martes, 29 de diciembre de 2020

EL TAMAÑO EMPRESARIAL

 

Aunque hay un reducido número de grandes compañías en España que compiten con las multinacionales en los mercados de todo el mundo, la microempresa es el modelo societario dominante en el país. 

Esta asimetría hace que la dimensión media sea bastante inferior a la de otros países con nivel de desarrollo similar y explica en parte la mayor vulnerabilidad del tejido empresarial español en momentos de dificultades económicas. 

Desde la crisis financiera de 2008, además de reducirse el peso del sector industrial, ha descendido el número de empresas de construcción y se ha incrementado la participación del sector de servicios. Todo ello ha ocasionado la disminución del tamaño medio de las empresas, con consecuencias tales como la menor capacidad para autofinanciarse, innovar y desenvolverse en los mercados internacionales. 

La reglamentación de la Unión Europea define los tipos de empresa en función de los activos del balance y el número de empleados, tal como vemos en el siguiente esquema: 


El término usado habitualmente como PYME incluye hoy día a tres subcategorías de tipos de empresa por tamaño: microempresa, pequeña empresa y mediana empresa. 

Esta era la distribución por tamaños en el tejido empresarial español en enero de 2020: 


Podemos comprobar la abrumadora mayoría de microempresas (94,48%) en el sector privado. La pequeña empresa viene a representar el 2,07%; la mediana, el 0,68% , y no llega a 30.000 (0,83%) el número de compañías grandes. El colectivo de Pymes supone el 97,23% del total de empresas en España 

Uno de los argumentos que se utilizan para explicar el tamaño de las empresas es que la economía española está enfocada principalmente a la actividad de servicios. Este sector ocupa a más del 75% del total de trabajadores y abundan en el mismo las empresas muy reducidas. Pero habría también otras razones, tales como la falta de cultura emprendedora, el escaso gasto en I+D+i, la poca tradición de cooperación entre empresas y la excesiva dependencia de la financiación bancaria. 

Se suele considerar que las empresas de menor tamaño pueden aventajar a las grandes en la rapidez para tomar decisiones como respuesta a los cambios del mercado y las necesidades de los clientes, pero lo cierto es que a mayor tamaño, las empresas pueden acceder a fuentes de financiación en mejores condiciones, ofrecer a su equipo humano recorridos profesionales más atractivos y tener una cartera de productos y servicios más amplia, factores que ayudan a posicionarse en el mercado global en mejores condiciones de viabilidad. 






martes, 22 de diciembre de 2020

ENDEUDAMIENTO PÚBLICO ELEVADO


 Como consecuencia de la pandemia, el declive económico de los países viene condicionado tanto por la gravedad del ataque del virus y el rigor de las medidas de salud pública para contenerlo, como por la composición sectorial de las economías y el nivel de apoyo de la política fiscal a los afectados. 


España será el miembro de la Unión Europea que más esté sufriendo la pandemia, tanto desde el punto de vista sanitario como económico, sobre todo tras la segunda ola. 

El el siguiente gráfico tenemos la estimación de los datos del PIB de 2020 y 2021 de los principales países europeos y la media de la Zona Euro: 


Vemos que en 2020 la caída media estimada del PIB en la Zona Euro es del 8%, en tanto que la de España supera el 12%, 4 puntos más de descenso, que provocará un déficit público del 7,7% , según el Gobierno. 

En base a la previsión de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), la deuda pública sobre el PIB se incrementará en 2020 en 22,8 puntos, situándose en el 118,3% al final del año. Para 2021 se espera una reducción de 2,4 puntos, suponiendo que se ejecuten todos los proyectos incluidos en los Presupuestos Generales del Estado. 

La combinación de aumento del déficit público y reducción del PIB que se da este año será probablemente la mayor de la historia reciente, contribuyendo entre los dos movimientos al incremento notable del ratio de endeudamiento. 


Tras la contención de la crisis sanitaria y la normalización de la actividad económica, con la inercia actual y en ausencia de medidas contractivas o expansivas, se estima que el ratio de deuda sobre el PIB tenderá a estabilizarse en el entorno del 118%, en los próximos años, como puede observarse en el gráfico de la AIReF 

La carga financiera de intereses no resulta preocupante a corto plazo, debido a la intensificación de las compras de activos del Banco Central Europeo. En valores absolutos, el importe de los intereses ha descendido desde 35.442 millones de euros en 2014 hasta los 31.740 millones previsto en los Presupuestos Generales del Estado para este año 

La AIReF estima que la puesta en marcha del plan Next Generation de la Unión Europea (NGEU) puede tener un efecto positivo sobre la actividad económica tanto en el corto plazo como en la productividad y en el crecimiento potencial en el largo plazo, que podría traducirse en una reducción del déficit público y un menor ratio de deuda sobre el PIB en los próximos años. 

