El avance en la economía digital está provocando cambios en las formas de actuar de las empresas en el mercado. Algunas están funcionando como una plataforma, ofertando y demandando productos y servicios a dos grupos de usuarios interesados, relacionados a través de una red. Se pueden citar casos conocidos, como Google, que interactúa con buscadores y publicistas; Uber, situado entre pasajeros y compañías de transporte, y Visa, relacionando consumidores y comercios.
En este tipo de entidades, funcionando como mercados de doble cara, la plataforma es un lugar de encuentro entre dos o más grupos de agentes, demandantes y oferentes de bienes y servicios, a los que ofrece dos tipos de productos de naturaleza complementaria. Así, la plataforma Google ofrece servicios de búsqueda por un lado y, al mismo tiempo, atiende la demanda de espacio a los interesados en publicar contenidos. Por tanto, se sitúa en el centro de un mercado doble: buscadores de información y suministradores de contenidos.
En este tipo de entidades, funcionando como mercados de doble cara, la plataforma es un lugar de encuentro entre dos o más grupos de agentes, demandantes y oferentes de bienes y servicios, a los que ofrece dos tipos de productos de naturaleza complementaria. Así, la plataforma Google ofrece servicios de búsqueda por un lado y, al mismo tiempo, atiende la demanda de espacio a los interesados en publicar contenidos. Por tanto, se sitúa en el centro de un mercado doble: buscadores de información y suministradores de contenidos.
Una característica de la bilateralidad de este tipo de mercados es la presencia de externalidades positivas y negativas. La actuación de un agente, además de afectar directa o indirectamente a otros de su propio mercado, condiciona también en cierto modo a los agentes del otro lado. Por ejemplo, si pensamos en una plataforma de juegos online, un aumento de usuarios, por un lado, incrementa el número de personas con las que se podrá jugar, pero también afecta en el lado de los desarrolladores al volumen de juegos que se ofertan. El resultado es que la plataforma permite gestionar estos efectos de red en beneficio de los dos tipos de agentes.
Los precios que se fijan en los mercados de dos lados o caras de la plataforma son independientes y afectan al valor total generado. Hay que considerar el nivel de precios para cada grupo, la relación entre los precios de ambos lados y la tarifa por utilizar la plataforma. Una de las estrategias suele ser permitir el acceso gratuito a un lado de la plataforma y cargar un precio al otro lado del mercado.
Así, el programa Adobe Acrobat ofrece, por un lado, la gratuidad a los lectores, a modo de compensación por la información que ofrecen para utilizarla en la gestión del Big Data, y cobra a los escritores de contenidos (el otro lado del mercado), que valoran la amplia base de lectores. En el caso de las plataformas de juegos, se subsidian las consolas y se carga a los oferentes de juegos, en algunos casos mediante contratos de exclusividad, que aceptan en la medida en que tienen garantizada una amplia red de usuarios de consolas.
El carácter oligopolístico prima en estos mercados con altos costes de entrada, que suelen acabar concentrando la actividad y los beneficios en un reducido número de empresas dominantes.
En este tipo de mercados resulta difícil distinguir entre las estrategias de precios que constituyen mejoras para los consumidores y usuarios de ambos lados del mercado y los comportamientos monopolísticos que tratan de eliminar competidores.
Los precios que se fijan en los mercados de dos lados o caras de la plataforma son independientes y afectan al valor total generado. Hay que considerar el nivel de precios para cada grupo, la relación entre los precios de ambos lados y la tarifa por utilizar la plataforma. Una de las estrategias suele ser permitir el acceso gratuito a un lado de la plataforma y cargar un precio al otro lado del mercado.
Así, el programa Adobe Acrobat ofrece, por un lado, la gratuidad a los lectores, a modo de compensación por la información que ofrecen para utilizarla en la gestión del Big Data, y cobra a los escritores de contenidos (el otro lado del mercado), que valoran la amplia base de lectores. En el caso de las plataformas de juegos, se subsidian las consolas y se carga a los oferentes de juegos, en algunos casos mediante contratos de exclusividad, que aceptan en la medida en que tienen garantizada una amplia red de usuarios de consolas.
El carácter oligopolístico prima en estos mercados con altos costes de entrada, que suelen acabar concentrando la actividad y los beneficios en un reducido número de empresas dominantes.
En este tipo de mercados resulta difícil distinguir entre las estrategias de precios que constituyen mejoras para los consumidores y usuarios de ambos lados del mercado y los comportamientos monopolísticos que tratan de eliminar competidores.
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