martes, 24 de octubre de 2017

PODER MONOPÓLICO Y BÚSQUEDA DE RENTAS

La búsqueda de rentas se identifica habitualmente con la actitud de querer obtener ingresos con la manipulación en algunas actividades económicas, en lugar de crear nueva riqueza. Un ejemplo sería el tráfico de influencias para apropiarse de una parte de la riqueza que ya ha sido creada. El término en sí viene de la práctica antigua de apropiarse de una parte de la cosecha mediante el control de la tierra.

El gasto público de un país, más allá de las políticas sociales básicas del Estado de bienestar (pensiones, atención a la dependencia, sanidad y educación), no se reparte en función de la demanda y oferta, atendiendo a las necesidades y a la eficiencia, sino que en muchas ocasiones prima la capacidad de influencia de los grupos de presión, en busca de rentas en forma de aranceles, cuotas y otros privilegios, imponiendo sus demandas particulares en la agenda pública. Es el caso de los mandatarios de la Unión Europea y Estados Unidos, presionados por los poderes en la sombra (lobbies), para conceder ayudas a la agricultura y a política comercial. 

La búsqueda de rentas puede desembocar en privilegios, en una suerte de perversa relación, en la que ganan ciertos políticos –cuyo objetivo es la maximización de votos, que suponen puestos de poder y rentas– y los subvencionados o "protegidos".

En versión del análisis económico, se definen las rentas de este tipo como ingresos derivados exclusivamente de la propiedad y el control de activos o de una posición dominante en el mercado, y no de una actividad empresarial innovadora o del desarrollo productivo de un recurso escaso.

La UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo), en su informe sobre el Comercio y el Desarrollo 2017, afirma que, en la era de la hiperglobalización, las finanzas tienden a generar enormes recompensas privadas, desproporcionadas con respecto a los beneficios sociales logrados. Las empresas han aprendido a utilizar estrategias de obtención de rentas para fomentar sus beneficios y se han convertido en un factor determinante de la creciente desigualdad.

Las rentas son captadas por grandes corporaciones mediante diversos mecanismos: el uso sistemático de los derechos de propiedad intelectual para librarse de sus rivales; la depredación del sector público, mediante privatizaciones en gran escala, pasando los recursos de los contribuyentes a los directivos y accionistas de las empresas; la concesión de subvenciones a grandes corporaciones, a menudo sin obtener resultados tangibles en forma de una mayor eficiencia económica, y mediante conductas casi fraudulentas, como la evasión y la elusión fiscales.

Un trabajo de investigación de Mordecai Kurz, profesor de la Universidad de Stanford, muestra los efectos económicos del poder monopólico, sobre todo en el sector de las Tecnologías de la Información, calculando los niveles normales por encima de los cuales los valores bursátiles reflejan el poder de mercado


Los ingresos creados por las empresas con poder monopólico que se cotizan en Bolsa en EE.UU (encabezados por Apple y Alphabet-Google) se dividen en tres clases: ingresos del trabajo, ingresos por el pago normal de intereses al capital y ganancias monopólicas. El gráfico muestra el componente monopólico de la riqueza como porcentaje del valor bursátil total entre 1985 y 2015. En los ochenta, la riqueza monopólica era inexistente. Con el desarrollo de la industria informática, aumentó drásticamente y, en diciembre de 2015, llegó a un 82% del valor bursátil total, lo que equivale a unos 23,8 billones de dólares.

Los datos indican, por tanto, que un poder de mercado cada vez mayor es una de las causas de la búsqueda de rentas. Se ha observado con creciente alarma la tendencia a la concentración, sobre todo en los mercados de los países desarrollados, de tal modo que, junto con la extracción de rentas, se han convertido en características del mundo empresarial.

En 2015, la capitalización bursátil media de las 100 mayores empresas era de 7.000 veces mayor que el promedio de las 2.000 empresas menores, mientras que en 1995 fue tan solo 31 veces mayor. La ampliación del poder de mercado contribuye enormemente a la creciente desigualdad de los ingresos.

El Informe de la UNCTAD concluye que, si se quiere alcanzar el objetivo de un crecimiento realmente inclusivo y sostenible, es necesario frenar el rentismo endémico y las desigualdades que genera. Un buen punto de partida sería reconocer que el conocimiento y la competencia son ante todo bienes públicos, y que su manipulación en interés privado debe regularse de manera efectiva.










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