martes, 23 de abril de 2013

EL REPARTO PERSONAL DE LA RENTA


Tras comentar en la entrada anterior la distribución funcional de la renta en España, vamos a abordar la perspectiva del reparto personal, quizás la más representativa de las desigualdades que se dan en nuestra sociedad.

Una perspectiva general de la evolución de la renta nos ofrecen los datos de los ingresos medios de los hogares en los últimos años. Según el INE, el ingreso monetario medio anual de las familias descendió entre 2008 y 2011 (último dato disponible) un 7,14%
 

Para analizar las desigualdades en la renta personal, si dividimos la población en bloques del 10% de ingreso sobre la renta total del país, vemos en el gráfico siguiente que la franja más pobre tenía acceso en 2011 solamente al 1,6% de los ingresos, en tanto que el 10% más rico se llevaba el 23,9%.

 Otra significativa observación es que en los años de la crisis, comparando los niveles de 2007 y 2011, la mitad de la población con menor renta desciende su participación en los ingresos (columna azul respecto de la roja), en tanto que la mitad más rica (decilas o 10% más ricos) la eleva.
 
Una comparativa internacional podemos obtenerla a través del Indice de Gini, que se recoge en el siguiente gráfico:

El Indice de Gini da un valor 100 al caso de máxima desigualdad y 0 a la igualdad plena (sería el caso de todas las personas con la misma renta).

El nivel de desigualdad comparativa de España era alto en 2008 y, tras la crisis, alcanza un índice de Gini de 34, convirtiéndose en el tercer país con mayor desigualdad de Europa (índice medio 30,4).

Al comparar Portugal y España, segunda y tercera en el ranking de desigualdad 2011, observamos que en Portugal desciende el nivel de desigualdad (azul sobe rojo) en los años de la crisis, en tanto que en España aumenta.

Nos está diciendo que el reparto de la caída de las rentas ha afectado en España más a los colectivos de menores ingresos que a los de rentas elevadas, al contrario de lo que ha sucedido en Portugal.

No cabe duda de que  la caída de la renta durante la crisis podría haber sido absorbida de manera mucho menos traumática por un país de renta elevada como España, si el reparto del empobrecimiento se hubiera realizado de modo más equitativo.

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