martes, 29 de enero de 2013

LA DEPENDENCIA FINANCIERA DEL EXTERIOR


Como continuación del análisis de la entrada anterior,  al ahorro interno del país añadimos ahora los fondos  procedentes del exterior, que en los últimos años han sido importantes en España, tal como podemos observarlo en el siguiente gráfico
El desfase entre el ahorro interior del país y la inversión, que se mide por el déficit de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos, llegó a ser del orden del 10% en el 2009 y ha descendido hasta el 1,7% en el conjunto de los tres primeros trimestres de 2012. 

Recordemos que la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos tiene cuatro componentes de las relaciones con otros países: Comerciales, que recoge las exportaciones y las importaciones; Servicios, con turismo y servicios profesionales; Rentas, en el que destacan lo intereses de la deuda con otros países, y Transferencias, que incluye las remeses de emigrantes.

El déficit de la Cuenta Corriente indica también que el país gasta más de lo que produce en un período determinado. Se tiene necesidad de financiación y el ahorro del resto del mundo viene a cubrir ese déficit.

Más tarde, el país receptor del ahorro se verá obligado a compensarlo y para ello tendrá que gastar menos de lo que produce, transfiriendo la diferencia al resto del mundo. En el país con excedentes financieros ocurre justo lo contrario.

La necesidad de financiación de la economía española (espacio entre las dos líneas del gráfico) es la que ha acumulado la abultada deuda externa neta del país, que oscila en torno al 100% del PIB, y que, en opinión de algunos economistas, habrá que reestructurarla porque va a resultar difícil devolver.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ofreció la semana pasada una buena noticia. Aunque en el acumulado de los tres primeros trimestres de 2012 todavía hubo necesidad de financiación exterior, tal como hemos indicado más arriba, en el período julio a septiembre sucedió lo contrario: se generó una capacidad de financiación equivalente al 1,3% del PIB

Después de 14 años de depender del dinero ajeno para financiar la actividad interna, España ha conseguido autofinanciarse, al menos en un trimestre. Han sido las empresas las que han mejorado sustancialmente, porque la situación de las familias empeora y la Administración Pública se muestra incapaz de equilibrar sus cuentas

Desde la economía no financiera, la lectura de la situación es diferente. La mejora de las empresas se ha logrado despidiendo trabajadores y renunciando a invertir; las familias, al ir reduciéndose su renta disponible real, muestran signos de deterioro, y la Administración Pública no encamina la anunciada reforma de algunas de sus esclerotizadas estructuras.






martes, 22 de enero de 2013

AHORRO E INVERSIÓN


Tal como observamos en el gráfico, la tasa de ahorro familiar, según el INE,  alcanzó en España el 18% sobre la renta disponible en el año  2009, pero descendió hasta el 8,8% en el 2012, debido sobre todo a la caída de la renta disponible.
El ahorro doméstico es una parte importante de la financiación que necesitan las empresas para llevar a cabo sus procesos de inversión o producción de bienes de capital físico. Pueden acudir también  a la financiación exterior, como lo ha hecho España en los últimos años.

¿Qué relación existe entre ahorro e inversión? En última instancia, la inversión tiene que corresponder a un acto de ahorro, dado que una persona o entidad con ciertos recursos, que puede gastarlos hoy en consumo, decide utilizarlos para construir un bien de capital que se empleará en el futuro. A eso llamamos ahorro.

En términos de contabilidad nacional, considerando,  para simplificar,  únicamente dos sectores, empresas y familias, desde la perspectiva del destino de las remuneraciones recibidas, podemos establecer

              Renta nacional = Consumo + Ahorro

Desde el punto de vista de los bienes y servicios producidos,  la demanda total será

            Demanda agregada =Consumo + Inversión

Como la renta nacional o los ingresos y la demanda agregada o el valor de los bienes y servicios producidos deben ser iguales

            Consumo + Ahorro = Consumo + Inversión

Dado que el consumo es el mismo, se deduce que

                          Ahorro = Inversión

En este modelo simplificado, la igualdad viene a indicar que los recursos para la inversión provienen de la renta no consumida, es decir, ahorrada en el país, puesto que hemos supuesto que hay solo familias y empresas.

Pero el caso es que las decisiones de ahorro y de inversión las toman personas o entidades distintas. Cuando las familias deciden cuánto van a ahorrar este año, no tienen ni idea de cuánto piensan invertir las empresas. Igualmente, las empresas toman decisiones de inversión sin preocuparse por los planes de ahorro de las familias.

Sin embargo, hemos visto antes que, en el conjunto de un período, los importes de ahorro e inversión deben coincidir. ¿Cómo es posible?

