Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en el primer trimestre de 2017, en España ha descendido el número de personas ocupadas respecto al trimestre anterior en un -0,38%, pero una vez desestacionalizado, que supone en este caso eliminar el efecto de la Semana Santa, la variación es positiva en un 0,70%. En los último 12 meses, el empleo ha aumentado en 453.100 personas en el sector privado y ha disminuido en 44.400 en el público.
El número de parados del trimestre sube en 17.200 personas y se sitúa en 4.255.000, aunque en términos desestacionalizados se ha reducido en un -3,02%. En los últimos 12 meses el paro ha disminuido en 536.400 personas.
La tasa de empleo, que es la proporción de personas ocupadas respecto de la población en edad de trabajar (16 a 64 años), indica la capacidad para crear empleo y volumen de producción. En España está en torno al 60%, una de las tasas más bajas de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). La media de los países asociados alcanza el 67%, con valores extremos en Islandia (87,5%) y Turquía (50,7%)
Hay que distinguir entre tasa de actividad y tasa de empleo o de ocupación. Mientras la primera mide la situación en el país con la población activa total (ocupados más desocupados), la tasa de empleo solamente incluye al hacer el cálculo la población ocupada.
Un dato interesante de esta EPA es que el número de personas activas desciende de nuevo en el primer trimestre en 52.600 y la tasa de actividad queda en el 58,78%.
El número de parados del trimestre sube en 17.200 personas y se sitúa en 4.255.000, aunque en términos desestacionalizados se ha reducido en un -3,02%. En los últimos 12 meses el paro ha disminuido en 536.400 personas.
La tasa de empleo, que es la proporción de personas ocupadas respecto de la población en edad de trabajar (16 a 64 años), indica la capacidad para crear empleo y volumen de producción. En España está en torno al 60%, una de las tasas más bajas de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). La media de los países asociados alcanza el 67%, con valores extremos en Islandia (87,5%) y Turquía (50,7%)
Hay que distinguir entre tasa de actividad y tasa de empleo o de ocupación. Mientras la primera mide la situación en el país con la población activa total (ocupados más desocupados), la tasa de empleo solamente incluye al hacer el cálculo la población ocupada.
Un dato interesante de esta EPA es que el número de personas activas desciende de nuevo en el primer trimestre en 52.600 y la tasa de actividad queda en el 58,78%.
En el siguiente gráfico tenemos la evolución de la población activa española a partir de 2005, en miles de personas
Como observamos en el gráfico, en los últimos cinco años, el número de personas en edad de trabajar y dispuestas a hacerlo ha descendido en 747.000 personas, lo cual representa un 3,1% del colectivo.
Esta tendencia se debe, en parte, a la salida del país de los inmigrantes que vinieron en la etapa expansiva anterior y regresan por las dificultades para hallar un puesto de trabajo. La falta de expectativas puede ser otra razón para la reducción del colectivo de personas activas, porque desanima a muchos trabajadores potenciales a seguir buscando empleo y se convierten en inactivos.
Y una tercera razón tiene que ver con el envejecimiento de la población, un problema que afecta a todos los países desarrollados. No se producen suficientes nacimientos como para asegurar el reemplazo de generaciones, con lo que disminuye la población a largo plazo. Además, está aumentando la esperanza de vida.
En una sociedad como la española, en la que las tasas de fecundidad y de mortalidad llevan tiempo siendo estables, un nuevo flujo inmigratorio podría convertirse en rejuvenecedor de la estructura de edad de la población, no sólo por la recepción de población joven como tal, sino también porque es un colectivo en edad reproductiva y con pautas de elevada fecundidad, que puede al menos suavizar las consecuencias del envejecimiento demográfico.
Como observamos en el gráfico, en los últimos cinco años, el número de personas en edad de trabajar y dispuestas a hacerlo ha descendido en 747.000 personas, lo cual representa un 3,1% del colectivo.
Esta tendencia se debe, en parte, a la salida del país de los inmigrantes que vinieron en la etapa expansiva anterior y regresan por las dificultades para hallar un puesto de trabajo. La falta de expectativas puede ser otra razón para la reducción del colectivo de personas activas, porque desanima a muchos trabajadores potenciales a seguir buscando empleo y se convierten en inactivos.
Y una tercera razón tiene que ver con el envejecimiento de la población, un problema que afecta a todos los países desarrollados. No se producen suficientes nacimientos como para asegurar el reemplazo de generaciones, con lo que disminuye la población a largo plazo. Además, está aumentando la esperanza de vida.
En una sociedad como la española, en la que las tasas de fecundidad y de mortalidad llevan tiempo siendo estables, un nuevo flujo inmigratorio podría convertirse en rejuvenecedor de la estructura de edad de la población, no sólo por la recepción de población joven como tal, sino también porque es un colectivo en edad reproductiva y con pautas de elevada fecundidad, que puede al menos suavizar las consecuencias del envejecimiento demográfico.
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