Se detectan en el medio y largo plazo dos riesgos para la economía española. El primero se deriva de los daños estructurales que puede producir la pandemia, tanto provocando un persistente deficit público estructural más elevado como obligando a afrontar la materialización por parte del Estado de los pasivos contingentes por los avales otorgados en préstamos. 

El segundo riesgo vendría de la vulnerabilidad frente a las subidas del tipo de interés, poco probables a corto plazo, debido a los elevados niveles de deuda. Si los tipos suben de modo insistente, volvería el riesgo de ser España rescatada, como sucedió en 2012. 

La AIReF recomienda diseñar un plan a medio y largo plazo, a implementarse tras la recuperación, para reconducir el abultado déficit presupuestario actual a los niveles aceptados por los criterios de la consolidación fiscal. Ayudaría a aumentar la credibilidad y reducir la incertidumbre. 








martes, 15 de diciembre de 2020

CONCENTRACIÓN DE LA RIQUEZA


Hay que distinguir entre renta y riqueza. Mientras la renta es el flujo de ingresos que se reciben dentro de un período (por ejemplo, sueldo mensual), la riqueza o patrimonio está constituido por los activos financieros (depósitos bancarios, acciones, bonos…) y no financieros (inmuebles, vehículos…) de los que se es propietario en una fecha determinada. Restando a la riqueza así obtenida (riqueza bruta) las deudas y obligaciones (préstamos, pagarés…) pendientes de pago en la misma fecha se obtiene la riqueza neta o patrimonio neto. 

El siguiente mapa nos muestra un panorama de la distribución mundial de la riqueza en 2019, con datos en dólares estadounidenses (USD) 


La riqueza mundial creció en 2019 el 1,2% respecto de 2018, alcanzando una cifra estimada de 360 billones de dólares, lo que supone un patrimonio neto medio por habitante adulto de 70.000 dólares. 

En el grupo de países con elevados niveles de riqueza se encuentran Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur y núcleos de Asia, como Hong Kong, Singapur y Taiwan, así como algunos países de Oriente Medio (Israel, Kuwait. Qatar y Emiratos Árabes). 

Según el informe de Global Wealth Report, la desigualdad sigue creciendo en la distribución de los recursos económicos. El 1% de la población más rica del mundo tiene el 45% de la riqueza total y el 10% alcanza hasta el 82%.El estudio señala que, pese a reducirse las diferencias entre los países en los últimos años por la aparición de economías emergentes, dentro de cada país la desigualad ha ido aumentando. 

España acumula una riqueza de 7,7 billones de dólares, que supone el 2,1% del total mundial, con una población que sólo representa el 0,7%. La riqueza media por adulto llega a 207.000 dólares, invertida en su mayor parte en activos reales (165.000), y el resto (42.000) en activos financieros. 

La alta concentración de la riqueza puede observarse a través de la mediana estadística (valor situado en medio de la distribución), que en España es de 95.000 dólares, muy por debajo del promedio citado (207.000) 

En el siguiente gráfico de Oxfam podemos ver cómo avanza la concentración de riqueza en España: 


En las dos últimas décadas, partiendo del 20% de la riqueza acumulada, el grupo del 1% más rico va avanzando en la concentración de patrimonio, hasta alcanzar en 2017 un 25% del total acumulado en el país, y el 10% más rico de la población concentra más de la mitad de la riqueza total (53,8%), es decir, más que el 90% restante. Es de destacar que en 2016 y 2017, años de recuperación económica tras la crisis financiera, el 1% más rico capturó el 40% de la riqueza creada en ese período. 

La concentración de riqueza viene facilitada por ser hereditario el patrimonio, con lo que contribuye a perpetuar las desigualdades a través de las generaciones. De acuerdo con un estudio realizado en 2016, la mitad de las grandes fortunas españolas proviene directa o indirectamente de la herencia. 

Obviamente, cierto nivel de ahorro acumulado hace posible a las familias afrontar gastos imprevistos y situaciones extraordinarias a lo largo de la vida, así como gestionarlo para obtener nuevas rentas en el futuro. No cabe duda de que llegar a disponer de algún patrimonio es importante para la calidad de vida y el bienestar de todas las personas. 










martes, 8 de diciembre de 2020

PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTDO

 

Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) establecen la previsión anual de ingresos y gastos de todas las entidades que forman parte del Sector Público Estatal, adscritos a los diversos Ministerios. No se incluyen los presupuesto completos de las Comunidades Autónomas ni de los entes locales (Diputaciones y Ayuntamientos) 

En el conjunto de las entidades españolas que forman parte del sector público estatal se encuentran, además de la Administración General, las pertenecientes a la actividad financiera del Estado y de su intervención en la economía, como los organismos autónomos, entidades públicas empresariales y sociedades mercantiles estatales, fundaciones, entidades gestoras de la Seguridad Social y consorcios. 

Los PGE son elaborados por el Gobierno del Estado y se debaten y aprueban por las Cortes Generales (Congreso de Diputados y Senado) en base a las normas jurídicas establecidas y al calendario previamente fijado. 

El Gobierno español ha presentado el proyecto de Presupuestos para 2021, un documento voluminoso y complejo, del que trataremos de extraer algunos aspectos significativos. 

Con una cifra de gastos reales (no financieros) de 416.496 millones de euros y unos ingresos reales (no financieros) de 320.230 millones, el déficit del Estado se situaría al final de 2021 en el -7,7% del PIB y la deuda pública en el 117,4% del PIB, cuando al final de 2019, antes de comenzar la pandemia, el déficit y la deuda eran de -2,86% y 95,50%, respectivamente. 

Como observamos en el cuadro esquemático del Ministerio de Hacienda, el nuevo gasto presupuestario supone un incremento de 17,5% sobre 2020 en las operaciones no financieras, aquellas que afectan a los agentes económicos. 


En el reparto del gasto por políticas destaca el pago de pensiones (163.297 M. de euros), que lleva incorporado un incremento, por adaptación al IPC, del 0,9 % en las pensiones contributivas, y el 1,8% en las no contributivas. Esta partida presupuestaria supone un 39,2% del gasto total no financiero. 

La segunda partida en importancia son las transferencias a otras administraciones públicas, por 70.288 M., fundamentalmente para atender los gastos de actividades de competencias transferidas a las Comunidades Autónomas, sobre todo educación y sanidad. Representa el 12,8% de gasto total. 

Otras partidas relevantes para la gestión política serían el gasto en fomento de empleo, con 7.405 M., 29,5% más que en 2020; la inversión en infraestructuras, con 11.527 M, y la política de Ciencia, Innovación y Desarrollo, con 3.232 M, un 59,4% más que el año anterior. 

Los recursos para sanidad aumentarán en 2021 en un 75% y los destinados a educación, en un 70%. El reforzamiento del Ingreso Mínimo Vital beneficiará a más de 2 millones de personas y se aumentará el indicador IPREM, que sirve de referencia para las ayudas públicas, en un 5%, hasta 564,7 euros mensuales. 

Como vemos en el cuadro oficial, pese al incremento de la deuda pública en 2021, los gastos financieros van a mantenerse en una cifra similar a la de 2020 (31.740 M.), debido a la caída de la tasa de interés por la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo. 

Las operaciones financieras, con activos de 39.577,60 M. no se tienen en cuenta en el cálculo del déficit público, aunque sí se incluyen en la deuda. Son préstamos que hace el Estado y se recuperarán en los años siguientes. En cuanto al apartado de Pasivos Financieros (94.410,65 M) incluye los préstamos que corresponde devolver en 2021, pero que seguramente van a refinanciarse de nuevo. 

Atendiendo al volumen de recursos asignados a cada uno de los subsectores que integran los PGE consolidados, corresponde al Estado el 45,5 por ciento del gasto, un 42,1 por ciento a la Seguridad Social, un 10,4 por ciento a los organismos autónomos, y el restante 2 por ciento al resto de entidades del sector público administrativo. 


En cuanto a los ingresos, los recursos más importantes son los impuestos y las cotizaciones sociales, que representan en conjunto el 85,4% del importe total no financiero consolidado. El resto de recursos está compuesto, fundamentalmente, por transferencias, tasas e ingresos patrimoniales. 

En los ingresos directos, el Impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) se incrementa en 2 puntos para las rentas del trabajo superiores a 300.000 euros anuales y en las rentas de capital y de ahorro se establece una subida de 3 puntos a partir de los 200.000 euros, una medida recomendada por la OCDE. 

En el Impuesto de Sociedades, se reduce la exención por plusvalía o dividendos de filiales del 100% al 95%. La imposición sobre el Patrimonio incrementa el gravamen del último tramo del 2,5 al 3,5%, que es el que supera los 10 millones de euros. 

Las bebidas azucaradas y edulcoradas tendrán un Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) del 21% con el objetivo de combatir la obesidad infantil y enfermedades asociadas, aunque en bares y restaurantes continuará aplicándose el 10%. 

La Ministra de Hacienda indicó que se han aprobado nuevos impuestos, como el de Determinados Servicios Digitales y el de Transacciones Financieras, y que está en tramitación el impuesto sobre envases de plástico no reutilizables. Todos ellos tendrán reflejo presupuestario más adelante. 

La Comisión Europea ha avalado el borrador de Presupuestos del Gobierno español, pero advirtiendo de ciertos riesgos para la sostenibilidad de las finanzas públicas, dado el alto nivel de endeudamiento. Bruselas teme que la deuda acumulada suba hasta el 120% del PIB. 






martes, 1 de diciembre de 2020

LA AUSTERIDAD FISCAL

 La austeridad fiscal se identifica con medidas de cierto rigor en el control del gasto público, que los Estados tienden a aplicar cuando se registran déficit presupuestarios, con significativas diferencias negativas entre ingresos y gastos públicos, sobre todo en economías con elevado nivel de endeudamiento. 

Las decisiones de austeridad fiscal suelen incluir habitualmente recortes salariales a los empleados públicos, reducción de prestaciones sociales (pensiones, subsidios de desempleo y otras transferencias), descenso de inversiones publicas, privatización de activos y subidas de impuestos. 

Así sucedió en la Gran Recesión, a partir de 2010, con las medidas de consolidación fiscal aplicadas en España, que precarizaron a la población, con recortes en servicios sociales y sin apenas apoyo a colectivos vulnerables. La reducción de empleo y las pérdidas salariales afectaron a la demanda de consumo que, bajo los efectos de los multiplicadores keynesianos, encauzaron la caída de la economía en una segunda recesión dos años más tarde. 

Con la ley de estabilidad financiera de 2012 se pretendió dar cobertura a la normativa neoliberal, respaldada por la Unión Europea, que vino a reafirmar las políticas de ajuste y los recortes, argumentando que eran los instrumentos idóneos para abordar situaciones de recesión económica. 

Pero no se espera que una estrategia de austeridad solucione los desequilibrios que está produciendo la nueva crisis económica, esta vez provocada por la pandemia del coronavirus Covid-19. No cabe duda de que las cuentas públicas deberán sanearse y mejorar la eficiencia de las administraciones públicas, pero no con normativas rígidas de consolidación fiscal. 

Parece que la pandemia está ayudando a establecer una visión distinta de la política económica a aplicar, a pesar de que algunos partidarios de la austeridad expansiva y profetas de calamidades auguren problemas si no se implantan recetas neoliberales. 

Jerome Powel, Presidente de la Reserva Federal americana, afirmaba recientemente que “ La gravedad de la recesión dependerá de las medidas de política adoptadas en los diversos niveles del Gobierno para prestar socorro y apoyar la recuperación económica”. Algunos analistas añaden que, aun reconociendo la importancia de la política monetaria de los bancos centrales, hay mucho más que un Gobierno puede hacer. 

En este período de crisis, el esfuerzo económico de la política fiscal en España ha recaído en los sectores más sensibles y en el mantenimiento de empleo en las situaciones de caída temporal de la actividad. 


Como vemos en el gráfico, España se encuentra, con el 4,3% sobre el PIB, en un nivel intermedio entre los países europeos en el gasto presupuestario de apoyo por las consecuencias del Covid-19. 

Por las declaraciones de responsables de instituciones económicas, se puede constatar que está suavizandose la perspectiva negativa sobre las consecuencias de una deuda pública elevada y se propugna una revisión internacional de los endeudamientos, sobre todo en los países menos desarrollados. 

Asimismo, investigadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) reconsideran el papel de la inversión pública, que de ser considerada como poco relevante y más bien propicia a generar incrementos de deuda y déficit, la encuentran ahora como determinante en tiempos de incertidumbre, con capacidad para fomentar la inversión de las empresas privadas. 

Algunos investigadores demuestran que el efecto de la inversión pública sobre la renta es positivo y permanente, tanto en el corto como en el largo plazo, y puede conseguir elevar el PIB en una cantidad mayor que la invertida inicialmente, 

Se estimaba hasta ahora que la intervención del Gobierno en la economía, aunque fuera por buenas causas, tenía costes por la pérdida de eficiencia y de crecimiento. Sin embargo, nuevos planteamientos afirman que un sector público emprendedor no tiene intereses tan opuestos a los sectores privados, y puede orientar la política económica, en gestión compartida con lo agentes económicos y sociales, hacia una mejora del desempeño económico.