martes, 23 de mayo de 2017

ERRADICAR LA POBREZA EXTREMA


Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el conjunto de medidas de la Organización de Naciones Unidas para proteger el planeta y compartir la prosperidad entre todas las personas, están encabezados por “poner fin a la pobreza en todas sus formas” para el año 2030, una meta que han suscrito prácticamente todos los gobiernos del mundo.

Los expertos en desarrollo económico señalan que tenemos hoy la capacidad, quizás por primera vez en la historia, de eliminar totalmente la pobreza extrema, aquella en la que se encuentran los colectivos con ingresos inferiores a 1,9 dólares por persona y día.

Se calcula que es un 10% de la población mundial la que soporta esas condiciones y la mitad de ese colectivo está localizado en el Africa sub-sahariana o Africa negra, una zona al sur del Desierto de Sahara, donde se ubican países con situaciones de emergencia alimentaria.


El gráfico muestra el avance conseguido en los últimos 23 años en la reducción de la pobreza extrema, que ha descendido desde 1.800 millones de personas en 1990 hasta 800 millones en 2013, lo cual representa una disminución en torno a 43 millones por año.

Los expertos opinan que no será fácil mantener este ritmo de progreso en la erradicación de la pobreza en los próximos años, porque viene influido, entre otros condicionantes, por el elevado nivel de crecimiento económico de algunos grandes países en las últimas décadas, como China, en el que prácticamente ha desaparecido la pobreza extrema.

Donde se ha avanzado mucho ha sido en el conocimiento y en la evidencia empírica para reducir la pobreza en el mundo. Aunque las situaciones no son las mismas en todas las regiones, hay un consenso entre los expertos para desarrollar ciertas estrategias que permiten avanzar con firmeza en la consecución de un crecimiento económico inclusivo.

No hay ninguna duda de que deben priorizarse las actuaciones dirigidas a elevar el nivel educativo de la población y a realizar inversiones para mejorar las infraestructuras, a fin de que tanto las personas como los países aumenten su capacidad productiva.

Un segundo conjunto de medidas se orientan a garantizar la protección social de las poblaciones más vulnerables, con el objetivo de que puedan hacer frente a situaciones de enfermedad, desempleo y desastres naturales.

Y dadas las habituales situaciones de desigualdad, es necesario introducir una mayor progresividad en el sistema tributario, para favorecer la redistribución de la renta y, junto con la ayuda internacional, financiar las políticas antes citadas.

A las dificultades propias de poner en marcha cualquier programa de desarrollo hay que añadir las situaciones de conflicto en que viven algunos países. Es el caso de Sudan del Sur, una nación del Africa oriental, donde padecen una hambruna, esta vez no a consecuencia de la sequía, sino a las sangrientas luchas por el poder y el petróleo.

En casos así, son las ONG, con dificultades para realizar su trabajo a causa de los combates, las que continúan aportando ayuda a la población, dado que sus Estados acaban destinando la mayor parte de los recursos a la guerra.

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