martes, 25 de septiembre de 2018

CONTROL DE PRECIOS

El precio que se establece en los mercados resulta del equilibrio entre la cantidad ofrecida y la cantidad demandada. Este precio de equilibrio no suele satisfacer a todos los implicados.

Es por ello que surgen demandas a los poderes públicos para que intervengan los Gobiernos en los mercados, imponiendo controles de precios, en sus dos modalidades: precio máximo o precio mínimo. Estas regulaciones producen ciertos efectos secundarios previsibles y no deseados. Nos vamos a centrar en los precios máximos, citando antes dos casos aireados por la prensa.

El gobierno venezolano estableció control de precios en el año 2003, tras un período sombrío de huelgas y en una situación de crisis económica. Se publicó una lista de bienes y servicios considerados de primera necesidad, cuyos precios máximos de venta al público serían fijados por el Ejecutivo Nacional. Aunque se suponía que los controles serían temporales, 15 años después el sistema regulatorio continua en vigor.

Otro caso de aplicación de precio máximo bastante frecuente se da en el control de alquileres, sobre todo en las grandes ciudades. Por ejemplo, el ayuntamiento de Barcelona está considerando la posibilidad de regular el mercado a través de medidas que controlen el precio del alquiler y limiten la cantidad de pisos turísticos.

Los precios máximos se imponen sobre todo en tiempos de guerras, desastres naturales o crisis excepcionales, situaciones que producen subidas repentinas de precios, en las cuales se pueden aprovechar unos pocos para enriquecerse en perjuicio de la mayoría de la gente

Para conocer los efectos que produce el precio máximo en un producto vamos a ver un ejemplo sencillo. Supongamos que el producto X alcanza en el mercado libre un precio de equilibrio (Pe) de 100 euros con una cantidad de 10.000 unidades (Qe), donde coinciden la oferta (S) y demanda del producto (D)

Las autoridades del país estiman que resulta un precio elevado para los compradores y establecen un precio máximo obligatorio (P max) de 80 euros por unidad. Como a este nuevo precio la demanda (Qd) es de 12.000 unidades y la oferta (Qs) se reduce a 8.000, el primer efecto resulta evidente en el gráfico: un exceso de demanda sobre la oferta de 4.000 unidades. Significa que una parte de la demanda de los consumidores queda desatendida al no haber producto suficiente. Es una pérdida de eficiencia, porque los consumidores no reciben cuanto desean y los fabricantes deciden reducir la producción.

Un segundo efecto de los precios máximos es la generación de incentivos para las actividades ilegales. Aparece el “ mercado negro”, con una actividad económica que está al margen de la ley, donde el consumidor puede adquirir, a mayor precio que el máximo legal, el producto que demanda. A este precio más elevado, los fabricantes están dispuestos a producir mayor cantidad, pero deben desviar parte de la producción al marcado paralelo al legal, en el que el consumidor tiene generalmente menos garantía del producto o servicio que recibe y la Hacienda Pública pierde recaudación.

Aunque los precios máximos producen escasez, ineficiencias y provocan la aparición de mercados negros, las autoridades públicas continúan imponiendo regulaciones en ciertas circunstancias, con la convicción de que los precios máximos hacen posible que grupos con menor capacidad económica de la sociedad pueden comprar ciertos productos básicos o encuentren pisos de alquileres asumibles.

Pero el análisis de la demanda y la oferta nos muestra que la escasez de oferta que provocan los precios máximos tienden a largo plazo a impulsar elevaciones de los precios, precisamente el efecto contrario al deseado por los reguladores.






















martes, 18 de septiembre de 2018

LONGEVIDAD Y ENVEJECIMIENTO

Organizaciones de Naciones Unidas remarcan que el envejecimiento de la población está a punto de convertirse en una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI. Va a tener consecuencias para el mercado laboral y la demanda de bienes y servicios (viviendas, transportes, protección social...), así como para la estructura familiar y los lazos intergeneracionales.

