Tras comentar en la
entrada anterior la distribución funcional de la renta en España, vamos a
abordar la perspectiva del reparto personal, quizás la más representativa de
las desigualdades que se dan en nuestra sociedad.
Una perspectiva general
de la evolución de la renta nos ofrecen los datos de los ingresos medios de los
hogares en los últimos años. Según el INE, el ingreso monetario medio anual de
las familias descendió entre 2008 y 2011 (último dato disponible) un 7,14%
Para analizar las
desigualdades en la renta personal, si dividimos la población en bloques del
10% de ingreso sobre la renta total del país, vemos en el gráfico siguiente que
la franja más pobre tenía acceso en 2011 solamente al 1,6% de los ingresos, en
tanto que el 10% más rico se llevaba el 23,9%.
Una comparativa
internacional podemos obtenerla a través del Indice de Gini, que se recoge en
el siguiente gráfico:
El Indice de Gini da un
valor 100 al caso de máxima desigualdad y 0 a la igualdad plena (sería el caso
de todas las personas con la misma renta).
El nivel de desigualdad
comparativa de España era alto en 2008 y, tras la crisis, alcanza un índice de
Gini de 34, convirtiéndose en el tercer país con mayor desigualdad de Europa
(índice medio 30,4).
Al comparar Portugal y
España, segunda y tercera en el ranking de desigualdad 2011, observamos que en
Portugal desciende el nivel de desigualdad (azul sobe rojo) en los años de la
crisis, en tanto que en España aumenta.
Nos está diciendo que
el reparto de la caída de las rentas ha afectado en España más a los colectivos
de menores ingresos que a los de rentas elevadas, al contrario de lo que ha
sucedido en Portugal.
No cabe duda de que la caída de la renta durante la crisis podría
haber sido absorbida de manera mucho menos traumática por un país de renta
elevada como España, si el reparto del empobrecimiento se hubiera realizado de
modo más equitativo.
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