El precio de un activo financiero o inmobiliario es el valor
actualizado de los rendimientos futuros utilizando como descuento el tipo de
interés. Pero el precio no suele ser en muchas ocasiones igual a ese valor,
llamado “fundamental”, porque influyen las burbujas y las modas financieras.
A veces, las buenas noticias provocan en los inversores un
exceso de optimismo y, en otras ocasiones, se extrapolan rendimientos
anteriores para predecir ingresos futuros. Estos hechos provocan desviaciones
de precios respecto al valor fundamental, que obedecen a modas financieras.
Un caso en el que se aprecia la influencia de la moda del
entorno financiero sería el escándalo Madoff, que estalló en EE.UU. en el año
2008. Con un desfalco de 50.000 millones de dólares, es considerado como el
mayor fraude financiero de la historia. Como en todo fraude piramidal, los
rendimientos pagados a los inversores no provenían en gran parte de los
rendimientos reales de las inversiones, sino de la entrada de nuevos
participantes.
Los antecedentes de Madoff, antiguo presidente del mercado de
valores norteamericano Nasdaq, con excelente reputación en el mundo de las
finanzas, consiguieron engañar a los supuestos inversores sofisticados, que
tenían que ser invitados para poder colocar su dinero, lo que daba a las
actividades un aire de exclusividad.
En cuanto a las burbujas,
una muestra gráfica la tenemos en la
evolución del metro cuadrado de la vivienda libre en España en términos reales
(deflactado), es decir, descontado el efecto de los precios.
Durante el decenio 1998-2008, el precio de la vivienda se
incrementó en nada menos que un 112% y fue también significativo el descenso
posterior, porque desde 2008 a 2011 cayó
el 18,5%. Si comparamos los precios actuales con el nivel alcanzado en
el año 2007 por la vivienda nueva y usada, se estima que el descenso medio acumulado
ha sido en torno al 45%.
El caso “MMM” en Rusia puede considerarse como un ejemplo extremo
de estafa financiera piramidal. Sergei Mavrody inició su actividad en 1994, un período
de reorganización económica tras la caída del comunismo, y procedió a
vender acciones, prometiendo un
rendimiento muy elevado.
Consiguió 10 millones de accionistas. El precio de la acción
subió en seis meses de 1.600 a 105.000 rublos. El problema era que la empresa no
tenía actividad productiva alguna. Cuentan que su único activo eran unas
oficinas en Rusia. Con lo recaudado de la venta de nuevas acciones pagaba los
rendimientos prometidos a las antiguas.
Cuando descendió el flujo de dinero por la entrada de nuevos
accionistas, la empresa no pudo cumplir
sus promesas y tuvo que cerrar. Mavrody trató de chantajear al Gobierno ruso para
que pagara a los accionistas, argumentando que podría estallar una revolución
en el país. Lo curioso es que los accionistas se enfadaron con el Gobierno y no
con el dueño de la empresa. Y más sorprendente todavía: Sergei Mavrody se presentó
a las elecciones a la Duma (Parlamento ruso), erigiéndose en defensor de los accionistas
estafados, y gano el escaño. Un año más tarde fue expulsado.
En las modas financieras, las desviaciones de precios
respecto del valor fundamental no son racionales, puesto que los inversores
pagan más debido en esencia al exceso de optimismo que observan en el entorno.
En las burbujas especulativas se asume la probabilidad del desplome futuro y se compran activos por valores superiores previendo revenderlas a un precio más alto. La burbuja acaba explotando al iniciarse la venta masiva, con la caída acelerada del precio, hasta alcanzar niveles incluso inferiores al valor fundamental del activo.
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