En el informe
“Perspectivas de Empleo” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), que recoge los datos de los 34 países occidentales que forman
parte de la organización, España ocupa la segunda posición en la tasa de
desempleo, con el 26,9%, después de Grecia, que alcanza el 27%.
La OCDE llama la
atención por el incremento de los parados de larga duración en el período
2007-2012, puesto que puede convertirse en desempleo estructural, un tipo de
paro que resulta difícil de reducir con medidas coyunturales.
En el siguiente
gráfico, centrándonos en la Eurozona, vemos el nivel del paro de larga duración
en los diversos países:
Al igual que en la tasa
total de desempleo, España es también en el de carácter de largo plazo el país
con mayor paro, después de Grecia.
En el 2008, al comienzo
de la crisis, los desempleados españoles que llevaban más de un año en el paro
no pasaban del 20% del total de parados, pero al final del 2012 llegaban a 3,2
millones, el 58% del total.
En el siguiente desglose
observamos el paro estructural por intervalos de edad de los
desempleados:
El paro de largo plazo
va creciendo a medida que aumenta la edad de los desempleados. Si a los 30 años
está en torno al 54% del total de desempleados, a partir de los 55 años supera
el 70%
Esta clase de desempleo
está causado por cambios en la estructura de la economía, como aumento de la
demanda de trabajo en unas industrias y disminución en otras, que dificultan
el ajuste de la oferta de empleo.
Resulta más pernicioso
que el paro estacional, el que se debe a las fluctuaciones de ciertas
actividades, y el desempleo friccional,
ocasionado por la rotación y el tiempo de búsqueda de nuevo empleo.
Una parte del desempleo
podría consolidarse en España como propio de la economía, es decir, convertirse en estructural. Este tipo de
paro genera un efecto de desánimo que reduce la intensidad de búsqueda de
trabajo y un efecto obsolescencia que provoca pérdida de competencia y
desajuste de cualificaciones.
En este tipo de
desempleo, la característica de la oferta suele ser distinta a la requerida por
la demanda, lo cual hace probable que un
porcentaje de la población no pueda encontrar empleo de manera sostenida
Según cálculos del Banco
Central Europeo, España es uno de los países donde más ha aumentado el
desajuste educativo. Una parte de los nuevos parados durante la crisis solo
tienen estudios primarios o de secundaria obligatoria, que difícilmente se
ajustan a las demandas de cualificaciones de los empleos de las actividades
emergentes.
En el segundo trimestre
de 2013, la tasa de desempleo estructural de España ha aumentado hasta 15,35%,
según el Banco de España, al tiempo
que el de duración inferior se reducía, lo cual significa que está aumentando
el componente estructural en la población desempleada.
Ante el estancamiento
económico en el que estamos entrando, algunos economistas estiman que, en los años posteriores a la
crisis, España puede instalarse en un nivel de paro estructural medio que
difícilmente bajará del 14% de la población activa.
Hará falta, por tanto, intensificar las políticas activas de empleo, tales como cursos de capacitación
para parados e intermediación eficiente entre ofertas y demandas de trabajo, para
combatir el paro de larga duración.
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