martes, 4 de octubre de 2016

LA PRODUCTIVIDAD DEL TRABAJO


En un reciente foro económico, el ministro español Luis de Guindos indicó que el modesto crecimiento económico se explica por la baja productividad que sufren los países europeos y que determina el comportamiento futuro de la economía. Si eso se combina con la debilidad de la demanda agregada y los altos niveles de endeudamiento que persisten, la combinación provoca que la coyuntura sea “frágil”.

La productividad muestra la relación entre la producción obtenida y los recursos utilizados. Aunque puede obtenerse para cada uno de los factores intervinientes en el proceso, generalmente se hace incidencia en el trabajo, al ser el más sencillo de calcular.

La denominada “productividad aparente del trabajo” es el cociente entre el valor añadido bruto (a coste de los factores) en términos constantes (descontado el efecto de los precios) y las horas trabajadas (VAB/HT). Engloba tanto la eficiencia del factor trabajo en sentido estricto como la debida a variaciones en las cantidades aplicadas de otros factores, así como el efecto del progreso técnico.

En el cálculo suele utilizase también como numerador la producción bruta (a precios de mercado), pero es más habitual recurrir al VAB, a fin de evitar el efecto de la la variación de los impuestos. También para el denominador existe la posibilidad de considerar el número de trabajadores, pero resulta más significativa la medida en función de las horas reales trabajadas.

En cualquier caso, es evidente que el resultado no mide únicamente la aportación del trabajo, dado que un aumento del nivel de la inversión en equipos productivos ayuda a incrementar la productividad de los trabajadores. De ahí la denominación de “aparente del trabajo” a esta medida de productividad.

El siguiente gráfico utiliza el VAB por hora trabajada para calcular las productividades de los países de la Unión Europea en el primer trimestre del año 2000 y en el cuarto de 2015. Los datos están en euros .



Observamos que tanto en el año 2000 como en el 2015 España ocupa el penúltimo lugar en el ranking europeo, sólo delante de Portugal. Alemania, que se sitúa en una posición intermedia, tenía en el año 2015 una productividad superior a 46 euros por hora, en tanto que España se quedaba en 32; es decir, que superaba a España en un 43%. El diferencial con Alemania se ha reducido con respecto al año 2000, pero hay que reconocer que el VAB por hora trabajada en España es muy bajo en relación con otros países de Europa.

Es cierto que la economía española ha conseguido mejorar la productividad en los recientes años de retroceso del PIB. En el período 2008-2013 aumentó más de un 2% anual, pero a costa de destruir empleo. La eficiencia media fue aumentando porque desaparecieron algunas empresas incapaces de afrontar la crisis. Pero el objetivo para una economía con alto nivel de paro como la española es captar demanda para aprovechar toda la capacidad instalada y, a largo plazo, incrementar el valor añadido.

Las mejoras de productividad suelen ser consecuencia de la capacidad de innovación, la mayor eficiencia en el uso de los recursos, la inversión física y la formación que aumenta el potencial humano. Sin tomar medidas en esos ámbitos organizativos se estará hipotecando el futuro en un entorno empresarial competitivo. 

La elevada proporción de contratos temporales en España (25%) repercute negativamente en la productividad de las empresas, dado que desmotiva al esfuerzo del trabajador. Su presencia en un tiempo reducido hace también que la empresa reduzca el nivel de formación ofrecida para mejorar la eficiencia.

Los estudios realizados ponen de manifiesto que la economía española, con alta proporción de microempresas y pymes, debe tender a incrementar el tamaño de las unidades productivas, para acercarse a los niveles europeos, y avanzar decididamente en el proceso de internacionalización.

El objetivo de aumentar la productividad suele estar en la mente de todos los buenos gestores económicos. Hace falta que también lo esté la preocupación por el reparto equitativo de las ganancias que reporta a la empresa entre los participantes en el proceso productivo.






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