sanitarias sumerge al país en una recesión. Y, pese a los apoyos del BCE y de las instituciones europeas, surgirán dificultades financieras por el esfuerzo en el gasto fiscal, que elevarán tanto el déficit como el endeudamiento público.

















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