Las medidas adoptadas por las autoridades para hacer frente a la crisis epidemiológica han implicado el cierre temporal de muchas actividades productivas y períodos más o menos severos de confinamiento de la población. Estos acontecimientos han promovido extraordinarias medidas púbicas que tratan de paliar los efectos adversos de la pandemia sobre la actividad económica y apoyar la fase de recuperación.
La severidad de las restricciones ha afectado a la estructura productiva española, muy dependiente del sector de servicios y turismo, provocando el cierre del 20% de microempresas. La crisis sanitaria redujo en el año pasado en 360.105 los afiliados a la Seguridad Social y amplió en 724.532 el número de parados.
El incremento de PIB del cuarto trimestre de 2020 no ha superado el 0,4% y la producción anual, como se puede observar en el gráfico. Se ha cerrado en torno al 11% por debajo del final de 2019, con pérdida significativa de bienestar social por la disminución del consumo en términos per cápita, el aumento de la desigualdad y el incremento de la mortalidad como consecuencia del coronavirus.
En 2021 debería haber un rebote de la economía, pero continúa la incertidumbre generada por la aparición de la tercera ola de contagios, lo que empañará el proceso de recuperación. El Banco de España estima que el PIB de este año podría crecer entre el 4,2% y el 8,6%
El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que grandes potencias como EE.UU y Japón no volverán a los niveles de producción anteriores a la pandemia hasta el segundo semestre de este año. Gran Bretaña y la Eurozona no alcanzarán tal nivel hasta bien entrado 2022.
Este panorama económico ha hecho que la Unión Europea modifique el criterio mantenido en la Gran Recesión de 2008. En lugar de imponer medidas de austeridad para reducir el déficit fiscal de los países, se ha embarcado en un endeudamiento común para aportar recursos a los países miembros, especialmente a los más golpeados por la crisis.
La Comisión Europea inyectará dinero europeo para ayudar a empresas y familias. Para ello, ha aprobado el “Fondo Nueva Generación EU” de 750.000 millones de euros, de los que 140.000 millones están destinados a España. Transferirá también otras partidas financieras para ayudar al desempleo y otorgar créditos a las pymes.
El presupuesto a largo plazo de la Unión Europea, junto con el “Fondo Nueva Generación EU”, un instrumento para impulsar la recuperación, constituye el mayor paquete de estímulos nunca financiado por la institución europea
Se propone realizar las inversiones necesarias para ayudar a reconstruir la Europa posterior a la Covid-19, que ha de ser más ecológica, digital y resiliente. Este nuevo presupuesto aumentará también los mecanismos de flexibilidad para garantizar su capacidad de hacer frente a las incertidumbres del futuro.
La financiación del presupuesto a largo plazo europeo, además de utilizar los recursos habituales, como los derechos de frontera, contribuciones de los Estados miembros en base al IVA y a la Renta Nacional Bruta de cada país, recurrirá al endeudamiento, tomando préstamos en los mercados financieros, a costes más reducidos que muchos Estados miembros.
En busca de nuevas fuentes de ingresos para ayudar a reembolsar los préstamos, la UE anuncia que planteará, entre otras iniciativas, un mecanismo de ajuste en frontera de las emisiones de carbono, un impuesto digital y un gravamen sobre las transacciones financieras.
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