La esperanza de vida de las personas viene aumentando desde hace muchas décadas en todos los países. Los avances del sector sanitario y farmacéutico, junto con los cambios en el estilo de vida de la sociedad, han hecho posible que la vida humana se prolongue en España a un ritmo de cuatro años por década en el último siglo, hasta llegar a alcanzar en promedio más de 82 años de vida en la actualidad, convirtiéndose en el cuarto país más longevo del mundo, por detrás de Japón, Suiza y Singapur.

El incremento de la esperanza de vida, la escasa mortalidad infantil y juvenil y la drástica caída de la natalidad hacen que aumente la edad media de los españoles, hoy día en torno de 43 años. La causa más importante del envejecimiento es sin duda la caída en picado de la natalidad, que comenzó hace tres décadas, hasta llegar a la actual tasa de hijos por mujer de 1,27, casi un punto (un hijo) menos de lo necesario para que se dé el relevo generacional (2,1 hijos por mujer).



En la prospectiva del cuadro se aprecia un incremento de personas en los grupos de edad más avanzada, de 65 a 79 años y de 80 años en adelante. Del 9,1% que representaban en conjunto estos grupos de población en 1950, la previsión sobrepasa el 30% para el 2050.

El cambio de la pirámide poblacional tiene consecuencias para los contribuyentes, puesto que en los Presupuestos Generales del Estado aumentan las partidas destinadas a las pensiones y a sostener el sistema sanitario. Una población activa en descenso tendrá que soportar las necesidades de los menores de edad y las personas mayores.

Los datos que aporta el Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que desde 1981 la población de mayores casi se ha duplicado, en tanto que la juvenil se ha reducido en un 40%.

A falta de una política decidida de apoyo a la natalidad, que bien podría incluir beneficios fiscales, lo cierto es que son los inmigrantes los que rejuvenecen la población española, rebajando la edad media, aunque no sea más que en un año.

Las extranjeras en España superan el índice de fecundidad de las madres españolas, hasta alcanzar un 1,6 hijos por mujer. En parte puede ser por sus hábitos y cultura, pero también porque emigran en edades de tener hijos. En conjunto, la población española supera los 46,6 millones de habitantes, pero no pasaría de 42,1 millones de no ser por el colectivo de los inmigrantes















martes, 11 de septiembre de 2018

DESIGUALDAD GENERACIONAL

La desigualdad incide con diferente intensidad sobre las personas en función del nivel educativo, las condiciones familiares, la residencia, el género o la cohorte generacional a la que pertenecen.

Diversos estudios ponen de relieve la escasa atención que se está prestando al incremento de la desigualdad dentro de cada país entre los diferentes grupos generacionales. El colectivo de 16 a 29 años soporta situaciones de alto nivel de desempleo y elevada incidencia del trabajo temporal y del trabajo parcial involuntario, que acarrean menores salarios y dificultades de promoción y formación en el trabajo.

En el siguiente cuadro se recoge la situación del desempleo por grupos de edad, en porcentaje sobre la población activa, en España, en el segundo trimestre de 2018:


Observamos que la tasa de paro en el grupo de 20 a 24 años duplica al de 25 a 54 años y el desempleo juvenil llega a afectar a la mitad de su colectivo. En cifras globales, la situación relativa ha empeorado en el segundo trimestre, ya que mientras en el grupo de 25 a 54 años ha descendido el paro en 271.600 personas y en los mayores de 55 años, en 41.800, los jóvenes de 16 a 24 años en desempleo aumentaron en 7.400.

En mazo 2018, la tasa de desempleo para menores de 25 años era en España el 36,3%, la más alta de Europa después de Grecia. La tasa menor tenía Alemania (6,6%) y la media europea se situaba en 16,8%.

En base al índice de Gini, la desigualdad se ha mantenido en Europa en la última década, (salvo en España, que ha aumentado). La renta disponible de la población mayor de 65 años ha crecido y se ha estancado en el resto de la población. Se debe en gran parten al efecto de las pensiones de jubilación en la redistribución de las rentas.