Supongamos el siguiente comportamiento de las familias  y empresas de una economía (en millones de euros)

Años
Renta
Consumo
Ahorro
Producción
Inversión
1
40.000
32.000
8.000
32.000
8.000
2
40.000
30.000
10.000
32.000
10.000 (8.000+2.000)

Como podemos ver en el cuadro, la renta del país es de  40.000. En el año 1, las familias consumen 32.000 y, por tanto, ahorran 8.000. Por su parte, las empresas fabrican bienes para la venta por 32.000 e invierten 8.000. La producción de las empresas se ha consumido totalmente y el ahorro ha financiado la inversión realizada. Se da el equilibrio.

Supongamos que las empresas deciden repetir en el año 2 los niveles de producción e inversión del año 1. Pero las familias optan por aumentar el ahorro hasta 10.000. Como vemos en el cuadro, la inversión vuelve a ser igual al ahorro (10.000). Como indica la teoría económica,  se produce la la igualdad entre ahorro e inversión.

Pero un análisis más a fondo nos muestra que la situación económica del segundo año no es la misma que la del primero. En el año 1 las expectativas empresariales se cumplieron: pensaban vender 32.000 y lo consiguieron. En cambio en el segundo año, produjeron 32.000 y sólo vendieron 30.000. No se cumplieron sus expectativas. La producción no vendida, 2.000, quedó en las empresas y a ese almacenamiento es otra inversión, denominada inversión en circulante. El ahorro fue igual a la inversión, pero ésta tuvo dos componentes: el planificado, 8.000 y el forzado por la falta de venta, 2.000.

Como no hay equilibrio entre la oferta de bienes  de las empresas y la demanda por parte de las familias, en los siguientes períodos, si no mejoran las expectativas  y deciden incrementar la inversión, las empresas disminuirán la producción de bienes para la venta, reduciendo la contratación de trabajo, con lo que bajará la renta de las familias, que podrán ahorrar menos, hasta coincidir con la inversión de las empresas. Vuelve a cumplirse la igualdad entre ahorro e inversión, pero a un nivel de producción y renta menor. Ha descendido el PIB del país.

Como hemos indicado más arriba, en el modelo simplificado que hemos utilizado no hemos incluido la actuación del sector público que, en situaciones de recesión económica como la descrita, establece las acciones de  política económica que incorporan objetivos de empleo, crecimiento económico y equilibrio exterior.

En la siguiente entrada ampliaremos el análisis del ahorro e inversión introduciendo las relaciones con otros países, para abordar la dependencia financiera exterior.

martes, 15 de enero de 2013

LA CAÍDA DEL CONSUMO PRIVADO


El aceite de girasol gana terrero al de oliva, se compran cuatro turismos usados por cada uno nuevo y se dieron de baja dos millones de líneas de teléfono móvil en el 2012.

La combinación de desempleo, subidas de impuestos y reducciones de salarios ha disminuido la renta disponible de las familias españolas. Y la entrada en vigor del nuevo IVA ha venido a agravar la caída del consumo general.

La partida con mayor peso en el Producto Interior Bruto de un país es precisamente el consumo familiar o privado, que tiene tres componentes: a) Bienes perecederos, tales como alimentos y ropa; b) Bienes duraderos, que pueden ser utilizados muchas veces a lo largo del tiempo: un ordenador, un frigorífico, y c) Servicios, actividades intangibles, como sanidad  y educación.

En el siguiente gráfico observamos la evolución en los últimos 10 años de los ingresos familiares (Renta Bruta Disponible, en línea negra), el consumo de los hogares (línea amarilla) y, el ahorro  (barras azules)

En el comportamiento de las familias inciden, según el análisis económico, además de la renta disponible, que cayó un 1,6% interanual en el tercer trimestre de 2012, sin duda el elemento de mayor incidencia en las compras de bienes y servicios, cuatro factores: la renta permanente, el ciclo vital, la renta relativa y el efecto riqueza.  

La teoría de la renta permanente establece que la decisión de consumo actual depende de la previsión que hagan las familias sobre los ingresos a largo plazo. Los hogares aumentan su consumo actual cuando estiman que en el futuro dispondrán de mayores rentas y bajan si están convencidos de que va a reducirse su renta, aunque todavía no les haya afectado.

La teoría del ciclo vital señala que hay varias etapas a lo largo de la vida de las personas que se corresponden con pautas de consumo diferentes. Cierta propensión al endeudamiento en la juventud; mayor capacidad para generar rentas y ahorrar, en la edad adulta, y, por último, un tiempo de jubilación, en el que se gastan los ahorros anteriores.

