martes, 12 de diciembre de 2017

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Se conoce como Revolución Industrial a las importantes transformaciones tecnológicas y socioeconómicas que se produjeron en la segunda mitad del siglo XVIII en Europa, especialmente en Gran Bretaña.

Las fuentes de energía para obtener las producciones se habían limitado al fuego, al viento y a la fuerza de seres humanos, caballos, mulas, bueyes y similares, cuando apareció el invento del escocés James Watt consistente en el aprovechamiento de la energía del vapor del agua.

El trabajo manual comenzó a ser reemplazado por la mecanización, y el desarrollo del hierro, junto al avance que supuso el ferrocarril, dieron una gran expansión al comercio en el siglo siguiente. En el impulso del proceso trasformador tuvo especial relevancia, además de la máquina de vapor, la máquina de hilar, un aparato destinado al desarrollo de la industria textil.

La transformación industrial provocó también un importante impacto social y dio lugar al nacimiento del proletariado urbano, conformándose una nueva clase social. Los trabajadores agrícolas aprovecharon las mejores oportunidades que ofrecía el trabajo en las recién construidas fábricas y se inició el movimiento de campesinos a las grandes ciudades.

Hasta el siglo XVIII, la tecnología y las habilidades necesarias en los procesos productivos habían evolucionado muy lentamente de una generación a otra. Pero la nueva era industrial fue introduciendo ideas distintas de una generación a la siguiente, nuevos descubrimientos, cambios en los métodos y nuevas máquinas, dejando obsoletas las ideas y las herramientas anteriores.

Se había iniciado el progreso tecnológico permanente, capaz de ir reduciendo de una generación a otra el tiempo necesario para fabricar los productos. Al ampliar los mercados y especializar la producción con la división del trabajo, se consiguieron economías de escala, reduciendo el coste de los productos.

La aplicación de nueva tecnología supuso una alteración del coste relativo de los factores productivos de la época: trabajo y energía (capital). El uso intensivo de la energía, el carbón, suponía reducir la necesidad del factor trabajo y otorgaba al empresario una “renta de innovación” al apostar por el cambio tecnológico.

Se ha podido comprobar que en Gran Bretaña el coste del trabajo era más alto que en otro países europeos y, en cambio, el carbón abundaba en su suelo. Un escenario así suponía un incentivo económico para intensificar el uso de energía, introduciendo la mecanización y explica en parte que fuese Gran Bretaña el país de inicio de la revolución industrial, que más tarde fue extendiéndose.


Observamos en el gráfico que hacia 1720 comienza a ampliarse la diferencia en la relación clave “Salarios/Coste del capital (energía)” entre Inglaterra y Francia, incentivando la innovación tecnológica en Inglaterra para sustituir trabajo por capital y beneficiarse de la renta proveniente de la mejora tecnológica.

Thomas Malthus, clérigo británico, había descubierto el círculo vicioso del estancamiento del nivel de vida hasta el siglo XVII: la mejora en los salarios aumentaba la población, pero ese incremento poblacional, con rendimientos decrecientes, hacía que descendieran de nuevo los salarios al nivel anterior, de modo que apenas podía haber mejora en el nivel de vida. Fue el progreso tecnológico iniciado en el siglo XVIII el que rompió ese círculo, logrando incrementos de productividad suficientes para sostener un aumento de los ingresos por habitante pese al crecimiento de la población.

El progreso tecnológico ha sido permanente desde entonces, incentivado siempre por la “renta económica de la innovación”, basado en el coste relativo de los factores productivos. Así, la aparición del petróleo como nuevo combustible y del motor eléctrico como fuerza motriz fue la base de la segunda revolución industrial a principios del siglo XX. La productividad se incrementó de manera notable.

A finales del siglo XX la revolución producida en las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TICs) dio lugar a la Sociedad de la Información y fue el desencadenante de la llamada tercera revolución industrial. etapa en la que todavía están ubicadas la mayoría de las naciones que han alcanzado cierto desarrollo.

Recientemente ha surgido la cuarta revolución industrial (Industria 4.0), que se fundamenta en la aplicación de robots integrados en sistemas ciberfísicos, que combinan infraestructura física con procesos digitales. La nueva transformación conllevará un proceso de destrucción creativa y de transformación estructural, con una reasignación de empleo entre los distintos sectores productivos.

Los expertos destacan que no se trata de desarrollos, sino del encuentro de esos desarrollos, lo cual puede representar un cambio de paradigma más que un paso en la evolución tecnológica a gran escala y acelerada velocidad hacia la “fabrica inteligente”, una evolución que tendrá efectos disruptivos sobre el empleo, las habilidades necesarias, la brecha salarial y la desigualdad.





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