martes, 2 de octubre de 2018

EL PROCESO DE TERCIARIZACIÓN

El sector terciario comprende las actividades que proporcionan servicios a la sociedad. En tanto que la producción de los bienes es realizada por los sectores primario (agricultura, ganadería, pesca) y secundario (industria, construcción), el sector servicios incluye una gran variedad de actividades: transporte, turismo, comercio, sanidad, educación, finanzas y cultura, entre otras.

La terciarización comenzó en España en la década de los años 1960, con el tránsito de una economía basada fundamentalmente en el sector primario al predominio actual del sector terciario. Los rasgos destacados de este proceso son la urbanización, la industrialización y el desarrollo del turismo. Ha crecido el PIB, el empleo ha aumentado y la población dispone de mayor renta, con lo que crece el consumo de servicios de salud, educación y turismo.


El incremento de la productividad en la agricultura, debido a la mecanización del campo, y en la industria, con nuevas tecnologías que requieren cada vez menos personal, impulsó el trasvase de parte de la población de los dos sectores al terciario. Por otro lado, aumentó la demanda de servicios para las empresas productivas, tales como diseño, investigación, comercialización y servicios postventa

En el comienzo de la crisis financiera, los ocupados españoles en el sector servicios representaban el 68%. Diez años más tarde, según Eurostat, la proporción ha aumentado hasta el 75,5%, un incremento mayor del que se ha dado en otros países europeos, posiblemente debido a la caída del sector de la construcción, el retroceso de la industria y el aumento de las ramas de hostelería y transportes.

En el siguiente cuadro tenemos la distribución de los trabajadores ocupados por sectores económicos en España:


Según la Encuesta de Población Activa (EPA), 14,2 millones de personas están registradas en España en el sector servicios, que suponen 100.000 más que en 2008, en tanto que el resto de los sectores está por debajo de los niveles anteriores a la crisis. La hostelería puede haber recogido el excedente de la construcción, al nutrirse ambas actividades con personal de baja cualificación laboral.

En los últimos años se han analizado las implicaciones que puede tener el proceso de terciarización en las economías desarrolladas tanto en la productividad como en la desigualdad. Como señaló Paul Krugman, “la productividad no es todo, pero a largo plazo es casi todo. La capacidad de un país para mejorar sus condiciones de vida a lo largo del tiempo depende casi totalmente de su capacidad para aumentar el valor de la producción por habitante”.

En este aspecto, diversos analistas han advertido del descenso en el crecimiento de la productividad y en la renta a medida que se van desplazando factores desde la industria a los servicios, aunque no hay duda de que existe una gran diversidad en los subsectores de servicios, con niveles de productividad y ritmos de crecimiento muy distintos, algunos incluso receptores de los avances de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC).

El temor a la desigualdad proviene de que los salarios de los servicios para los niveles de cualificación baja y media tienden a ser menores que los correspondientes a la industria, sector que se ha caracterizado siempre por una mayor movilidad social. La precariedad en las condiciones de trabajo es mayor en los servicios, sobre todo en ámbitos como la restauración y el reparto a domicilio.


















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