Hay economistas que hacen hincapié en la importancia de la  renta relativa, la de los consumidores en relación con la media de su entorno. Piensan que  resulta importante para explicar el comportamiento del consumo, debido a que se produce un efecto demostración, por el cual se imita el gasto que realizan los consumidores de rentas más altas, que actúan como una especie de prescriptores. La elevada implicación de familias con renta limitada en el boom de las hipotecas del comienzo de la crisis financiera actual podría ser un ejemplo de tal comportamiento.

Por último, el denominado efecto riqueza es otro factor que tiene incidencia en el nivel de consumo. Disponer, por ejemplo, de un activo financiero, además de los ingresos corrientes, lleva habitualmente a un mayor consumo cuando esa inversión financiera se revaloriza, aunque no se traduzca en ingresos para el propietario. En sentido inverso, las pérdidas generalizadas de valor de los fondos de inversión y de pensiones que se han producido en los últimos tres años han llevado a gastar menos a sus titulares.

Estos análisis vienen a indicarnos que si se quiere actuar sobre la demanda de consumo privado, a fin de situar al conjunto de la economía en la senda del crecimiento, no basta con acciones coyunturales, sino que se requieren políticas destinadas a modificar las perspectivas y las rentas en el largo plazo.

martes, 8 de enero de 2013

IMPULSO CIENTÍFICO-TECNOLÓGICO Y CRECIMIENTO


Ante la persistencia de la recesión en algunos países de la Europa periférica, tanto el Fondo Monetario Internacional como la Comisión Europea han acabado reconociendo que sus economías  necesitan más tiempo para ajustar los déficits fiscales y que es preciso impulsar el crecimiento económico.

En el gráfico siguiente observamos las previsiones recesivas en los países europeos del sur para el 2013:
¿Cuáles son las variables fundamentales para que pueda darse en los próximos años el despegue económico, que acerque el nivel de producción a la capacidad potencial de nuestra economía?

El análisis del crecimiento económico que se inició en el siglo XVIII se ha sustentado en dos tipos de modelos: el neoclásico  o exógeno y el endógeno o de las externalidades

Los modelos neoclásicos tradicionales consideran que la acumulación de capital es el motor del crecimiento económico de un país y que su financiación fundamental viene del ahorro interno, aunque circunstancialmente haya que recurrir a endeudarse con otros países. Por lo tanto, el nivel de ahorro propio resulta determinante en el ritmo del crecimiento. Un mayor ahorro permite invertir más  y crecer más rápido.

Para los neoclásicos, los rendimientos de la inversión son decrecientes con el aumento de capital, de tal manera que disminuyen a medida que un país se va desarrollando. Por ello, apuntan hacia la convergencia de renta por habitante entre todos los países a medida que avance el nivel económico. Pero también advierten que la convergencia a largo plazo puede no darse debido a las diferencias entre los países tanto en productividad como en rentas.

La mayor productividad proviene del aumento de cualificación de los trabajadores, consecuencia de niveles más altos de educación y capacitación profesional. Otros elementos que influyen en el crecimiento son el gasto público en infraestructuras y una menor tasa de inflación

Por otra parte, la renta por habitante  aumenta directamente con la intensidad del capital físico e indirectamente con la tasa de ahorro. El ahorro interno de algunos países pobres no alcanza el 10% de la renta,  en tanto que hay países emergentes que superan el 40%.

En un caso muy estudiado, como el de EE.UU., se evidencia que el 50% del crecimiento ha venido del aumento del capital físico invertido y el incremento de empleo. El restante  50% ha sido consecuencia del llamado “progreso técnico”, compuesto por innovaciones tecnológicas, mejoras organizativas y aumento de la eficiencia de los trabajadores.

A partir de los años 80, con la aparición de modelos de crecimiento endógeno,  se introdujeron varios cambios en los supuestos que hacían  los neoclásicos.

En primer lugar, mientras en los neoclásicos el progreso técnico no es explicado por el modelo, se considera exógeno, en los nuevos modelos se trata como endógeno, es decir, se considera que el desarrollo y la difusión de nuevas tecnologías responde a incentivos económicos, por lo que no cabe considerar el estado de la técnica como un dato. Se defiende que el aumento de productividad de los factores productivos debe entenderse como un proceso económico que viene influido por el mercado.

Un segundo cambio fue considerar que los rendimientos de la inversión aumentan más que proporcionalmente con el incremento del volumen de capital físico y el potencial del trabajo.

Por último, los nuevos modelos introducen el supuesto de que el conocimiento científico-tecnológico, además de beneficiar a los factores de producción, genera un rendimiento cada vez mayor.

