La distribución de la
renta en los países es uno de las cuestiones que han preocupado a los
economistas a lo largo de la historia, en particular el reparto funcional de la
riqueza generada entre salarios y beneficios empresariales.
Aunque el contexto
político y económico en el que se conformaban las clases sociales de dueños del
capital y trabajadores ha cambiado desde la época de los economistas clásicos,
la distribución funcional de la renta tiene interés para analizar los procesos
de acumulación de capital y la evolución de los salarios, al ser éstos últimos la
fuente básica de ingresos de gran parte de las familias.
En el reparto de las
rentas tiene notable importancia la productividad, la relación entre la
producción obtenida y los factores de capital y trabajo empleados
En el año 2012, la
productividad por hora trabajada aumentó en España un 2% más que la media en la
Zona Euro, claro que a costa de destruir empleo.
Los costes laborales unitarios
disminuyeron un 3,5% frente a los países de la Eurozona, con lo que se ha ido
corrigiendo la desviación en costes laborales por unidad de producto que se
acumuló en la década pasada.
El gráfico muestra la
distribución funcional de la renta en los dos últimos años. Las columnas azules
representan el porcentaje sobre el PIB de las remuneraciones de los asalariados,
y las rojas, los excedentes de
explotación más las rentas mixtas.
Observamos que va disminuyendo
la participación del trabajo en el producto total español, con lo que se
confirma que el peso de la crisis cae con mayor intensidad sobre los
trabajadores. Teniendo en cuenta que el aumento medio anual del IPC fue del
2,4%, los asalariados perdieron un 3% de poder adquisitivo durante 2012
Mientras existan incrementos
de productividad y se mantenga o crezca el empleo pueden aumentar al mismo
tiempo salarios y beneficios. Es en los períodos de crisis cuando suele
desequilibrarse el reparto, tal como lo confirma la evolución reciente de la
distribución de la renta española.
En el proceso de
devaluación interna actual, con recortes y ajustes, hay necesidad de producir
más de lo que consumimos, para atender a la deuda externa. La producción y los
beneficios son mayores que la demanda de consumo y la diferencia va al exterior
vía exportaciones.
Las rentas
empresariales cayeron en 2008, debido al descenso de la inversión y el consumo,
pero volvieron a aumentar en el 2010, al mejorar la competitividad en el
mercado externo.
Con el paro a nivel muy
alto y los sindicatos perdiendo poder, hace
tres años que comenzó el descenso de las rentas salariales. Si aumenta la
productividad, pero no lo salarios, la participación del trabajo en la renta
del país tiene que descender.
En la próxima entrada
comentaremos otra perspectiva: la distribución personal de la renta.
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