Se entiende por dinero cualquier activo que sirva para comprar bienes y servicios. El dinero en circulación se compone de efectivo en manos del público y depósitos bancarios a la vista o cuentas corrientes contra las que se pueden realizar pagos. Estos dos activos financieros conforman la oferta monetaria en un sentido estricto, llamada M1. El agregado M2 incluye, además del M1, las cuentas de ahorro y algunos depósitos a plazo que pueden transferirse fácilmente a cuentas corrientes. Otros agregados monetarios recogen también partidas de plazo más amplio.
La velocidad con que circula el dinero es el número de veces que un euro cambia de manos durante el año, o bien, las veces que un euro se transforma en renta. Aunque habría que utilizar el conjunto de transacciones reales hechas en el período, el cálculo se realiza con el Producto Interior Bruto (PIB), puesto que a corto plazo hay una relación constante entre transacciones y PIB real.
Los economistas neoclásicos afirmaban que la velocidad de circulación del dinero es prácticamente constante, en tanto que los de tendencia keynesiana mantienen que cuando cambia la cantidad de dinero se altera también la velocidad de circulación.
Aunque la ecuación cuantitativa se aplica a la economía en su conjunto, también se puede establecer en términos de una familia. Por ejemplo, si la renta o ingreso de un hogar es de 36.000 euros anuales y, como promedio, se tienen para pagar gastos de 3.000 euros líquidos entre efectivo y cuenta corriente bancaria, la velocidad de su dinero será de 12 por año (36.000/3.000). Por tanto, la familia guarda dinero para un mes
No cabe duda de que en la velocidad de circulación influyen los métodos utilizados en las transacciones. En la medida que se hagan menos compras con dinero efectivo, menos habrá que retenerlo y “V” será mayor. Siguiendo con el ejemplo del párrafo anterior, en el que se mantenía dinero efectivo equivalente a 1 mes de renta, si se guarda dinero solo para 15 días, la velocidad de circulación se duplicará (36.000/1.500 = 24)
Observamos en el gráfico que las compras con tarjeta han superado al volumen de retiradas de dinero de los cajeros automáticos.
En el contexto de la crisis financiera, en la que los tipos de interés se han mantenido muy bajos, la velocidad de circulación ha sido descendente, lo cual significa que familias y empresas han tratado de mantener en forma líquida el dinero ahorrado el mayor tiempo posible, al no tener perspectivas de rendimiento como inversión financiera.
Cuando los bancos prestaban menos y las empresas reducían sus planes de inversión, el Banco Central Europeo (BCE) acudió en ayuda de la economía aumentando la liquidez y, por tanto, el volumen de dinero (M).
Aunque se temía que la expansión cuantitativa del BCE provocara incrementos de precios, se ha podido comprobar que no ha dado lugar a ningún aumento significativo de IPC (aunque ha incrementado los precios de los activos financieros).
En tiempos de crisis se suele escuchar entre la gente la expresión “el dinero no circula”, lo cual quiere decir que la velocidad de circulación ha descendido notablemente, sobre todo por la mayor retención de liquidez de bancos, familias y empresas no financieras.
El economista norteamericano Irving Fisher enunció a comienzos del siglo XX la “teoría cuantitativa del dinero”, que explica la relación entre la cantidad de dinero y las variables reales de la economía. Planteó la ecuación M*V = P*y, siendo “M” la cantidad de dinero (M1 o M2), “V” la velocidad de circulación del dinero, “P” el índice de precios (IPC o el deflactor del PIB) e “y” el PIB real.
La teoría cuantitativa del dinero establece que el nivel general de precios se relaciona positivamente con la cantidad de dinero, del tal modo que si se incrementa la cantidad de dinero (M), en la misma proporción subirán los precios (P)
Los economistas neoclásicos afirmaban que la velocidad de circulación del dinero es prácticamente constante, en tanto que los de tendencia keynesiana mantienen que cuando cambia la cantidad de dinero se altera también la velocidad de circulación.
Aunque la ecuación cuantitativa se aplica a la economía en su conjunto, también se puede establecer en términos de una familia. Por ejemplo, si la renta o ingreso de un hogar es de 36.000 euros anuales y, como promedio, se tienen para pagar gastos de 3.000 euros líquidos entre efectivo y cuenta corriente bancaria, la velocidad de su dinero será de 12 por año (36.000/3.000). Por tanto, la familia guarda dinero para un mes
No cabe duda de que en la velocidad de circulación influyen los métodos utilizados en las transacciones. En la medida que se hagan menos compras con dinero efectivo, menos habrá que retenerlo y “V” será mayor. Siguiendo con el ejemplo del párrafo anterior, en el que se mantenía dinero efectivo equivalente a 1 mes de renta, si se guarda dinero solo para 15 días, la velocidad de circulación se duplicará (36.000/1.500 = 24)
Observamos en el gráfico que las compras con tarjeta han superado al volumen de retiradas de dinero de los cajeros automáticos.
En el contexto de la crisis financiera, en la que los tipos de interés se han mantenido muy bajos, la velocidad de circulación ha sido descendente, lo cual significa que familias y empresas han tratado de mantener en forma líquida el dinero ahorrado el mayor tiempo posible, al no tener perspectivas de rendimiento como inversión financiera.
Cuando los bancos prestaban menos y las empresas reducían sus planes de inversión, el Banco Central Europeo (BCE) acudió en ayuda de la economía aumentando la liquidez y, por tanto, el volumen de dinero (M).
Aunque se temía que la expansión cuantitativa del BCE provocara incrementos de precios, se ha podido comprobar que no ha dado lugar a ningún aumento significativo de IPC (aunque ha incrementado los precios de los activos financieros).
En tiempos de crisis se suele escuchar entre la gente la expresión “el dinero no circula”, lo cual quiere decir que la velocidad de circulación ha descendido notablemente, sobre todo por la mayor retención de liquidez de bancos, familias y empresas no financieras.