Algunos modelos de crecimiento endógeno llegan a considerar a la inversión en investigación, desarrollo e innovación, una parte importante del llamado progreso técnico,  como motor principal del crecimiento, que el comercio internacional puede estimular ayudando a que se difunda la tecnología,  el conocimiento y los procesos de aprendizaje.

martes, 1 de enero de 2013

EL DOLAR Y EL SISTEMA FINANCIERO


El abultado déficit fiscal norteamericano, que  alcanza el 7,3% del PIB, y  la relajada política monetaria de su Reserva Federal, entre otros factores,  hacen temer que podría debilitarse la posición del dólar como base del sistema financiero internacional.


A lo largo del siglo XIX, desde las Guerras Napoleónicas hasta la Primera Guerra Mundial  estuvo vigente en el sistema financiero internacional el patrón oro, que definía por ley el valor de la moneda de un país como equivalencia a una cantidad fija del metal amarillo.

Además de piezas de oro circulaban billetes de banco, pero las autoridades monetarias estaban obligadas a convertir el papel en oro cuando el público lo pidiera, respetando el tipo de cambio legalmente establecido.

Por ejemplo, el dólar norteamericano estaba definido como una veinteava parte de la onza de oro (28,70 gramos) y la libra esterlina era aproximadamente una cuarta parte de una onza. Por lo tanto, tener un dólar equivalía a disponer de gramo y medio de oro, aproximadamente

En ese sistema, los valores de las diferentes monedas se estabilizaban dentro de una estrecha franja, porque cuando un país sufría déficit en la balanza de pagos se producía, al liquidar las cuentas, una salida neta de oro fuera de su territorio, reduciendo con ello la oferta monetaria en el propio país que, a su vez, causaba disminución  de precios en el mercado interno con respecto a otras naciones.

Al ganar el país competitividad con la reducción de precios y salarios, se alentaban las exportaciones y se reducían las importaciones, posibilitando así que el país aumentara la cantidad de oro por la diferencia  entre los cobros y pagos.

Por tanto, entre los flujos comerciales y los derivados de los movimientos de capitales, había cierto proceso de compensación automática entre los países,  que llevaba hacia el equilibrio las cuentas exteriores.

El sistema de patrón oro aportó una gran estabilidad a la situación financiera mundial, debido a la escasa inflación que provocaba y a que el tipo de cambio fijo resultaba una bendición para el comercial internacional.

El inconveniente era que la cantidad de moneda en circulación estaba limitada al oro existente y resultaba insuficiente para hacer frente a los cobros y pagos derivados de las transacciones internacionales.

En la conferencia de Génova, en 1922, surgió el sistema patrón cambios-oro, cuya característica más destacada era la no convertibilidad en oro de las monedas de los países de manera directa, sino que fijaba un valor constante para cada moneda con respecto al oro. Ello permitió que, pese a no tener respaldo de oro, aumentara notablemente la cantidad de libras esterlinas en circulación

Con la pérdida de importancia del Reino Unido en  el contexto internacional y sin posibilidad de convertir las libras en oro, el sistema patrón cambio-oro fue decayendo lentamente.

A finales de la Segunda Guerra Mundial, desde la conferencia de Bretton Woods (1944), con la hegemonía de EE.UU en el contexto internacional,  acabó siendo  sustituido por el patrón de cambios-dólar, que da un valor fijo al dólar respecto del oro y, al mismo tiempo, a las restantes monedas un valor fijo en dólares.

El nuevo sistema facilitó el creciente comercio mundial entre las décadas de los años 50 y 60. Sin embargo, la abundante emisión de dólares para financiar la guerra de Vietnam obligó a Nixon a terminar con la convertibilidad del dólar en oro en 1971.

Desde la ruptura de la relación con el oro, el dólar se convirtió en la divisa internacional por excelencia y también en la principal reserva de los bancos centrales del mundo. Una consecuencia directa de la decisión unilateral de EE.UU. fue la sostenida devaluación, que en los años 70 dio lugar a una inflación generalizada.
 Podemos observar en el gráfico la disminución de la capacidad adquisitiva del dólar a lo largo del siglo XX. Desde que el dólar abandonó su respaldo en oro en 1971 ha perdido un 81% de su valor.

Cuando la hegemonía del dólar fue aceptada por los países para acceder al comercio internacional, se esperaba que el sistema fuese racional y transparente. Pero el desastre provocado por las hipotecas subprime y los derivados financieros en la crisis actual ha levantado seria dudas sobre el valor de los dólares mantenidos por los bancos centrales.

Lo cierto es que, con vaivenes coyunturales,  el poder adquisitivo del dólar se ha reducido fuertemente a lo largo de los años, lo que pone en duda su función de depósito de valor.  

Cada vez se discute más que una moneda global sea la misma que circule en el interior de un único país. Dicho de otra manera, se cuestiona que un país tenga en exclusiva la imprenta de hacer billetes de la moneda internacional.