La política fiscal influye
sobre la demanda agregada a través de los gastos y los ingresos públicos.
Mientras el gasto público es un componente de la misma demanda, los impuestos
influyen indirectamente. Al disminuir la renta disponible de las familias
reducen el consumo, que es también un componente de la demanda.
La necesaria regulación
de la demanda agregada viene de la obra del economista británico J.M.Keynes, el
fundador de la macroeconomía, quien construyó el armazón que establece la
intervención del Estado para suplir la demanda privada en momentos en que no
alcanza a mantener el nivel de PIB próximo a su potencial.
Desde muy antiguo se
han utilizado programas de infraestructuras públicas para aliviar situaciones
de paro temporal. En la Gran Depresión de 1929, el presidente Roosevelt utilizó un amplio
programa de gasto público para hacer frente al derrumbe de la actividad
económica
El pensamiento
dominante en Europa viene sosteniendo desde el inicio de la crisis que hay que
conseguir el equilibrio fiscal, la reducción del déficit presupuestario, cueste
lo que cueste, y atender a la deuda pública acumulada.
Pero conseguir tales
objetivos viene condicionado, además de los niveles de reducción de gastos y
subida de impuestos, por el valor del multiplicador fiscal, que establece la
relación entre la reducción del déficit y, al disminuir la demanda, la caída
PIB, que va seguida de menor recaudación de impuestos.
El FMI reconoció en octubre pasado que el valor del multiplicador
fiscal esperado (repercusión en el PIB de la reducción del déficit) de 0,5 no es el que se ha venido dando
en la economía en los últimos meses. La crisis se ha elevado notablemente en
países con restricciones financieras para las familias y las empresas, de tal
modo que un euro ahorrado en el presupuesto público reduce el PIB entre 1,5 y
1,9 euros.
Con un multiplicador
tan elevado, las política fiscales contractivas empeoran, en lugar de mejorar,
los déficit presupuestarios de los países, generando encima una caída mayor de la
actividad y continuando con el aumento del desempleo.
En el siguiente gráfico
podemos observar el efecto que está teniendo sobre los ingresos públicos la
política de consolidación fiscal en España, en comparación con la evolución de la recaudación en el conjunto de Europa.
Mientras que los países
de la Unión Europea (UE-27) tienen un promedio de ingresos por impuestos,
incluyendo las cargas sociales, en torno al 40% del PIB, España ha reducido la
recaudación desde el 38% al comienzo de la crisis al 32,4% en el 2011.
Se puede ver en el
grafico que va a continuación el detalle de los ingresos fiscales por países en
Europa:
Subir los tipos
impositivos no significa que aumente la recaudación, porque la caída de
actividad afecta a los impuestos. En concreto,
la subida del IVA de septiembre pasado ha encarecido los bienes y
servicios, por lo que está disminuyendo el consumo, y no es difícil prever que animará
a que alguna actividad más se sumerja y engrose la economía informal, de la
cual la Administración Pública no recibirá ni un céntimo de euro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario