Una vez superado el estado de alarma, la economía española vuelve poco a poco entrando en actividad. El camino a recorrer va a ser largo y estará lleno de riesgos, con la amenaza que supone la presencia de rebrotes de coronavirus.
Aunque algunos llegaron a predecir una superación bastante rápida de los efectos económicos de la pandemia, dibujando una especie de V, con el paso del tiempo parece que el destrozo causado va a ser mayor del esperado y llevará tiempo y esfuerzos salir de la crisis, lo cual supone que la recuperación puede trazar una V bastante asimétrica.
El alcance de la recesión va a depender básicamente de la eficacia de las medidas sanitarias en el control de los brotes de coronavirus. En la fortaleza de la recuperación influirán, junto al acierto de los apoyos económicos que se están aplicando, las decisiones de las instituciones europeas sobre las características del Fondo de Recuperación a constituir, tanto sobre su cuantía final como en el peso que acabarán teniendo los préstamos y las transferencias y, lógicamente, el método de asignación de los recursos a los países.
Según noticias de la prensa especializada, el plan propuesto por la Comisión Europea podría estar dotado con 500.000 millones de euros en ayudas directas y 250.000 millones en préstamos, con atención especial hacia los países que más han sufrido las consecuencias del Covid-19. El documento tendrá que ser debatido en el Consejo Europeo y en la Eurocámara entre los representantes de los países en los próximos meses.
La gestión de fondos a nivel europeo debería servir para orientar las ayudas al cumplimiento de las prioridades estratégicas de las Unión Europea en materia de clima y energía, además de impulsar reformas nacionales y propiciar la reestructuración de algunos sectores.
Una de las enseñanzas que deja la crisis sanitaria es la importancia estratégica de los servicios básicos de salud y los sistemas de protección social, por lo que, al afrontar la recuperación, se piensa en corregir el desmantelamiento que los recortes de la década de 2010 provocaron en los servicios públicos.
Organismo internacionales, como la OCDE y la Comisión Europea, que establecieron normativas estrictas de estabilidad fiscal y financiera, animan ahora a los Estados a aumentar el gasto público tanto como sea necesario para proteger a ciudadanos y empresas.
Como consecuencia de los ceses temporales de actividad, han sido también notorias las interrupciones en los suministros materiales de ciertas cadenas globales, como los problemas de indefensión ante el virus que ha sufrido el personal sanitario por las dificultades de aprovisionamiento de equipos de protección adecuados, lo cual lleva a la necesidad de replantear el grado de globalización conveniente para la economía de cada país.
Los esfuerzos se concentran ahora en apuntalar el tercer trimestre, cuya evolución va a resultar decisiva para ir compensando, aunque sea parcialmente, las caídas de PIB del primer semestre, y sentar las bases para impulsar el crecimiento económico, en una economía española con sectores afectados tan relevantes como el turismo y la automoción, que suponen en conjunto en torno al 23% del empleo.
Aunque algunos llegaron a predecir una superación bastante rápida de los efectos económicos de la pandemia, dibujando una especie de V, con el paso del tiempo parece que el destrozo causado va a ser mayor del esperado y llevará tiempo y esfuerzos salir de la crisis, lo cual supone que la recuperación puede trazar una V bastante asimétrica.
Observamos la caída de la aportación de la demanda interna al crecimiento del PIB en el primer trimestre de 2020, hasta una tasa interanual del -4,3%, en tanto que las exportaciones netas consiguen mantenerse con una aportación positiva, en torno al 0,2%.
El alcance de la recesión va a depender básicamente de la eficacia de las medidas sanitarias en el control de los brotes de coronavirus. En la fortaleza de la recuperación influirán, junto al acierto de los apoyos económicos que se están aplicando, las decisiones de las instituciones europeas sobre las características del Fondo de Recuperación a constituir, tanto sobre su cuantía final como en el peso que acabarán teniendo los préstamos y las transferencias y, lógicamente, el método de asignación de los recursos a los países.
Según noticias de la prensa especializada, el plan propuesto por la Comisión Europea podría estar dotado con 500.000 millones de euros en ayudas directas y 250.000 millones en préstamos, con atención especial hacia los países que más han sufrido las consecuencias del Covid-19. El documento tendrá que ser debatido en el Consejo Europeo y en la Eurocámara entre los representantes de los países en los próximos meses.
La gestión de fondos a nivel europeo debería servir para orientar las ayudas al cumplimiento de las prioridades estratégicas de las Unión Europea en materia de clima y energía, además de impulsar reformas nacionales y propiciar la reestructuración de algunos sectores.
Una de las enseñanzas que deja la crisis sanitaria es la importancia estratégica de los servicios básicos de salud y los sistemas de protección social, por lo que, al afrontar la recuperación, se piensa en corregir el desmantelamiento que los recortes de la década de 2010 provocaron en los servicios públicos.
Organismo internacionales, como la OCDE y la Comisión Europea, que establecieron normativas estrictas de estabilidad fiscal y financiera, animan ahora a los Estados a aumentar el gasto público tanto como sea necesario para proteger a ciudadanos y empresas.
Como consecuencia de los ceses temporales de actividad, han sido también notorias las interrupciones en los suministros materiales de ciertas cadenas globales, como los problemas de indefensión ante el virus que ha sufrido el personal sanitario por las dificultades de aprovisionamiento de equipos de protección adecuados, lo cual lleva a la necesidad de replantear el grado de globalización conveniente para la economía de cada país.
Los esfuerzos se concentran ahora en apuntalar el tercer trimestre, cuya evolución va a resultar decisiva para ir compensando, aunque sea parcialmente, las caídas de PIB del primer semestre, y sentar las bases para impulsar el crecimiento económico, en una economía española con sectores afectados tan relevantes como el turismo y la automoción, que suponen en conjunto en torno al 23% del empleo.