martes, 5 de enero de 2021

DESCARBONIZACIÓN

Las consecuencias derivadas del cambio climático, asociadas al calentamiento global, han alcanzado en los últimos años un lugar muy destacado entre las preocupaciones de la sociedad, una inquietud transversal, que está dando lugar a iniciativas de ámbitos tanto locales como supranacionales. 

Se constata que las emisiones de gases contaminantes amenazan con aumentar la temperatura, lo cual augura fenómenos meteorológicos extremos, mayor estrés hídrico, subida de nivel del mar y alteraciones en los ecosistemas. 

La evidencia científica muestra que el fenómeno del calentamiento global está asociado a la actividad económica y, más en concreto, a la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero, que también es la principal responsable de la contaminación del aire que respiramos 

Aparte de su efecto sobre las enfermedades pulmonares y la calidad de vida de los ciudadanos, la contaminación se correlaciona con una elevación de la temperatura media que puede afectar severamente a la economía y provocar potenciales crisis humanitarias o migratorias de difícil evaluación en estos momentos 

Para hacer frente a estas circunstancias se plantea la necesidad de descarbonizar las economías, reduciendo las emisiones de carbono, sobre todo en forma de dióxido de carbono (CO2). Se apuesta por una transición en el modelo energético y productivo, electrificando los sectores económicos y realizando inversiones en energías renovables. 

En el siguiente gráfico del Ministerio de Transición Ecológica podemos ver la evolución prevista del consumo de energía primaria en el largo plazo 


Observamos en el gráfico el consumo previsto de energía primaria, combustibles no convertidos u originales, en ktep (kilotoneladas de equivalente en petróleo), que lleva a la sustitución paulatina de los combustibles fósiles por las energías renovables (solar, eólica, hidroeléctrica y la extraída de la materia orgánica) 

Los objetivos de descarbonización fijados por la Comisión Europea para 2050 suponen un gran desafío. El plazo fijado puede parecer largo, pero si se quiere alcanzarlo hará falta la movilización de ciudadanos, empresas, bancos, gobiernos y autoridades públicas. 

Tras cerrarse el período de información en septiembre pasado, el Consejo de Ministros español ha aprobado la “Estrategia a largo plazo para una economía moderna, competitiva y climáticamente neutra en 2050”, que supone llegar a emitir sólo lo que la Tierra es capaz de absorber. Esta es una hoja de ruta de descarbonización para cumplir los objetivos del país como miembro de la Unión Europea. 

El plan estratégico se plantea que España reduzca sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 90% respecto de 1990 antes del año 2050. El 10% restante será absorbido por formaciones vegetales, que funcionan como sumideros de carbono. 

En la adaptación al cambio climático, los objetivos son situar el conjunto de energías renovables en un 97% de la energía final, conseguir que el sector eléctrico sea 100% renovable, descender la dependencia energética del extranjero del 73% al 13%, electrificar más del 50% de la economía y fomentar sumideros de carbono que permitan alcanzar la neutralidad climática. 

En el proceso de recuperación económica tras la crisis provocada por el coronavirus, avanzar hacia los objetivos establecidos supondría una mejora en la acción climática y una oportunidad para la modernización y competitividad, socialmente inclusiva, con un impacto positivo en la salud y en la vida de los ciudadanos.

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