martes, 2 de agosto de 2011

DEFICIT PÚBLICO Y DESEMPLEO

Las autoridades europeas están presionando a los gobiernos de la zona euro para que reduzcan los déficits fiscales de los Estados hasta situarse en el 3% del PIB, nivel máximo acordado entre los países miembros. El déficit presupuestario supone que los gastos de las administraciones públicas son mayores que los ingresos fiscales, lo cual obliga a los Estados a endeudarse.

El problema es que la crisis financiera que tenemos encima ha incrementado el desempleo notablemente. En la mayoría de los países ha alcanzado el 10% y, en el caso de España, dobla ese porcentaje. El paro se ha convertido así en la primera preocupación de los países y los gobernantes se sienten obligados a tomar medidas para aliviar la situación.

Se les pide que actúen en dos frentes: reducir el déficit para atender la petición de los inversores financieros y reducir también el desempleo para hacer frente al malestar de los ciudadanos. ¿Se pueden conseguir los dos objetivos al mismo tiempo?

Para reducir el déficit pueden tomarse dos medidas: bajar el gasto y aumentar los impuestos. Vamos a suponer que se opta por la primera y veamos lo que deducimos del análisis económico.

La renta o producto de un país (Y) es la suma del gasto en consumo (C), la inversión privada (I), el gasto público (G) y las exportaciones netas (Xn), siendo éstas últimas la diferencia entre exportaciones e importaciones

A su vez el consumo (C) tiene dos componentes: una cantidad mínima para cualquier nivel de renta (A) y un aumento proporcional de consumo con el incremento de renta que llamamos propensión marginal al consumo (b). Por tanto, “b” es igual al incremento de consumo dividido entre el incremento de renta, que representamos como “ΔC/ΔY”. Supongamos que b=0,80, es decir, que si se incrementa la renta de las familias en 100, el consumo aumenta en 80.

Dejando a un lado la inversión y el comercio exterior,

Y = C + G; Y = (A + bY) + G ; Y – bY = A + G ; Y(1-b) = A + G ; Y = [1/(1-b)]*(A+G)

Utilizando el signo de incremento Δ, si únicamente se modifica el gasto público (G):

ΔY = [1/(1-b)]*ΔG.

Una reducción del gasto en retribuciones a los funcionarios, pensiones de los jubilados y otros conceptos, por ejemplo, de 20 mil millones de euros:

ΔY = [1/(1-0,80)]*(-20) = - 100

Es decir, una reducción de gasto público de 20 mil millones origina un descenso de la renta de 100 mil millones y un descenso de renta sabemos que afecta negativamente al empleo, porque se habrá reducido la producción del país en bienes y servicios, con lo cual se habrá utilizado menos factor trabajo.

Si no se modifica el importe de los gastos públicos (G), la alternativa para reducir el déficit es aumentar los impuestos (T), pero el incremento de impuestos reduce los ingresos de los ciudadanos, (Y-T) ¿Qué ocurre en este caso con la renta del país?

Dejando a un lado, como antes, las inversiones privadas y el comercio exterior:

Y = [A + b(Y-T)] + G

Como únicamente varían los impuestos: ΔY = b(ΔY – T) y operando

ΔY = [1 – 1/(1-b)]*ΔT

Si suponemos que los impuestos aumentan en 20 mil millones de euros, el resultado será:

ΔY = [1-1/(1-0,8)]*20; ΔY = -80

Es decir, la renta del país se reduce en 80 mil millones de euros, lo que aumentará el nivel de desempleo.

La conclusión resulta evidente: los intentos de reducir el déficit afectarán negativamente al empleo.

Es que, como ya sabemos, la reducción del desempleo tiene su propia lógica económica: incremento del gasto, que crea renta; incremento de renta, que aumenta las ventas, y ventas de las empresas, que elevan la contratación de trabajadores. 
 

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