martes, 10 de julio de 2018

PROCESOS MIGRATORIOS

La inmigración está de actualidad en Europa. Los medios de comunicación recogen con frecuencia informaciones sobre las vidas humanas que llegan huyendo de las situaciones de terror que se dan en sus países de origen.

En España, 2017 fue un año con un saldo migratorio positivo de 164.604 personas, consecuencia de una inmigración desde exterior de 532.482 y una emigración al exterior de 367.878 personas.

Las migraciones pueden ser forzosas, provocadas por guerras, desastres naturales o problemas políticos, y voluntarias o espontáneas, que obedecen a la iniciativa personal, muchas veces por motivación económica. Una característica destacada de las actuales migraciones es su carácter global, bien como receptores de personas (inmigrantes) o como emisores (emigrantes).

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informa que 3.115 inmigrantes fallecieron en las aguas del Mediterráneo durante 2017, un dato que convierte en un cementerio a nuestro entorno marino.

Aparte de los espinosos problemas de integración que afloran por las diferencias culturales entre los emigrantes y los habitantes de los territorios en los que se asientan, un efecto que se achaca a la inmigración es el conocido como “Tragedia de los Bienes Comunes”

Este efecto se suele explicar con la parábola de un grupo de pastores que utilizaban una misma zona de pastos. Un pastor pensó que podía añadir una oveja más a las que pacían en los pastos comunes, ya que el impacto de un solo animal apenas afectaría a la capacidad de recuperación del suelo. Los demás pastores pensaron también, individualmente, que podían incrementar su rebaño con una oveja más sin que los pastos se deteriorasen. Pero el conjunto del deterioro imperceptible causado por cada animal estropeo del todo los pastos, por lo que arruinó la actividad de todos los pastores.

Como en nuestro Estado de Bienestar los inmigrantes van a disfrutar de servicios públicos sin contribución previa, el resto de los contribuyentes lo estarán financiando, como mínimo en el corto plazo, hasta que esa inmigración forme parte activa de la fuerza laboral.

Sin embargo, a largo plazo es de esperar que la mejora en el nivel de vida que disfrutan los inmigrantes frente a su país de origen acaben ganándola a través del trabajo y la aportación a la economía, sin necesidad de depender más que el resto de los ciudadanos de los programas de ayudas públicas.

La inmigración puede tener un efecto positivo en los países europeos, dado que en las próximas décadas se espera que se produzca un cambio importante en la estructura de la población como consecuencia del envejecimiento, que reducirá la oferta de trabajo.

Los inmigrantes que llegan a los países europeos suelen pertenecer a cohortes de edad más bajos que la edad media del país que los acoge. En gran parte es una fuerza laboral potencialmente activa.

Sin incremento de inmigrantes aumentará la tasa global de dependencia, que se define como la proporción de dependientes, personas menores de 16 años o mayores de 64, sobre la población en edad de trabajar (16 y 64). El aumento de la dependencia, que actualmente en España se sitúa en el 55,7% respecto de los ocupados, va a deteriorar el sistema de pensiones establecido, si no se da un incremento de la productividad del trabajo.

España, que presenta una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo y una de las esperanzas de vida más elevadas, será junto con Japón el país más envejecido del mundo en 2050, con más de 76 personas dependientes por 100 en edad de trabajar. Las últimas previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE) mostraban que en 2031 la tasa de dependencia habrá subido hasta el 62,2%.

Una investigación reciente, tras el estudio de las migraciones en 15 países europeos, incluido España, entre 1985 y 2015, concluye que los inmigrantes y refugiados que se convierten en residentes permanentes acaban provocando un efecto positivo en la economía del país.

Con la inmigración no existe ninguna razón para que, si se genera una demanda de trabajo suficiente por las empresas, no aumenten los ocupados y no crezca el PIB. Con tal finalidad, es importante implementar políticas de integración a través de la educación, la enseñanza de la lengua del país y la formación específica, para que esas personas pasen a incrementar el número de activos lo antes posible. Así, puede llegar a darse una relación “ganador-ganador”, porque los inmigrantes ganan viniendo a Europa y los europeos nos beneficiamos también.








































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