El denominado “flujo circular de la renta” es un diagrama que ayuda a entender el funcionamiento de la economía en su conjunto. Se trata aquí de exponer de un modo simplificado el modelo de las transacciones que tienen lugar en la economía de un país mediante dos tipos de flujos formando un círculo.
Uno de ellos, llamado flujo real, recoge los bienes, servicios, trabajos y materias primas. El segundo flujo, que va en sentido contrario al anterior, representa el dinero que se paga a cambio de los elementos reales.
Este diagrama sencillo representa una economía con dos tipos de agentes: economías domésticas, que son hogares compartiendo su renta, y empresas que producen bienes y servicios. Se trata de una economía cerrada (sin considerar el sector exterior) y, por el momento, sin incluir el Sector Público.
Como vemos en el gráfico, hay sólo dos tipos de mercado. En uno de ellos, el mercado de bienes y servicios, las economías domésticas compran a las empresas los bienes y servicios que desean (por ejemplo, alimentos y electrodomésticos), dando lugar a un flujo físico hacia los hogares y, en contrapartida, las empresas reciben el correspondiente flujo monetario.
El segundo tipo de mercado es el de factores productivos, en el que las empresas contratan trabajadores y compran otros recursos para producir bienes y servicios, retribuyéndolos con un flujo monetario (por ejemplo, salarios e intereses), de tal modo que los mercados de factores vienen a determinar la distribución de la renta entre los trabajadores y los propietarios del capital
El diagrama de flujo circular no sólo es útil para observar cómo fluyen los fondos a través de la economía, sino que nos permite conocer ciertas condiciones de equilibrio que deben darse siempre.
Si una parte de los ingresos de los hogares no vuelven a las empresas como consumo de bienes y servicio, significa que las familias han decidido ahorrar. Para que haya equilibrio, el sector empresarial tendrá que dedicar a inversiones el volumen equivalente al ahorro, es decir, en lugar de producir únicamente bienes de consumo, dedicará fondos a bienes de capital (instalaciones y equipamientos). En caso contrario, el sector empresarial no equilibrará sus cuentas y acabará en pérdidas, que pueden llevar a reducir la producción y emplear a menos trabajadores, para volver a un nuevo equilibrio.
Añadiendo ahora al modelo la intervención del Estado, el flujo de fondos que entra en el Sector Público por impuestos y contribuciones sociales debe ser igual, al menos a medio plazo, al que sale cuando compra bienes y servicios, otorga subvenciones y paga tanto a funcionarios como a pensionistas.
Los años en los que los ingresos no compensen a los gastos, se quiebra el equilibrio y el Estado incurre en déficit, dando lugar a la deuda pública, que se financia emitiendo títulos suscritos por familias y empresas. Es el caso del Estado español, al que los déficit anuales han llevado a un endeudamiento importante, que representa actualmente el 98% del PIB, muy superior al que aconsejan no sobrepasar las autoridades económicas europeas (60%).
Este diagrama sencillo representa una economía con dos tipos de agentes: economías domésticas, que son hogares compartiendo su renta, y empresas que producen bienes y servicios. Se trata de una economía cerrada (sin considerar el sector exterior) y, por el momento, sin incluir el Sector Público.
Como vemos en el gráfico, hay sólo dos tipos de mercado. En uno de ellos, el mercado de bienes y servicios, las economías domésticas compran a las empresas los bienes y servicios que desean (por ejemplo, alimentos y electrodomésticos), dando lugar a un flujo físico hacia los hogares y, en contrapartida, las empresas reciben el correspondiente flujo monetario.
El segundo tipo de mercado es el de factores productivos, en el que las empresas contratan trabajadores y compran otros recursos para producir bienes y servicios, retribuyéndolos con un flujo monetario (por ejemplo, salarios e intereses), de tal modo que los mercados de factores vienen a determinar la distribución de la renta entre los trabajadores y los propietarios del capital
El diagrama de flujo circular no sólo es útil para observar cómo fluyen los fondos a través de la economía, sino que nos permite conocer ciertas condiciones de equilibrio que deben darse siempre.
Si una parte de los ingresos de los hogares no vuelven a las empresas como consumo de bienes y servicio, significa que las familias han decidido ahorrar. Para que haya equilibrio, el sector empresarial tendrá que dedicar a inversiones el volumen equivalente al ahorro, es decir, en lugar de producir únicamente bienes de consumo, dedicará fondos a bienes de capital (instalaciones y equipamientos). En caso contrario, el sector empresarial no equilibrará sus cuentas y acabará en pérdidas, que pueden llevar a reducir la producción y emplear a menos trabajadores, para volver a un nuevo equilibrio.
Añadiendo ahora al modelo la intervención del Estado, el flujo de fondos que entra en el Sector Público por impuestos y contribuciones sociales debe ser igual, al menos a medio plazo, al que sale cuando compra bienes y servicios, otorga subvenciones y paga tanto a funcionarios como a pensionistas.
Los años en los que los ingresos no compensen a los gastos, se quiebra el equilibrio y el Estado incurre en déficit, dando lugar a la deuda pública, que se financia emitiendo títulos suscritos por familias y empresas. Es el caso del Estado español, al que los déficit anuales han llevado a un endeudamiento importante, que representa actualmente el 98% del PIB, muy superior al que aconsejan no sobrepasar las autoridades económicas europeas (60%).
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