martes, 16 de octubre de 2018

LA PRESIÓN FISCAL

La presión fiscal se define como la relación entre los impuestos que recauda el sector público de un país y la actividad económica medida con el Producto Interior Bruto (PIB).

Los impuestos directos incluyen el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), de carácter progresivo y el Impuesto sobre Sociedades, proporcional. Se tiene en cuenta para el cálculo de la presión fiscal la Contribución a la Seguridad Social, como impuesto directo que se computa sobre las nóminas de los trabajadores. En cuanto a los impuestos indirectos, el predominante es el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), con tres tipos de cotización, según el producto o servicio.

España tuvo en 2016 una presión fiscal del 34,1%, cuatro décimas menos que en el año precedente, según Eurostat. En comparación con los países europeos, la tasa resulta reducida y supone una recaudación de 7,2 puntos porcentuales sobre el PIB menor que la media de la Eurozona.


En el siguiente cuadro tenemos los datos del año 2016 de varios países europeos representativos


Entre las causas de la menor recaudación se pueden citar el elevado nivel de desempleo, que reduce las retenciones del IRPF y, sobre todo, las deducciones, desgravaciones y bonificaciones en los dos grandes impuestos directos. En concreto, España tiene en el IRPF una presión fiscal 2 puntos porcentuales inferior a la media de la Unión Europea.

También en las cotizaciones sociales hay diferencias, porque en España la base de cotización esta topada para las rentas altas, mientras que en otros países europeos no existe tal límite.

En cuanto al IVA , España aplica el tipo reducido de impuesto (10%) en lugar del general (21%), a la hostelería y a los hoteles. Desde la Comisión Europea se viene aconsejando que se disminuya el volumen de bienes y servicios gravados al tipo reducido.

Como la presión fiscal se calcula en función del pago efectivo de impuestos y no según la obligación establecida en las leyes, la evasión impositiva reduce el porcentaje de presión fiscal. El Sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha) señala que sólo en IRPF, una mayor eficacia en la recaudación podría aportar al Estado más de 23.000 millones de euros anuales.

Otro indicador tributario es la “cuña fiscal”, que refleja el efecto de la presión impositiva sobre el trabajo. Se calcula como porcentaje que representan los impuestos y las cotizaciones sociales sobre el coste laboral, incluyendo la Contribución a la Seguridad Social, que realiza la empresa, y la que recae sobre el trabajador, más el IRPF. La carga total supone un 39,5% del coste laboral.

Este porcentaje de cuña fiscal vendría a señalar la brecha entre el coste laboral y el salario neto real de consumo, es decir, la diferencia entre lo que un trabajador gana (su salario bruto) y lo que realmente se lleva a casa.

El porcentaje de España (39,5%) se sitúa por encima de la media (36%) de las naciones industrializadas del mundo (OCDE), pero alejado de los grandes países de la Eurozona, tales como Alemania (49,4%), Francia (48,1%) o Italia (47,8%)

Es evidente que sin una presión fiscal suficiente, la Administración Pública no puede atender las demandas que plantea la población. Podemos observar que los ciudadanos de los países nórdicos europeos, que soportan mayor presión fiscal, son los que disfrutan de mejores prestaciones sociales.

Como afirma el Secretario General de Gestha, combatiendo la economía sumergida y la evasión fiscal, también “habría margen para mejorar el déficit público, el endeudamiento y el Estado de Bienestar”.





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