Da la impresión de que el sistema de bienestar vigente otorga una desigual protección en términos generacionales, dando preferencia al colectivo de personas mayores y relegando a los jóvenes de los programas de rentas mínimas, como lo demuestra las dificultades de acceso a la vivienda, lo cual les acarrea bajos niveles de emancipación.

Hay que recordar que el pacto social implícito supone que los jóvenes reciben una formación y cuentan con expectativas de buenas condiciones laborales para poder sostener y reiniciar el ciclo intergeneracional. Pero parece que el sistema se está resintiendo en el encuentro con el mercado de trabajo.

Los jóvenes no deben caer en una situación de agobio y falta de oportunidades que resquebraje el consenso social. En una fase de mejora económica, una mayor atención a la situación de la juventud puede ayudar al restablecimiento del equilibrio, facilitando el acceso de los jóvenes al trabajo y mejorando las condiciones de los ocupados.










martes, 4 de septiembre de 2018

FLUCTUACIONES DEL TIPO DE CAMBIO

Las transacciones económicas internacionales requieren un mercado para intercambiar unas monedas por otras. Es el denominado “mercado de divisas”, en el que se igualan la demanda y la oferta, estableciéndose los tipos de cambio, los precios entre las monedas. Se trata de un mercado electrónico, global, que se utiliza en todos el mundo para comprar y vender monedas.

El tipo de cambio se puede definir como el precio de una moneda extranjera en términos de la moneda nacional, o bien, el precio de la moneda nacional expresado en otra extranjera. Por ejemplo, si el tipo de cambio es de 1,16 dólares por euro, en sentido inverso, será de 0,86 euros por dólar.

Conviene distinguir entre el tipo de cambio nominal y tipo de cambio real. El primero es el que reflejan las cotizaciones entre monedas y el segundo, el real, tiene en cuenta los precios relativos de los bienes y servicios de los países, es decir, el poder de compra de una divisa en relación con otra. 

El tipo de cambio real, denominada también “Paridad de Poder Adquisitivo” (PPA) es una referencia a largo plazo, porque señala la tasa que igualaría en promedio el coste de una cesta determinada de productos en dos países.

Pero en el corto plazo la cotización entre divisas puede diferir mucho de la paridad de equilibrio del largo plazo. La cotización de cada momento viene afectada tanto por el diferencial de inflación entre las divisas como por el diferencial de tipo de interés.

Así, por ejemplo, una divisa con los intereses más elevados atraerá más flujos de inversión al país, favoreciendo su apreciación. Las dos variables, inflación y tipo de interés, están interrelacionadas y, más que sus valores actuales, son relevantes las expectativas de evolución futura.

Como ejemplo, el siguiente gráfico muestra la relación entre el euro y el dólar norteamericano en términos de PPA (PPP rate, en inglés)


Observamos en el gráfico que la cotización entre ambas monedas ha llegado a oscilar en la última década, por encima y por debajo, en torno al 18% respecto de la capacidad adquisitiva o paridad de largo plazo (PPP), mostrando un euro sobrevalorado del 2003 al 2012 y una infravaloración en la moneda europea a partir de 2014.

Importantes fluctuaciones del tipo de cambio están afectando a varios países emergentes, en especial a la lira turca. El incremento de los aranceles decretado por EE.UU contra la importación de acero (50%) y aluminio (25%) ha provocado el desplome de la divisa turca.

La lira ya venía experimentando caídas desde 2014. Cerró 2017 a 0,26 dólares por lira y ha descendido hasta 0,15, lo cual supone una depreciación acumulada este año del 42%. Turquía viene sufriendo tres desequilibrios que afectan a su moneda: inflación media del año elevada (12%), déficit por cuenta corriente en su balanza de pagos (-5,5%) y deuda creciente con el extranjero.

Aunque el núcleo central de la crisis cambiaria está en Turquía, los efectos llegan a Argentina, Sudáfrica, Brasil, Rusia e India, países emergentes que han acumulado en los últimos años un fuerte endeudamiento, en gran medida en moneda extranjera. Estas sacudidas en los tipos de cambio pueden ser el anuncio de un período de turbulencias financieras.