martes, 12 de julio de 2016

ESTANCAMIENTO SECULAR

La expresión “estancamiento secular”, que también se conoce como “nueva mediocridad”, hace referencia al proceso de escaso crecimiento económico global que se viene observando en los últimos años. Los países desarrollados se mantienen en un ritmo de avance muy por debajo del promedio histórico.

El abanderado de este fenómeno ha sido Japón, que ha estado  en deflación más de 20 años, sin apenas crecimiento económico, y ahora se teme que sea la Eurozona la que sufra las consecuencias de un crecimiento raquítico prolongado.

El estancamiento es propio de países con población envejecida y deuda pública muy elevada, como son los casos de la Unión Europea, con más del 90% del PIB, y Japón, que supera el 200%.


 El Producto Interior Bruto por habitante en la Eurozona pasó de 28.900 euros en el año 2010 a 30.700 en 2015, lo cual supone un crecimiento medio anual del 1,21% en los últimos 5 años.

El Banco de España ha advertido de una progresiva desaceleración de la economía española, al ir agotándose algunos  factores temporales que supusieron un fuerte viento de cola en 2015, tales como el precio del petróleo, la depreciación del euro y los bajo tipos de interés.

Parece que la era de las expectativas menguantes, que se anunciaba en la década de 1990, ha llegado y plantea una pregunta que se ha hecho popular desde el comienzo de la Gran Recesión: ¿vivirán nuestros descendientes peor que nosotros? Los jóvenes perciben que su porvenir aparece más incierto que el de sus progenitores.

Analistas de CaixaBank estiman que los jóvenes que se incorporan al trabajo verán multiplicado su nivel de nivel por 1,5 durante sus años activos. En cambio, quienes empezaron a trabajar antes de 1960 y se jubilaron en 2005 multiplicaron por 5,9 su renta y los que trabajen entre 1980 y 2035 disfrutarán de un multiplicador de 2,2

La inseguridad hace que la economía se perciba como una amenaza y no como una promesa de prosperidad. Es evidente que se requiere un plan de estímulos para realizar inversiones y apoyar la estabilidad social.


Aunque algunos opinan que pueden llegar avances tecnológicos que den un impulso duradero al crecimiento económico, lo cierto es que el último gran descubrimiento ha sido Internet, que afloró hace casi medio siglo, y la incidencia de la robotización y la digitalización (cuarta revolución industrial) todavía no se aprecia en el Producto Interior Bruto de los países.

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